Pues que Agustín Basave reapareció ayer en la Cámara de Diputados completamente relajado- pues ya no tendrá que aguantar a varios corrientes de las corrientes del PRD- pero «la radiante sonrisa desapareció de su rostro al regresar a su oficina en el Palacio Legislativo de San Lázaro y constatar que Fernando Galván, su suplente, le dejó la silla rota y un desorden sólo comparable al que las tribus perredistas mantienen en el partido», según relatan en los «Trascendidos» de Milenio.