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Cultura Colectiva

Son pocas las tribus como la de la isla Sentinel del Norte. Nadie extraño ha pisado este sitio, nadie siquiera se atreve a intentarlo porque todos saben que de hacerlo, el único e irremediable destino sería la muerte. Desde afuera, parece sólo una isla más del océano Índico: una isla paradisiaca con aguas cristalinas y costas idílicas y mágicas.

Resulta un destino casi de ensueño, pero esa fantasía no dista mucho de convertirse en pesadilla si piensas que podrías morir con una lanza que atraviese tu cuerpo. Desde hace 60 mil años, una tribu poco conocida habita la isla. En 72 kilómetros cuadrados, ningún extraño puede poner un pie. Nunca han tenido contacto con el mundo exterior y mantienen intactas sus costumbres y tradiciones.

Para los ojos ajenos casi no hay información con lo que ocurre al interior de las costas. Aviones que han sobrevolado para conocer más, han sido apuntados con lanzas y, con enorme fuerza y destreza, avientan piedras como si el avión se tratara de una especie de pájaro enorme.

La Isla pertenece a la India, pero el gobierno decidió dejar de preocuparse por lo que ocurra en su interior y dejarlos vivir en paz, sin embargo, los habitantes son tan peligrosos y hostiles que el gobierno de ese país decidió evitar incidentes con un perímetro de casi 5 kilómetros de mar. Nadie puede ir más cerca de eso por su propio bien.

lanzas isla sentinel del norte

En 2006, los habitantes de la isla Sentinel del Norte mataron a dos pescadores que intentaron penetrar la zona para obtener el preciado pescado que se encuentra en esta zona. Les llaman “la tribu que vive en la edad de piedra” y muchos creen que sobreviven cultivando la tierra y pescando lo que esté a su alcance.

Son considerados la sociedad más vulnerable del planeta y podrían extinguirse si de pronto una epidemia se hace presente en ese sitio, por lo que muchos consideran que la intrusión de algún extranjero podría provocar su total extinción.

Nunca nadie intentó colonizarlos ni saben qué es la civilización moderna. En 1896 un convicto Hindú escapó de la prisión con una balsa improvisada que llegó a las costas de la isla Sentinel del Norte. Días más tarde su cuerpo fue encontrado en la playa lleno de perforaciones provocadas por flechas y la garganta cortada.

El primer incidente ocurrió en el año 1876 cuando un barco mercante de la India naufragó en la isla. Los 106 pasajeros ni siquiera se atrevieron a pisar la arena. Permanecieron arriba del navío. Temerosos sólo esperaban el rescate. Los nativos los hostigaron todo el tiempo hasta que un barco británico los rescató.

isla barco sentinel del norte
En uno de sus escritos, Marco Polo relata una experiencia que parece ser basada en este inhóspito sitio: “si un extranjero llega sus tierras, lo matan inmediatamente y acto seguido se lo comen”.

El 2 de agosto de 1981 un barco llamado Primrose encalló en los arrecifes de la isla. Los tripulantes notaron a un hombre en la playa, portaba flechas y lanzas. El capitán intentó usar la radio para pedir ayuda, de pronto, unos cincuenta hombres salvajes con armas caseras, construían pequeñas balsas para llegar al barco al atardecer. Los rescataron poco después y no ocurrió ningún infortunio.

Se cree que la isla tiene entre 50 y 400 miembros, en muy pocas ocasiones han sido captados por una cámara. La información que se tiene sobre su supervivencia son especulaciones porque el follaje de los árboles y el nulo contacto con el exterior, hacen imposible estudiarlos.

isla sentinel del norte
Las típicas clases de antropología dirán que la globalización no permite la identidad cultural que antes caracterizaba a distintos pueblos; sin embargo, en esta isla parece que la regla se rompe. Una sociedad que no permite su análisis puede ser pensada de otro modo.

Se convierte en la excepción que rompe la regla. Nadie entra y nadie sale, como si se tratara de un gueto voluntario pero también necesario. Viven en otro mundo, en otra realidad, los conflictos bélicos, el Internet y la tecnología no existen para ellos. Viven bien y, suponemos, felices, porque se dieron cuenta que lo único que realmente valía la pena era no dejar que sus costumbres se perdieran y alguien más impusiera su cultura.

Nadie más pudo y son tan valientes que deberíamos involucrarnos en su preservación. No son atrasados, pero sí diferentes. Nos ponemos en su lugar sin saber de dónde partimos. Existe una tribu de Etiopía, por ejemplo, que utiliza nuestra basura como joyería: globalidad y destrucción, pero ellos, los nativos de la isla Sentinel del Norte, en realidad no han experimentado el cambio.