Pero cómo vamos a estar satisfechos de los resultados obtenidos por nuestra delegación olímpica en Río 2016. Cinco medallas, tres de plata y dos de bronce, de Misael (boxeo), Lupita (caminata), Ismael (pentatlón), Germán (clavados) y Rosario (taekwondo), que tienen un gusto muy dulce, pero que al final nos dejan un cierto sabor a amargor, a amargura, a decepción y a resignarnos como mexicanos: ¿es esto a lo más que podemos aspirar como mexicanos en el mundo deportivo internacional?
¡Por supuesto que no!, una delegación de 121 atletas se merecía todavía más, y un país de 120 millones de habitantes, ¡digo!, ¡pues claro que se puede aspirar a más, estaríamos jodidos –y perdone usted el exabrupto-, seríamos unos pobres mexicanos si ese pobre horizonte fuera nuestro tope, me refiero a las cinco medallas que ganaron con tanto ahínco nuestros atletas, de los cuales nos sentimos profundamente orgullosos! Este país da para más deportivamente hablando, pero como siempre, en México puede más la desorganización deportiva, el amiguismo, la mezquindad, la corrupción, la deshonestidad, la falta de visión y muchas otras cosas más, aquí le paro porque no terminaría.
El fracaso no se fragua de un día para otro, hasta esto hay que construirlo, hay que trabajarlo, cuesta, pero cuando hay empeño, seguro que se logra el fracaso. Es un largo proceso, normalmente, casi como una ley, un fracaso antecede a otro fracaso, y así hemos venido repitiendo esta historia interminable de fracasos desde hace cuando menos un siglo, el siglo XX, en el que los fracasos deportivos se repitieron infinitamente. Sí, hubo algunas excepciones de las cuales ya hemos hablado, ponderado y aplaudido en estos mismos espacios, pero desgraciadamente son las excepciones que confirman la regla.
Y todo ello es producto de que en México no tenemos –nunca hemos tenido- al deporte como una prioridad, no tenemos un verdadero sistema deportivo y el proceso educativo no contempla dentro de sus ejes y estrategias centrales a la actividad física. El deporte en este país significa salir al recreo en la primaria a correr, a jugar y a comer alguna golosina; en la secundaria, el deporte significa, en las escuelas públicas, medio ensayar para los desfiles del 16 de septiembre y párale, y si en las escuelas llega haber una cancha de usos múltiples, fundamentalmente para el volibol y el basquetbol, mejor se utiliza para medio jugar futbolito porque es tanta la dominancia de esta práctica en la imaginación pública de este país, que parece que es lo único que sabemos hacer los mexicanos.
O sea, ni jugamos voli o básquet, y somos de media tabla en el fútbol, no servimos para los dos primeros y medio destacamos en este último. Entonces, cuando tenemos a alguien que destaca en clavados, en taekwondo, en marcha, en tiro con arco, en boxeo o pentatlón, es porque hubo un verdadero interés de parte quien lo practica, y también porque en su casa la familia fue un factor central que le permitió al practicante deportivo destacar en alguna disciplina deportiva en particular. ¡Así no se puede!, en México son verdaderos garbanzos de a libra los que logran triunfar en una disciplina deportiva.
Mención aparte merece el hecho, por demás penoso, de que al frente de la dependencia se encuentre un hombre como Alfredo Castillo, por supuesto amigo del presidente, al que yo no estoy tan seguro que su amigo le haya ordenado, ante el clima de tanto desbarajuste que vive el país. “Mira, Alfredo, ve y hazte cargo de la Comisión Nacional de Cultura Física y del Deporte (CONADE), y como no tengo muchos problemas de qué ocuparme y preocuparme, por favor se la haces de pedo a las federaciones, peléate con todas ellas, trata de poner algo de orden y si no te rinden cuentas y se pliegan a tu autoridad, ¡chíngalas, tienes todo mi apoyo, faltaba más!, ah, y al cabrón de Carlos Padilla Becerra también lo chingas, hazle sentir quién es el que manda en el deporte mexicano”, y por supuesto que el otro –Castillo-, al que no le gusta liarla, el soberbio amigo del que manda, que siente que se las sabe de todas, todas, ni tardo ni perezoso que se va a la CONADE y que pone eso de cabeza, y ahí están los resultados.
¡No, pues así no se puede! Al señor le gustará mucho el deporte blanco, pero es un perfecto inepto que de cultura física y del deporte no sabe nada. Ya lo había dicho yo cuando lo mandaron dizque a pacificar Michoacán, nada más había que ver al tipo cuando recibía a Denise Maerker cuando llegaba a tierras purépechas a hacer reportajes sobre la problemática local, Alfredo Castillo la recibía con sus coordinados, con esa imagen displicente de quien anda muy quitado de la pena, como si el gravísimo problema que le encargaron resolver fuera un juego de niños, un juego de pendejos –perdone usted nuevamente-, que se resolvía con la mano en la cintura.
Ni modo, con estos dirigentes deportivos seguiremos viendo pasar por enfrente de nuestras narices a los Michael Phelps, a los Usaín Bolt y a las Simone Biles, nada más nos queda lamernos los bigotes.
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@marcogonzalezga