El presidente del PRI, Enrique Ochoa, insiste ante los militantes de su partido en que el presidente Enrique Peña Nieto es su “capital político” más importante. Desconozco si en verdad lo piensa o es sólo un recurso retórico, pero las estadísticas contradicen de manera contundente esa afirmación.

Desde el inicio del gobierno las encuestas muestran bajos niveles de aceptación del presidente. La más reciente (Reforma, 11.08.16) sostiene que entre la población en general tiene 23% de aceptación y entre los líderes, 18 por ciento. Los primeros dan 3.9 de calificación a la gestión del presidente y los segundos 3.2. En la serie de dicho periódico, son las valoraciones más bajas de estos tres años y medio.

Para dimensionar el nivel de la caída hay que anotar que el presidente en abril del 2013, a cuatro meses de haber iniciado su gobierno, entre la población en general tenía 50% de aceptación y entre los líderes, 78 por ciento. La caída, que ha sido sostenida, es de 27 puntos entre los primeros y de 60 puntos entre los segundos.

En abril del 2013 el presidente entre la población en general tenía una calificación de 6.3, y ahora de 3.9; entre los líderes, de 7.1, y ahora, de 3.2. La caída, que ha sido sostenida, es de 2.4 puntos entre los primeros y de 3.9 entre los segundos. Estos números de Reforma coinciden con los de otras encuestas.

Es cierto que las encuestas son fotografías de un momento y no un dato para siempre, pero también que, cuando los resultados que arrojan se mantienen constantes a lo largo del tiempo, las cifras que ofrecen ya difícilmente pueden cambiar. El comportamiento de los números indica que se debe esperar que la aceptación del presidente todavía caiga más en los próximos meses.

Datos de la misma encuesta, que pueden explicar la mala valoración del presidente, son que 76% de la población piensa que el país va por mal camino y sólo 10%, que por bueno. En abril del 2013 lo primero lo refería 32% y lo segundo, 34 por ciento. En julio del 2015 40% de la población decía que la corrupción había aumentado en este gobierno y ahora lo afirma 55 por ciento.

Con los números de esta encuesta —también lo muestran las otras— no se puede sostener que el presidente sea el “capital político” más importante con el que cuenta el PRI, como lo afirma su actual dirigente. La percepción que la ciudadanía tiene del presidente le resta y no le suma a su partido. Eso se ve con claridad en las encuestas de los estados.

La investigación académica prueba que cuando un presidente tiene una buena valoración, no implica ninguna carga negativa para el candidato de su partido, y que incluso puede influir marginalmente de manera positiva en el electorado. Prueba también que si la valoración del presidente es mala, ésta sí influye negativamente y de forma decisiva sobre los electores.

Twitter: @RubenAguilar