Faltan 883 días del gobierno de Enrique Peña Nieto y Andrés Manuel decretó ya que el gobierno del mexiquense ya se acabó. Lo hizo el pasado domingo 26 en la marcha a la que convocó en la CDMX dizque para apoyar a la CNTE. No cabe duda que la cabra siempre tira al monte, en los hechos lo que acaba de hacer equivale, dicho de otra manera, a la expresión “¡Cállate chachalaca!” que le prodigó a Vicente Fox en 2006 y que, a la postre terminó costándole la Presidencia de la República ante Felipe Calderón.
Ese tipo de expresiones desafortunadas a las que es muy dado recurrir el tabasqueño –igual que el ya famoso ‘frijol con gorgojo’-, marcaron los más de 100 días que faltaban de la campaña político electoral de aquel lejano 2006. Es un desplante lleno de soberbia que lo pinta nuevamente tal cual es depara empezar pies a cabeza. Anda como desatado, alguien con tres dedos de sensatez dentro de su partido le debiera decir que se serene, tienen que hacerlo entrar en razón y decirle que se está orinando fuera de la bacinica.
Según Andrés Manuel y sus cuentas, hay que acortar distancias, apurar los tiempos, y tan seguro está de su victoria en 2018 que los 883 días que faltan al actual gobierno son lo de menos, inclusive el fárrago de la elección constitucional, para lo cual ha apresurado a Peña Nieto a que nombre un ‘gabinete de transición’ que ponga más o menos orden en el gobierno, cierre las cuentas, prepare la transición pacífica y la entrega del poder –a él por supuesto-, porque ya le urge tomar posesión para encabezar un gobierno nacionalista, revolucionario y republicano, y revertir las reformas estructurales ‘que tanto han dañado al pueblo (bueno) de México’.
¡No mames Cortés cuál pinche tesoro, espérate, no te adelantes, con calma y nos amanecemos!, para empezar falta mucho tiempo, prácticamente dos años y medio y, con todo respeto, no llamemos a romper el orden constitucional, en este país, para bien o para mal, no hay revocación del mandato y el presidente no puede renunciar al cargo bajo ninguna premisa. Nos guste o no, Enrique Peña Nieto fue elegido para desempeñar el cargo por un periodo de seis años y, nos guste o no su estilo personal de gobernar, su política, sus reformas, sus aciertos y desaciertos, hay que esperar el momento de cada quien, no adelantar vísperas, apuntarse en la lista y participar en el 2018 por la primera magistratura del país, y si los electores te eligen entonces sí emprender los cambios que se crean convenientes.
Andrés Manuel se ha convertido en un experto en tirar la sopa cuando apenas pretende llevársela del plato a la boca. Con mucha antelación está adelantando su victoria en 2018 y yo, yo no estaría tan seguro de ello. Debería verse en el espejo del partido político español Podemos, que hasta antes de las elecciones generales del pasado domingo –las segundas para intentar formar gobierno- en España, ya se veía como la segunda fuerza política, detrás del conservador Partido Popular y por encima del izquierdista Partido Socialista Obrero Español, inclusive muchos en Podemos alentaban la –infundada- esperanza de rebasar al PP con lo cual ya se veían asumiendo la jefatura del gobierno español para los próximos años.
Los más relevantes estudios de opinión y despachos expertos en demoscopia, adelantaban en algo que fue definido genéricamente como ‘sorpasso’ –ya sabe usted cómo son los europeos, les gustan ese tipo de términos raros, acuérdese del ‘Brexit’-, Podemos iba a rebasar al PSOE como la segunda agrupación política en importancia en España, arrebatándole parte de la clientela política histórica de la vieja izquierda, los socialistas, progresistas, liberales y algo de lo que queda de las viejas huestes comunistas españolas e inclusive los anarquistas.
La gran sorpresa –que no ‘sorpasso’- del pasado domingo 26 de junio es que Podemos se quedó bastante debajo de lo que las expectativas demoscópicas daban, no logró desplazar al PSOE de las preferencias electorales y el PP, con todos los escándalos de corrupción y el desprestigio en que se ha visto envuelto el partido de Mariano Rajoy, se alzó con la mayoría de los escaños a nivel de ambas cámaras de los representantes populares en España. Y a eso me refiero precisamente cuando digo que Andrés Manuel y Morena deberían ver reflejada su realidad en la de Podemos, que han adquirido sí una fuerza política indiscutible, pero que no ha sido suficiente para hacerse del gobierno español.