Está por demás hablar del gran daño social que provocan los malos gobiernos, basta echarle un vistazo a Veracruz o asomarse por cualquiera de sus municipios para constatar que los gobiernos locales han dejado de ser parte de la solución a los problemas para convertirse en una de las principales causas de ellos.
Y es que la pobreza, la desigualdad, el daño ecológico y la falta de justicia tiene responsables, y usted amable lector dirá – Sí, los responsables son los malos gobiernos- pues sí, en parte, pero también hay responsabilidad de parte de la sociedad que los eligió o que simplemente no salió a votar. Una muy singular encuesta realizada por el Centro Municipalista para el Desarrollo (CMD-México) en la ciudad de Xalapa arrojó como resultado que de los participantes en distintas manifestaciones de jubilados, universitarios, campesinos, etcétera, el 52% no acudieron a las urnas en al menos las últimas tres elecciones y el 38% por ciento había votado por el partido que postuló al gobernador, alcalde o diputados contra los que se manifestaran, es decir, en Veracruz la gente está votando por los políticos que les hacen daño o que afectan sus intereses.
Es realmente paradójico y todo un fenómeno social que merece ser estudiado, y que según los expertos es recurrente en el gran parte del país y se repite en la mayoría de países latinoamericanos; las causas a la que es atribuible este fenómeno son diversas pero destacan tres: 1. La pobreza, 2. La ignorancia y, 3. La falta de cultura política.
Es decir, a pesar de que a los cargos de elección popular se llega a través de mecanismos democráticos, nuestra democracia representativa presenta déficits, imperfecciones y síntomas de fragilidad y por lo tanto tiene severos desafíos que enfrentar.
Los problemas institucionales que afectan la gobernabilidad y el Estado de Derecho, la falta de independencia entre los poderes del Estado, el fenómeno de los personalismos políticos, la corrupción, las limitaciones a la libertad de expresión, el funcionamiento deficiente de los sistemas electorales y del sistema de partidos políticos, el centralismo y las limitaciones de la autonomía local, así como los graves problemas sociales irresueltos como la pobreza, la desigualdad, la exclusión, la inequidad de género, y la inseguridad generan en la ciudadanía malestar e inconformidad con el funcionamiento de la democracia.
Por ello un gran reto es fortalecer la democracia datándola de mayor transparencia, de más participación e incorporando mecanismos de colaboración con la sociedad civil en la formulación y ejecución de políticas públicas eficaces. A esta fórmula de fortalecimiento de la democracia es a la que los municipalistas de Iberoamérica llamamos Gobierno Abierto, desafortunadamente a los políticos tradicionales les da terror abrir los gobiernos a la sociedad, por ello también es urgente el surgimiento desde la ciudadanía de una nueva clase política que genere también una nueva cultura de gobierno basado en algo primigenio que son los valores, es decir poner en los cargos de elección a personas preparadas, honradas, comprometidas socialmente y dispuestas a trabajar por los demás, pero la ignorancia y la pobreza cierra el círculo vicioso de la democracia que no permite que personas así ganen elecciones.
Hablemos de Gobierno Abierto antes de que se siga utilizando solo en el discurso, como ya comienza a ocurrir entre los alcaldes de Veracruz que dicen gobernar de manera abierta y transparente, y hasta se compran premios nacionales sobre el tema, cuando las realidades de sus gobiernos son otras muy diferentes. Un Gobierno Abierto trabaja en la divulgación y el más amplio acceso a la información; si usted sabe cuánto gana su alcalde, cuál es el nombre de dueño de las empresas que contrata y le muestran las facturas de gastos que entran a la Tesorería municipal para ser pagadas, alégrese porque su municipio camina hacia un Gobierno Abierto; Los ayuntamientos que promueven políticas, prácticas y mecanismos sólidos contra la corrupción, que garantizan la transparencia en la gestión pública y que fortalecen el imperio de la ley, pueden llamarse más abiertos si además promueven y garantizan la participación de todas las personas por igual y sin discriminación en la toma de decisiones; la formulación y gestión de políticas públicas locales; incentivan el uso de las nuevas tecnologías para la divulgación de la información pública, la participación ciudadana y la colaboración entre el gobierno y la sociedad civil; gestionan políticas públicas locales para contribuir al logro de la agenda internacional del desarrollo (hablaremos de ella en otro texto) y que hagan de las ciudades y los asentamientos humanos lugares inclusivos, seguros, sostenibles, con infraestructuras adecuadas y servicios para todos sus habitantes.
Vemos pues que hay un vaso comunicante entre a quien elegimos y como nos gobiernan que lo determina todo y es evidente que Veracruz y todo México necesita de un nuevo municipalismo generador de democracia y de desarrollo y esto no se podrá lograr si continuamos por el camino que hemos seguido, pero tampoco se logrará con gobiernos más populistas que los que actualmente tenemos, esto se logra a base de trabajo, a base de educación y de una transformación profunda de la forma de pensar del mexicano, dejando atrás pensamientos como: “El que no tranza no avanza”, “ A mí que me pongan donde hay”, “nadie resiste un cañonazo de miles de pesos” y un largo etcétera que parecen ser la guía del nuevo político en Veracruz.
Weber escribió: “La política consiste en una dura y prolongada penetración a través de tenaces resistencias, para la que se requiere, al mismo tiempo, pasión y mesura”. Ojalá la pasión y la mesura llegue ya a todos aquellos que votan por quienes les hacen daño.
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