“En que forma procederemos ahora a persuadir a los magistrados, o por lo menos a los demás ciudadanos, de alguna mentira del género de las que hemos dicho eran de gran utilidad -¿Qué género de mentira es ese? -No tiene nada de nuevo ha nacido en Fenicia y, por lo que dicen los poetas, que parecen persuadidos de ello, es un hecho real, que se ha dado ya en diversos lugares, Pero en nuestros días no ha ocurrido, y ni siquiera sé si alguna vez llegará a darse. No es pequeña cosa hacerlo creer.- ¡No te cuesta poco trabajo decirnos de que se trata¡ Cuando lo hayas oído, verás que no sin razón procedió así. Habla y nada temas.- Voy a decírtelo; más en verdad que no sé dónde encuentre la audacia o las expresiones de que necesito para intentar persuadir a los magistrados y a los guerreros primeramente, y luego al resto de los ciudadanos, de que solamente en sueños han recibido la educación que les hemos dado; que en realidad han sido creados y formados en el seno de la Tierra, así ellos como sus almas y cuanto les pertenece; que después de haberlos formado, la Tierra su madre los ha dado a luz; que, por tanto, deben considerar a la tierra que habitan como madre y nodriza suya, defenderla contra quien quiera que ose atacarla, y tratar a los demás ciudadanos como hermanos salidos del mismo seno – No sin motivos temías cuando empezaste a contarnos esa fábula – .

– Convengo en ello. Más, puesto que he empezado, escucha lo que falta. Todos vosotros sois hermanos, les diré; pero el Dios que os ha formado ha hecho entrar oro en la composición de aquellos de vosotros que son aptos para gobernar a los demás; así son los más preciosos. Ha puesto plata en la composición de los guerreros, hierro y bronce en la de los labradores y demás artesanos. Como todos poseéis origen común, tendréis por lo regular, hijos que os asemejen, más podrá ocurrir que un ciudadano de la raza de oro tenga un hijo de la raza de plata, que otro de la raza de plata traiga al mundo un hijo de la raza de oro, y que otro tanto ocurra a las demás razas. Ahora bien, el Dios ordena ante todo a los magistrados que cuiden y atiendan principalmente al metal de que se componga el alma de cada niño. Y si sus propios hijos tienen una mezcla de hierro o de bronce, no quiere el Dios que en modo alguno hallen gracia ante los magistrados, sino que estos los releguen al estado que les convenga, sea el de artesano o el de labrador. Quiere asimismo que si éstos últimos tienen hijos que dejen ver oro y plata en su composición, sean elevados los unos a la condición de los guerreros, y a la de magistrados los otros, porque hay un oráculo que dice que la república perecerá cuando sea gobernada por el bronce o por el hierro».

De esta manera, un tanto novelesca, planteaba Sócrates a Glauco una teoría, que en las grandes Culturas Iniciáticas ha sido considerada como una gran verdad. Sin embargo Platón es muy cuidadoso al hacer decir a Sócrates que esto es una fábula, pero también le hace expresar que » No veo medio alguno de convencer de ello a aquellos a que nos referimos, más creo que podrá persuadirse de eso a sus hijos y a todos los que vayan naciendo después » pues cualquier alto iniciado, y tanto Sócrates como Platón lo eran, saben que la humanidad tiene una evolución cíclica; conforme el sol avanza entre las constelaciones, y que a una era de luz le sigue una de oscuridad. La manifestación de las polaridades también se da en el Cosmos e influyen plenamente a la tierra y con esta a los seres más perfectos dentro de la imperfección terrena. Sócrates vive en un período comprendido entre 469 a. d. C. o sea 4 ó 5 siglos antes de que el sol entrara en la Constelación de Piscis, que se anuncia con la llegada del Cristo, declinando así la era de Aries, recordemos la búsqueda del vellocino de oro; entraba Aries después de un gran esplendor en un período de decadencia, y esto se manifiesta con la persecución de los filósofos y el asesinato de Sócrates, por lo tanto el escepticismo empezaba a hacer presa de sus garras al pueblo griego y en su exposición de una verdad iniciática, Platón tenía que ser cauteloso y presentarla como una fábula. Pero el proceso evolutivo de la humanidad marcado por las influencias cósmicas señalan siempre un ascenso y un descenso, una edad de oro y una edad de hierro, y la edad de oro se da cuando precisamente » entra más oro » espiritual en los seres de esa época, y la edad de hierro cuando » entra más hierro » en los seres que se manifiestan durante la misma. Este es el sustento de la teoría Socrática o Platónica de que la República deben gobernarla los Sabios o los Filósofos. Cuando Platón se refería a esto lo hacía pensando no en filósofos académicos o intelectuales, sino en seres con » oro » en sus espíritus, verdaderos amigos de la Sabiduría, Sabiduría Divina, Sagrada, Cósmica; verdaderos Sabios Espirituales. En una República o Sociedad Iniciática donde los hombres vuelven a lo sagrado, todo es Sagrado: la música, la medicina, las artes, el gobierno, etc., y la sociedad está estructurada conforme se manifiesta el Cosmos a la hora en la cual el individuo nace. Así se hacía entre los mayas, los toltecas, los egipcios, los tibetanos, etc. La sociedad regida por los sacerdotes, que preparaban a los Reyes-Sacerdotes para gobernar, conocían cuando el niño nacía, conforme a sus aspectos planetarios, su condición psíquica, física, emocional e intelectual y de esta manera podían ubicarlo conforme a sus vocaciones verdaderas; en una Sociedad de esta índole no había alteraciones egoístas de grupos e individuos, pues como lo único que se buscaba era ubicar a cada quien en su verdadero lugar, todo mundo aceptaba estas sabias decisiones.