*Es imponer a la militancia el sistema que el dirigente o candidato considera correcto.
“Todo poder es deber”.
Alfonso Mora Chama
Hay quienes sienten que el poder es herencia familiar. Nada más equivocado, en México es de grupos, de amigos, de cuates, de compañeros, al menos en los años que hemos tratado con políticos, funcionarios en todos los niveles. En la política sindical se ven los mejores ejemplos de este poder en la herencia familiar. Aunque debo comentar que en los años de 1980 al 86, traté con un gran dirigente que se impuso siempre a esta regla jamás escrita, si practicada….
Hablo del veterano líder moral de los petroleros de todo el país, que en los años 80 se integraba de 36 secciones en la República, don Joaquín Hernández Galicia, las más importantes que nos tocaba visitar, la sección 11 de Nanchital, la 10 de Minatitlán, la 22 de Agua Dulce, 31 de Coatzacoalcos y la 38 de Salina Cruz, Oaxaca, en donde gobernaba el municipio un petrolero xalapeño, del barrio Xalitic, Gustavo López Ramos…
La “Quina” imponía orden, disciplina y entusiasmo. De estatura baja, pequeños lentes y un lenguaje medio cuatrero, que sabíamos lo hacía para “confundir” a la gente. Le gustaba leer y curiosamente en la mayoría de las tardes, no se le podía interrumpir en su casa de la avenida San Luis, en Ciudad Madero, porque estaba relajado viendo en el aparato de televisión, nada menos que a Don Gato…
Leyendo el agradable libro “Disparos en la Oscuridad”, se asemeja la lectura a las charlas y clases, ejemplos y práctica, de don Joaquín Hernández Galicia con lo que se narra de Gustavo Díaz Ordaz…los dos veteranos, con problemas nacionales aunque más de peso indudablemente, los del Presidente de México que entregó el poder en 1970 a Luis Echeverría Alvarez…uno presunto culpable de la matanza de Tlatelolco en 1968 y don Joaquín, igual, siempre lo relacionaron con asesinatos de líderes de su gremio…
Los últimos años de la “Quina”, quienes se dedican a la política, a la lucha sindical o como interesados en asuntos nacionales, los conocen. Apresado porque se dijo que apoyó a Cuauhtémoc Cárdenas en la pelea por la presidencia de México, contra Carlos Salinas de Gortari. Salió de prisión dedicándose a su familia. Hablaba de la soledad y el olvido cuando concluye el poder. A él se lo arrebataron designando al trabajador jubilado, Sebastián Guzmán Cabrera. No podría asegurar si extrañó el abandono obligado a un liderazgo en donde se imponía solamente su voluntad, su decisión sin reclamo para acomodar a la gente en las secciones petroleras, designando jueces, Agentes del Ministerio Público, Delegados de Tránsito y presidentes municipales, porque ya no lo tratamos más, siendo la última ocasión cuando recorrimos sus campos arroceros en Ciudad Madero, en su rancho “La Pulguita”.
Tuvo este sindicato petrolero el poderío como sindicato alguno no lo tendrá jamás, superando incluso al sindicato magisterial en los tiempos de Carlos Jongitud Barrios, o como lo tiene aún Víctor Flores Morales. En su vida social y religiosa, Joaquín Hernández Galicia, fue un derroche de bondad, amigable, generoso y risueño. Un sindicato petrolero que se fundó en 1935 y con antecedentes que señalan sus inicios en 1915.
Entendemos que en la biografía de Gustavo Díaz Ordaz, en “Disparos en la Oscuridad”, de Fabrizio Mejía Madrid, nos presenta a un gobernante que aferrado a este “enseñar a obedecer”, nostálgico y ausente de la visita de amigos y ex colaboradores…habla de su pasado lleno de pobreza y de indiferencias en la familia, hasta su arribo a la Presidencia de la República y su nombramiento como embajador, contra su voluntad, dejando en el abandono la oficina sin avisarle a nadie….menos a los Reyes de España.
Comenta Mejía Madrid, de un Díaz Ordaz:
“Obsesionado con el poder, el cual siente que le pertenece por herencia familiar, predestinación o cualidades políticas. El poder para Díaz Ordaz es “enseñar a obedecer”. . Está la obsesión del protagonista, la imposición del poder a través de la violencia, la cual parece ser la única manera correcta. El protagonista considera que la negociación conlleva al debilitamiento de la figura de poder, en su caso, el Ejecutivo federal.
Sin embargo, el abuso del poder y de la violencia estatal, lleva a Díaz Ordaz no sólo a una soledad irremediable cuando deja la presidencia, sino a un miedo constante a la venganza de sus opositores. Díaz Ordaz cree que cada persona recuerda todos sus actos, por lo que le obsesiona la idea de defenderse de todos y de todo. A pesar de no arrepentirse, los fantasmas de su pasado”.
Remato:
Los libros de Fabrizio Mejía
Hombre al agua y El rencor…
Buena lectura, no herejía…
Que agrado y con sabor…
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