Los animales también sufren las consecuencias de situaciones como el terremoto que ha devastado el centro de Italia, si bien su situación también se divide en salvadores y damnificados.
Las zonas del desastre que se desató en la madrugada del miércoles con un terremoto de 6 grados en la escala abierta de Richter están siendo rastreadas por perros con los que las autoridades buscan ya sean cadáveres como posibles supervivientes bajo los escombros.
En Accomuli, uno de los pueblos más afectados, varios cánidos recorren sus destruidas y polvorientas calles olisqueando en busca principalmente de un signo de vida.
Pero en este contexto también se da la otra cara de la moneda, la de los perros que han logrado escapar del desastre y que ahora se encuentran con sus dueños en los campamentos habilitados, tras perder sus hogares.
La pasada noche unas 1.200 personas fueron alojadas en tiendas de campaña y otras instalaciones dispuestas por las autoridades para evitar que estuvieran en sus casas o a la intemperie, según datos oficiales conocidos hoy.
En uno de esos campamentos, el del Arquata del Tronto, un perro de caza permanece atado a una de las farolas y se muestra inquieto, quizá tras haber sentido las cientos de réplicas que se han sucedido durante la noche.
Al animal no le falta su ración de comida: macarrones con tomate, como los que seguramente cenaron sus dueños anoche, en caso de que hayan sobrevivido.
El perro gime y estira la correa para tratar de tocar a las personas que deambulan por el campamento, algunas de las cuales juegan con él mientras que otros le ignoran mientras llaman nerviosamente por teléfono.
Otros habitantes del campamento pasean a sus mascotas a primera hora de la mañana, quizá para no faltar a su rutina.
El movimiento sísmico que azotó la zona central de Italia el miércoles, y que continuó en la noche pasada con más de trescientas réplicas, ha causado por el momento la muerte de 247 personas, aunque se teme que el número definitivo sea mayor puesto que hay aún decenas de desaparecidos.