Ha llegado el Partido de la Revolución Democrática (PRD) a una situación límite, en donde debe preguntarse si es viable, cómo sobrevivirá y el papel que debe jugar en la política nacional y, en lo particular, en el campo de la izquierda. En forma cruda, creativa y abierta debe hacer el análisis de rigor para ubicar su momento y plantearse la perspectiva inmediata y de plazo regular. No debe ni puede utilizar el recurso de la simulación y la práctica del «gatopardismo», a riesgo de mal ocupar el tiempo y perderse en una crisis terminal. Por su origen, por la esperanza que ha representado para millones de mexicanos, por la memoria de los perredistas que ofrendaron su vida para lograr un cambio democrático y por el aporte que todavía puede dar en defensa de los derechos humanos, de la lucha por la igualdad y la representación realista de causas sociales, el PRD está obligado, es una responsabilidad mayor, a hacer el intento de renovarse y caminar independientemente con su propia identidad al lado de la gente, del pueblo y de la ciudadanía que merece otro país, con progreso, felicidad, inclusión y seguridad.

 

La firma del Pacto por México, más por las formas y cortedad democrática, la vida interna tormentosa que da muy mala imagen, el estilo atrapa todo que tuvo su clímax en Iguala, la muy limitada vida propia en términos democráticos que no pudo contrastar y superar al caudillismo, ser modelo superior, y la desbandada oportunista en las entidades, caso Veracruz con el PRD-ROJO, vienen derrumbando al PRD como opción política, con serios descalabros electorales y disminución acelerada de su potencial. Sobre esas bases debe plantearse una ruta diferente, que consolide pasos de independencia como el logrado en Veracruz, en las recientes elecciones de Gobernador y Diputados. Es indispensable que el PRD se cuestione qué es lo que quiere, qué persigue, porqué lucha y cuáles son sus objetivos. En las respuestas vendrán las consecuencias de una estrategia de reconstrucción y de relanzamiento en todos los sentidos. Debe revisar su identidad, definir si es o no de izquierda y, luego, que tipo de izquierda. Si la respuesta es afirmativa, deberá abordar su vida interna, deslindándose categóricamente de la corrupción en su seno, separándose tajantemente del pragmatismo exclusivo y desbordado; si el propio partido no se respeta, no hay manera de que la sociedad lo respete, volviéndose motivo de burlas y deslindes; es algo masoquista ver el espectáculo de quienes atacan a los dirigentes o candidatos para, en unos días, aparecer dando consejos de disciplina y decencia; no confundir con el debate político, con la indispensable crítica y la deliberación natural en una fuerza que se pretende democrática.

 

El PRD no debe omitir su papel fundamental en el compromiso social, trabajando de cerca con las inquietudes y protestas sociales, abriendo las puertas a los jovenes y a los colectivos variados, siendo solidarios con las protestas sociales justas y pacíficas. Debe entenderse que no hay futuro en el auto consumo y el burocratismo. Se es un partido comprometido hasta las ultimas consecuencias, sin media tintas, o se desintegra en el oportunismo y en la mera actividad electoral, como un registro más, que si no se cuida, se pierde. Ser una fuerza confiable, con autoridad moral, para los ciudadanos. Que nos vean con respeto, que tengan la garantía de seriedad en sus denuncias, propuestas y luchas.

 

En Veracruz logramos la alternancia, valiosa por si misma pero retadora en todos los sentidos. En primera hay que darle la dimensión exacta a un cambio de régimen de casi 90 años, lo cual implica entenderlo en su profundidad y tener la mentalidad adecuada para enfocarse a tomarlo como el gran principio de una transformación mayor. El PRD se ganó el derecho a ser parte de un gobierno de coalición pero no debe fundirse con el aparato público y desintegrarse, sería un error monumental e irreparable; tampoco debe mandar a perredistas exclusivamente a los puestos públicos, su papel no es de colocación de empleos, sino del aporte de una visión de sentido social y democrático a través de sus mejores perfiles; en ese sentido el PRD deberá marcar un linea distintiva, fina si se quiere, con el Gobierno de la alternancia; ser parte del Gobierno sin fundirse en el.

 

Soy un convencido de que el PRD tiene un lugar en la izquierda mexicana, tan solo bastaría hacer un contraste con otras expresiones del mismo signo para darse cuenta rápidamente. Pero no basta lo declarativo y la propaganda, hacen falta definiciones claras y conductas transparentes; ser una mejor izquierda supone, como mínimo, contar con una vida orgánica, tener estructura, practicar la democracia, deliberar colectivamente, ser tolerante, ser incluyente, ser creíble, tener metas concretas y de evolución gradual, La izquierda democrática y liberal que debe ser el PRD abraza la construcción ciudadana como la estrategia normal, medible y sana de acceder al poder, sin asaltos imaginativos a los palacios y el providencialismo. Tal vez en la posibilidad libertaria con sentido democrático radica la principal diferencia con otras manifestaciones de izquierda en nuestro país.

 

Lo obscuro del panorama para el PRD no admite simulación y oportunismo, al contrario, solo la plena conciencia de esa realidad y la voluntad de transformarla puede permitirle ocupar un lugar destacado en la vida pública y aspirar a gobernar desde municipios, pasando por Entidades federativas y llegando a presidir a nuestro país. La autocrítica debe ser descarnada pero las medidas de remedio mucho mas fuertes; es ahora o nunca, si no se hace algo de profundidad seremos una fuerza marginal y en progresiva descomposición; hay muchos antecedentes al respecto; si alguien cree que nunca va a ocurrir, simplemente que sigan en lo mismo y se esperen un poco para verlo; no habrán entendido nada. El PRD es factor de transformación social, con todo lo que supone de programa y fuerza electoral, o no vale la pena.

 

Recadito: Desde el PRI pero también desde el PRD, los que atacaban ferozmente a YUNES, ahora vienen con la cola entre las patas; destaca un personaje cómico conocido como el «trastupijes»…

 

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