El apóstol San Pablo es el personaje más documentado del Nuevo Testamento, a través de sus cartas y los Hechos de los apóstoles, que viene a ser la primera biografía escrita por San Lucas, uno de sus discípulos, a quien se atribuye el texto. El más citado de los apóstoles no conoció a Jesús en persona, pero es él quien saca al cristianismo del ámbito cerrado del judaísmo, para hacerlo una religión universal.

Juan G. Bedoya entrevista a Pedro Miguel Lamet (Cádiz, 1941) a propósito de la aparición de su obra El resplandor de Damasco. Pablo de Tarso, el apóstol de las naciones (La Esfera de los Libros, 2015) (El País, 15.08.15). El jesuita Lamet es teólogo, filósofo, profesor de cine, periodista y escritor. Ha escrito 50 libros. De él es una de las mejores biografías de Pedro Arrupe S.J., que fuera general de los jesuitas.

Lamet afirma: “Sin Pablo no habría cristianismo. Se habría reducido a una secta judía (…) El nombre de cristianismo es acuñado por los romanos de Antioquia. Gracias a como Pablo contesta a la Iglesia de Jerusalén se rompe el gueto judío, y gracias a su independencia creativa se produce la expansión universal. Pablo es el creador de un marketing muy eficaz. Frente a las aburridas y complicadas religiones mistéricas de Grecia y Roma, ofrece un par de sencillas ideas: el hombre se salva mediante el asentimiento de la fe y la praxis del amor, y el único rito requerido es bien humano: una comida entre hermanos”.

El autor en su investigación encuentra a “un Pablo más tierno de lo que parece, apasionado, gigantesco, y a un verso suelto, que actúa por la libre gracias a una iluminación interior muy potente, articulada desde una base cultural e intelectual judeo-helénica-romana” y dice que “Pablo provoca un contraste entre amor y rechazo, una mezcla de subida teología inasequible y excesiva seguridad en sí mismo, la convergencia de un carácter fuerte y una debilidad de vaso de barro”.

Pablo, asegura Lamet, construye “una red de iglesias domésticas en las grandes ciudades de la época; Roma, Éfeso, Antioquia y Corintio, que mantienen sobre todo mujeres. Su comunicación es el boca a boca y correos navales que transportan los rollos de papiro que contienen sus cartas. ¿La economía? Compartir bienes y ayuda mutua. Pablo es autónomo, vive de su trabajo, lleva en su morral las herramientas de un curtidor de tiendas”.

De acuerdo con el autor, Pablo “de perseguidor se transforma en perseguido por el Mesías, que le ha derribado. Surge entonces, por su formación y conocimiento de la Biblia, el primer teólogo de la historia. Después de peregrinar por Arabia se pasa sólo quince días en Jerusalén para contactar con los apóstoles (…) Su conexión con los apóstoles-testigos es mínima. Actúa por libre”. Pablo “aperturista e independiente, que se siente apóstol y directamente enviado, supera las prescripciones judías y abre el cristianismo a los paganos”.