Desapercibido para la mayoría de personas pasó la conmemoración del Día Internacional del Trabajo Doméstico el pasado 22 de julio. La mayoría de quienes nos apoyan en el hogar carecen de prestaciones sociales y, en muchos casos, trabajan a destajo en diversas casas para poder obtener lo básico para el mantenimiento de sus familias.

         El trabajo doméstico es quizá uno de los más invisibles que existen en nuestro mapa de actividades laborales, como si no existiera o como si fuera normal que así se mantenga.

         La celebración del 22 de julio, como “Día Internacional del Trabajo Doméstico”, tiene su origen en los resolutivos del Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe de 1992. En este foro se reconoce al trabajo doméstico como un conjunto de actividades dirigidas a la producción de bienes y servicios cuyo objetivo es el mantenimiento de la vida humana mediante el cuidado, educación y bienestar de la población.

 Si bien el concepto de trabajo doméstico considera dos vertientes: el trabajo no remunerado y el remunerado, en ambos casos se trata hoy de una labor invisible, sin reconocimiento social, con jornadas largas, desvaloradas y ocultas. El trabajo del hogar, desafortunadamente, ni siquiera se considera una labor con valor económico y social, sino una obligación casi “natural” de las mujeres.

En este contexto, el diputado Ciro Gonzalo Félix Porra expuso que, “en el país realizan más de 2 millones de personas, a pesar de que 76 por ciento no cuenta con prestaciones, sólo 2.2 por ciento tiene acceso a servicios de salud y 34.5 por ciento de las mujeres que lo hacen recibe una remuneración de un salario mínimo o menos. Por lo que es importante garantizar la protección laboral mínima de las mujeres y hombres que dedican su tiempo a esta actividad.”

De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en México, 85 de cada 100 personas de 12 años o más dedican tiempo a realizar alguna actividad de trabajo doméstico en los hogares.  De las personas que realizaron alguna actividad doméstica, seis de cada 10 (58.8 por ciento) son mujeres.  A partir de los 25 años de edad las mujeres dedican más de 20 horas en promedio a la semana a los quehaceres del hogar.

De la población ocupada, cinco de cada 100 (4.7 por ciento) son trabajadores domésticos remunerados.  El trabajo doméstico remunerado es realizado primordialmente por mujeres, 95 de cada 100 empleados en esta actividad son mujeres.  De la población ocupada en trabajo doméstico, 34.5 por ciento de las mujeres y 16.3 por ciento de los hombres tienen ingresos de un salario mínimo o menos.

Por lo que, el legislador consideró necesario enfatizar la creación de políticas públicas que les permitan laborar en condiciones de seguridad y con beneficios sociales, porque la mayoría lo hace en circunstancias precarias, con bajos salarios, además de que no gozan de prestaciones y constantemente sufren maltrato y humillaciones por parte de sus empleadores.

Sin duda alguna, este tema sigue pendiente en la agenda social, política y económica del país y de nuestro estado. Ojalá pronto podamos solucionar integralmente este rezago.

Por hoy es todo, les deseo un excelente inicio de semana y nos leemos en la próxima entrega.