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En matemáticas existe un término conocido como el punto de inflexión. Definido en palabras simples, se refiere al momento en que por una modificación de variables puede cambiar por completo la función. Usando este término como título, el escritor, sociólogo y periodista canadiense, Malcolm Gladwell, publicó un libro cuya analogía principal son los cambios significativos producidos por pequeños eventos.
Actualmente vivimos en una era de hiperconectividad, no sólo por el uso constante de la tecnología, sino también por el impacto que acciones al otro lado del mundo pueden tener sobre países como el nuestro. Estamos ante una mediatización de la sociedad. Por ende, las personas ven lo que quieren ver y creen o no en los hechos de acuerdo a sus influencias.
En medio de múltiples conflictos sociales como los suscitados en Chiapas y Oaxaca resulta complicado formar una opinión clara o tomar partido por un bando u otro. Es justo aquí dónde se aplica el punto de inflexión. Hechos como la reforma educativa, el descontento social, las violaciones a derechos humanos, las modificaciones en el sector salud, etc., son eventos recurrentes a lo largo de la historia en el país, cada uno de manera aislada se podría resolver o quizás sería posible encontrar nuevas alternativas. Lo complicado reside en la manifestación simultánea de todas las variantes a las que lejos de restarle conflictos le sumamos aunque no queramos. Como es el caso de la devaluación de la moneda por las decisiones de Inglaterra.
El #Brexit (como se le conoce a la separación de Inglaterra de la Unión Europea) es una de las grandes pruebas de la repercusión que simples acciones tienen. El primer ministro había prometido someter tal decisión a votación con tal de prevalecer en el cargo, ahora el resultado le costó la renuncia. Pero los más afectados son los que estaban en contra de abandonar la Unión Europea, incluso quienes ni siquiera podían votar. Volver a ser un país independiente, sin importar los daños que esto podría generar a la economía fue el resultado del odio desmedido de las generaciones mayores de 50 años, cruelmente el futuro de los jóvenes fue controlado por los que ya no estarán en él.
Lo mismo ocurre en nuestro país, las decisiones importantes están en manos de unos cuantos y en los momentos que es posible que decida una mayoría nos abstenemos y de nuevo la democracia es controlada sólo por algunos. Podemos dejarnos influenciar por los bombardeos de medios que atacan a un grupo u otro pero no sin antes atender ambos puntos de vista.
Me cuesta entender cómo viendo tanta violencia a seres humanos, sin llamarles maestros, manifestantes ni policías (porque también son agredidos) no seamos capaces de decir ¡basta!, resulta más cómodo insultar, mantener opiniones de odios hacia cualquiera de los antes mencionados y no buscar soluciones con un verdadero diálogo, nos olvidamos de que el odio genera más odio y nos sumamos a la cadena que está llevando al mundo a la destrucción. Estamos velando por intereses propios materiales, olvidando la esencia de la humanidad.
En medio de todas las dudas y la incertidumbre sólo me queda una certeza, condeno terriblemente los actos de violencia en los que hubo quien perdió la vida. Maestro, apoyo tu manifestación cuando es pacífica, porque creo firmemente en que el futuro comienza con una buena educación, apoyo tu inconformidad con algunos puntos de la reforma, porque creo que es imposible hacer evaluaciones cuando no se brindan las herramientas adecuadas. Condeno también los ataques a comercios, los bloqueos de parte de cualquier grupo que pone primero sus intereses a los de un bien común. Estoy en contra de los daños a comercios y personas ajenas a las manifestaciones, pero también creo que todos deberíamos involucrarnos más ante todos los gritos sociales. Detesto a quienes aprovechan estos momentos de crisis para aumentar el caos y señalar a otros como los culpables. Me preocupa que el gobierno no haya sido capaz de dialogar mucho antes de que esto se saliera de control, pues el problema data de tiempo atrás y los responsabilizo de la crisis de derechos humanos que va en aumento .Sin embargo, estoy cansada de quienes esperan que todo se solucione por medio de un estado paternalista.
Considero que las reformas educativas son necesarias, al igual que evaluaciones adecuadas para todos y que como sociedad la formación que esperamos no puede provenir sólo del estado, que hacen falta más padres que colaboren desde el hogar con la educación de sus hijos porque desde hace años han visto a dicha a las escuelas como guardería y no como una forma de llevar un aprendizaje conjunto entre el aula y el hogar.
Los seres humanos son sumamente sensibles a su ambiente y el comportamiento de aquellos a su alrededor, seamos ejemplo de que se puede tener consideración por el otro, comencemos por respetar opiniones y dejar de creer que somos poseedores del conocimiento infinito y la verdad suprema. Como jóvenes construyamos el futuro que queremos para no añorar el que ya nos fue arrebatado