El proceso que impulsó Dante en aquel año pocos lo han aplaudido dentro del PRI, quizá porque los priistas, y lo digo con mucho respeto, no estaban preparados para la democracia (interna). Algunos lo vieron y lo siguen viendo al cabo de los años con escepticismo. Otros, quizá los que no fueron favorecidos en las consultas a la base que se instrumentaron en aquella ocasión, han visto el ‘experimento’ democrático con mucho desdén, no han parado de denostarlo y descalificarlo, y no han dudado en calificarlo como una experiencia fallida, que dejo muchas secuelas en contra, divisiones y resentimientos entre la militancia priista, y realmente son pocos a los que les dejó un buen sabor de boca, si acaso los que resultaron ganadores.
Yo por mi parte, no estoy defendiendo a nadie, no soy nadie para tomarme tal atribución. En estas entregas, lo único que he venido tratando de hacer es narrar los hechos que yo viví y de los que fui testigo. No pretendo denostar a nadie, habrá quien esté de acuerdo o no con lo aquí expuesto, pero sí me considero un testigo de calidad de la experiencia que como profesional del quehacer político en lo personal obtuve aquella vez. Agradezco a Adán Pérez Utrera –ya en otras ocasiones lo he hecho y por escrito- haberme tenido la confianza para que me encargara un trabajo de staff, de gabinete y creativo de tal magnitud. El Lic. Pérez Utrera, por su formación como politólogo y profesional de la administración pública, me permitió a mi tener muchos puntos de concordancia más allá de las muy naturales discrepancias que puede haber entre dos personas que no necesariamente ven las cosas iguales.
Respecto del Dante Delgado que yo conocí en aquellos años, desde su posición como presidente del comité estatal del PRI, poco antes y durante la campaña de Fernando Gutiérrez Barrios, después como secretario general de Gobierno y, finalmente, como gobernador substituto de Veracruz, lo único que puedo decir es que, muy probablemente haya sido la etapa de mayor luminosidad del político. Nunca en ese tiempo fui amigo de él, no fui de sus más allegados y ni siquiera trabajé cercanamente a él, pero tenía –y tengo- amigos mutuos que sí estuvieron en esa condición, algunos lo siguen estando incluso hasta hoy, por eso a Dante lo conocí mejor de lo que él mismo sabe. Por el contrario, lo que sí puedo decir es que mi esfuerzo y trabajo quedaron plasmados en muchas cosas que distinguieron a su gestión.
Aquel sábado de una fecha que ya no me acuerdo bien a bien, el Lic. Pérez Utrera continuó dándonos pormenores al contador Castillo Vázquez y a quien esto escribe de lo que quería Dante del proceso electoral que se avecinaba. Era un ejercicio inédito, conllevaba riesgos, nunca antes el PRI había intentado algo así, ni nacional y mucho menos estatalmente, pero creo –creía y sigo creyendo- que era un experimento que valía la pena correr. Además, el PRI en ese entonces estaba viviendo un momento de mucha efervescencia política, lo encabezaba Luis Donaldo Colosio Murrieta y para nadie era un secreto que Salinas lo había enviado ahí por algo.
“Bueno, pues yo me voy a ir y ahí les encargo, por cualquier cosa voy a estar reportándome toda la tarde, pero esta primera convocatoria tiene que quedar a la hora que quedamos porque la quiere ver el señor Gobernador”, fue lo último que nos dijo el Lic. Pérez Utrera aquella tarde, eran, han de ver sido alrededor de las 5 de la tarde. Ese “nos vemos al rato”, sonó para mí como a algo así como: “… que Dios los bendiga”.
Esta historia continuará mañana…