El ser humano antes de llevar a cabo cualquier idea la imagina. ¿Acaso nosotros los mexicanos no tenemos derecho a imaginar y después llevar a cabo la idea de un México mejor?
Ya sé que algunos de mis conocidos se ríen de mi porque piensan que soy un soñador, que no tengo los pies sobre la tierra y que siempre escribo sobre cosas que jamás serán realidad. Sin embargo, a ellos les digo dos cosas: la primera es que están equivocados, mucho se ha convertido en realidad. La segunda es que las utopías aunque no se logren, mientras se buscan acercan al hombre a la perfección, por lo que jamás será malo perfeccionar poco o mucho nuestra sociedad.
Tu que lees este artículo vives en un municipio. Es tu primer contacto con las formas de gobierno. Seguro estoy de que te gustaría que las cuentas fueran más claras. Que se hicieran obras que verdaderamente requiera tu ciudad, y no sólo obras que le reditúen votos al alcalde en turno y a su partido político. Te apuesto que te encantaría que no hubiera corrupción, pues piensas como yo, que si comenzamos con el municipio, podemos continuar la lucha anticorrupción con el estado y de allí a la federación. Me atrevo a afirmar que estas consciente de que la corrupción no es sólo desviar recursos públicos, sino también hacer las cosas con una calidad inferior a la máxima que pueda dar cada ser humano, y por ello sabes que no sólo el sector público es corrupto, sino que también las relaciones en el sector privado, en los servicios, en los tratos entre particulares también están llenas de corrupción en muchos casos, aunque en otros, son limpias y transparentes.
Debemos estar conscientes de que errores se cometen en todos lados, pero eso no implica que no se señalen, es decir, todos debemos de estar dispuestos a que se nos señalen nuestros errores, reconocerlos y corregirlos. Otro de nuestros grandes males es la soberbia. ¿Cuántos mexicanos conoces que primero aceptarían morir a reconocer que se equivocaron?. Te cuento una anécdota. Hace unos días me distraje cuando estaba manejando, y me cambié de carril sin fijarme. Un taxista tuvo que hacer una maniobra desesperada para no golpear mi camioneta. Enseguida me acerqué a él y bajé el cristal, el hombre estaba con cara de preocupado esperando alguna agresión de mi parte. Le pedí disculpas y reconocí mi error. Me sonrió y me comentó que era la primera vez en sus muchos años en el volante, que alguien le pedía una disculpa, que su experiencia es que nadie reconoce que maniobró mal, que generalmente lo agreden aunque el error haya sido de la otra persona. Incluso me hizo notar que en lugar de haber terminado el episodio en mentadas de madre, ahora éramos amigos. Se puso el verde y ya no pude seguir la platica.
Lo anterior me hizo reflexionar sobre la cantidad de soberbia y orgullo que tenemos como valores culturales en nuestro país… Claro que conozco personas que jamás van a reconocer un error, ya sea porque están en un puesto encumbrado y consideran que tienen que ganar de todas todas, o simplemente porque su ego es tan pequeño que sienten que se destruirían si aceptan su equivocación. También he visto personas defender lo indefendible, sobre todo en ideologías religiosas, políticas o de futbol. De ahí que me gustaría imaginar un país dónde la autocrítica se convierta en algo cultural, dónde la retroalimentación tanto de lo bueno como de lo malo se convierta costumbre. Dónde quien reconozca sus errores sea a su vez reconocido socialmente como un integrante valioso de la sociedad, y dónde la soberbia y la intolerancia se conviertan en defectos rechazados por la propia sociedad en general.
Empatía, es lo que nos hace falta como valor cultural. Y vean cuántas cosas podrían evitarse si se tuviera empatía con el prójimo… Por cierto, la regla de oro, esa que después derivó en Ama a tu prójimo como a ti mismo, y que antes era, no hagas a los demás lo que no te gustaría que te hicieran a ti, debería de ser una regla de vida.
Ya no habría médicos que aspiren a cobrar una operación innecesaria sólo por obtener el dinero. No habría mal servicio en ningún lado, y si lo hubiera, el dependiente se disculparía. Tampoco habría malos tratos de parte del usuario o cliente. El mecánico no te cobraría de más, ni te robaría la gasolina del automóvil. El contador no te pediría dinero de más para pagar tus impuestos y quedarse con el sobrante. El abogado no pediría dinero para la mordida del funcionario aunque su verdadero destino fuera su bolsillo. El funcionario público no buscaría su beneficio personal sino el colectivo. Ya no habría grandes mochadas al comprar luminarias al socio del alcalde, o el representante popular no traicionaría a su gremio a cambio de beneficios económicos. Incluso el salario mínimo sería más alto. No habría dos mastógrafos en Córdoba que no se puedan usar por ineficiencias de los funcionarios públicos… No se golpearía a periodistas por el sólo hecho de estar realizando su labor.
Quizá lo más importante, México sería un mejor lugar para vivir, para ti, tu familia, tus amigos y en general para todos los mexicanos… ¿Por qué será tan difícil ser empáticos y solidarios? ¿Por qué somos educados en el egoísmo de privilegiar el yo por encima del nosotros? En lo personal me resulta increíble nuestra hipocresía como sociedad. Presumimos ser católicos y últimamente un buen sector de la población cristianos, más unos cuantos musulmanes y miembros de otras religiones, pero sólo lo somos para el desmadre, la fiesta, la procesión, o que nos vean los domingos en misa o en el servicio. Pero para lo verdaderamente importante, que todos como nación disfruten de una mejor vida, para eso somos ajenos totalmente a las enseñanzas de todas las religiones… ¨Irá, engaño, mentira, abuso, explotación, odio, robo, dolor, sufrimiento… pierden los débiles (que no siempre son los más pobres) y ganan los malos¨ Esto es lo que verdaderamente describe nuestro querido México.
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