Trabajamos toda la madrugada en la convocatoria, quitando y poniendo, revisando redacción, que fuera un documento coherente, que guardara congruencia con los documentos básicos, con el pensamiento de Dante, de Luis Donaldo, del mismo Carlos Salinas de Gortari, del entorno político nacional e internacional, en fin, no podíamos dejar nada de lado.
A ratos el contador Castillo se echaba lo que vulgarmente se conoce como un ‘pestañazo’, muy comprensible tomando en cuenta que en aquellos años era un hombre en plena madurez, la jornada se estaba alargando y se estaba trabajando bajo mucha presión, y había un plazo fatal que había que cumplir a como diera lugar, a más tardar a las 10 de la mañana tenía que estar listo ese primer borrador para que lo formateara el informático y quedara listo finalmente a las 11 para que lo viera el gobernador.
Y así transcurrió toda la noche, en la redacción de considerandos, bases, cláusulas, periodos de inscripción y registro de precandidaturas, resolución de controversias, conflictos y consideraciones generales. No tengo muy claras las fechas, pero aquel domingo había una celebración para conmemorar una fecha del calendario cívico, por lo que el Lic. Pérez Utrera inmediatamente después del desfile y de los actos correspondientes, tenía programado un acuerdo con el gobernador para mostrarle la convocatoria, cosa que muy probablemente ocurrió en la Casa de Gobierno, en donde Dante gustaba tratar estos asuntos y a donde se daban cita gente como el presidente del PRI estatal, Armando Méndez de la Luz; el secretario de Gobierno, Miguel Ángel Díaz Pedroza; el líder de la diputación priista en el Congreso del Estado, Felipe Amadeo Flores Espinosa; Rafael Arias Hernández, presidente del Centro Estatal de Estudios Políticos, Económicos y Sociales (CEPES) del PRI y el Lic. Adán Pérez Utrera, secretario Técnico del gobernador y del consejo político estatal del PRI.
Alrededor de las 9 de la mañana se comunicó el Lic. Pérez Utrera a la oficina para cerciorarse del avance del trabajo, le comenté que prácticamente estaba listo, que estábamos a la espera del informático para que hiciera el formateo correspondiente y que, tal como se había acordado, la convocatoria estaría lista en punto de las 11, a lo que mostró su conformidad. Comento que iba a la conmemoración cívica y que una vez que terminara el acto se iría a la oficina para recoger el documento.
Finalmente llegó el informático y se puso a trabajar en el formato de la convocatoria que fue impresa tanto en formato reducido para pegarla de manera rudimentaria, a la antigua, con lápiz adhesivo, para hacer una especie de “sábana” multi columna, semejante a la presentación que tendría en los periódicos impresos, por supuesto con letra pequeña, y la otra, en forma desagregada, paginada, con letra normal. Las dos presentaciones coronadas por logotipo circular del PRI, en impresión en blanco y negro porque no había impresiones en color.
Al poco rato se apersonó en la oficina el secretario técnico, pidió ver el documento para revisarlo y hacerle las observaciones pertinentes. Adán Pérez Utrera era un profesional en toda la extensión de la palabra, gustaba de revisar los trabajos que encargaba minuciosamente, con lupa, con su lapicero Mont Blanc Meinstertruck en la mano diestra para hacer las correcciones necesarias, tachar y reescribir manuscritamente algunos agregados para mejorar los escritos. Tengo perfectamente grabada en la memoria su imagen, parece que lo estoy viendo, en una el lapicero y en la otra su inseparable Marlboro rojo, fumando con ansiedad, sudoroso, concentrado en la lectura, con la vista de águila para detectar cualquier error o incoherencia.
Por increíble que parezca, a aquella primera convocatoria se le hicieron remiendos parciales mínimos, se reimprimieron las partes que fue necesario, se substituyeron las partes convenientes y se volvió a integrar la sábana. Adán pidió un folder, guardó los documentos, y de inmediato salió de la oficina para encaminarse al acuerdo que tenía programado con el gobernador para revisar la convocatoria, antes nos despachó a la casa de cada quien, al contador Castillo y a un servidor, después de una larga y muy presionada jornada de trabajo.
Esta historia continuará mañana…