En los últimos días hemos testificado actos de violencia de diversos órdenes: agresiones, asesinatos, balaceras, e incluso, un ataque a una mujer que se ejercitaba en el parque Natura de esta ciudad capital. Estamos en situación crítica –sin exagerar- en donde la inseguridad carece de límites. ¿Cómo hemos llegado a este punto?
Considero que no hay una respuesta sino muchas para responder al cuestionamiento; en algún momento de nuestra historia reciente hemos fallado como núcleo social. Hemos perdido valores de respeto a la convivencia y a la vida de los demás. Seguir por esta ruta nos llevará a un vacío del que difícilmente podremos salir.
No se trata de voltear la mirada a otro lado ni de juzgar a nadie. ¿Problemas económicos? Vamos, éste lo hemos tenido por décadas y aún así no había la violencia que hoy padecemos. Hemos perfeccionado leyes y códigos, tenemos una mayor participación como sociedad civil, podemos hacer denuncias públicas mediante las redes sociodigitales, se han cambiado modelos educativos y aún así, la violencia persiste.
Entonces si los que vivimos épocas mejores no hacemos algo, la herencia social que dejaremos será la peor de la historia. De ahí la importancia de atender a nuestra niñez y juventud. No con palabras sino con hechos. Utilizar todos los mecanismos legales que tenemos al alcance y poner todo el empeño personal y familiar en trabajar por mejores condiciones sociales, de cohabitación, de respeto, tolerancia y aceptar las diferencias.
Dice el diputado Francisco Garduza Mazariegos que en nuestro estado es necesario el esfuerzo coordinado de los tres niveles de gobierno y de la población para dar mayor atención a la infancia, garantizar el ejercicio igualitario de todos sus derechos y dar seguimiento a la implementación de la Ley de Protección de los Derechos de Niñas, Niños y Adolescentes del Estado.
Recordemos que en julio 2015 fue promulgada en Veracruz la Ley 573 en materia de derechos de Niñas, Niños y Adolescentes del Estado y entre otras cosas, en el artículo 9 establece que en la aplicación de la presente Ley tomarán en cuenta las condiciones particulares de niñas, niños y adolescentes en los diferentes grupos de población, a fin de proteger el ejercicio igualitario de todos sus derechos.
“Las autoridades estatales y municipales, en el ámbito de sus respectivas competencias, adoptarán medidas de protección especial de derechos de niñas, niños y adolescentes que se encuentren en situación de vulnerabilidad por circunstancias específicas de carácter socioeconómico, alimentario, psicológico, físico, discapacidad, identidad cultural, origen étnico o nacional, situación migratoria o apátrida, o bien, relacionadas con aspectos de género, preferencia sexual, creencias religiosas o prácticas culturales, u otros que restrinjan o limiten el ejercicio de sus derechos.”
El artículo 10, consagra que es deber de la familia, de la comunidad a la que pertenecen, del Estado y, en general, de todos los integrantes de la sociedad, el respeto y el auxilio para la protección de los derechos de niñas, niños y adolescentes, a fin de garantizarles un nivel adecuado de vida, así como exigir el cumplimiento de los principios reconocidos en la citada Ley.
Precisamente, en la familia es donde debemos enfatizar nuestra labor. Eduquemos para un mejor futuro, aún estamos a tiempo, después, quién sabe si lo tengamos.
Por hoy es todo, les deseo un excelente día y nos leemos en la próxima entrega.