La influencia de las series americanas se hace sentir, sobre todo en la juventud mexicana. Ellos piensan que los mexicanos somos importantes para alguna autoridad. Fuera de el SAT, no tengo la mínima referencia de que le interesemos a nadie más. Y por ello, vivimos casi de milagro en este país, gracias al concepto de cardumen: ¨Somos tantos que esperamos que lo malo le pase a otro¨.

Paso a explicarme, y le voy a poner un ejemplo y otro y otro, hasta acabar el espacio. Comencemos con la seguridad en los transportes públicos. Cualquier persona que use un transporte urbano o un autobús para trasladarse de una ciudad a otra, habrá vivido la experiencia de choferes que no tienen la mínima idea de cómo se debe de manejar con precaución, personas que llegan a ese trabajo por necesidad pero sin ninguna capacitación. Esos mismos choferes que son responsables de muchísimos accidentes al año, recibieron su licencia de manejo sin la mínima evaluación por parte de nadie. Si a eso le añade la nula supervisión de los vehículos de transporte público, sabrá que es normal que haya graves accidentes, ya que las condiciones físicas y mecánicas de los autobuses en algunos casos son equivalentes a chatarra ambulante.

Lo mismo sucede con los vehículos de transporte de carga. Es sabido en todo México que muchos de los choferes se drogan para aguantar las largas y tediosas jornadas de trabajo. Esos mismos choferes son los que manejan trailers de doble remolque, esos que tantos accidentes han causado, y que están prohibidos en todos los países civilizados. En México no están prohibidos porque ni somos un país civilizado y también porque muchos políticos son también transportistas y a ellos les conviene ahorrar el salario de un chofer, y la compra de otro tracto camión para mover ese segundo remolque. Así, las influencias, el dinero y la necesidad son más importantes que las vidas de los mexicanos en las carreteras y ciudades.

¿Y que decir de los automovilistas? Cuántos reciben cada año la licencia de manejo sin conocer un mínimo tanto de reglamento de tránsito como de manejo defensivo. Esa irresponsabilidad de las autoridades también genera accidentes, heridos, seres humanos dañados de por vida, y también muertes.

Aprovechando que estamos en el tema de los vehículos automotores. Otra situación que indigna es la falta de reglamentos que exijan un mínimo de seguridad en los automóviles que se venden en México. Una vez más hago referencia a países civilizados, en los cuáles se obliga a las armadoras a que los autos tengan un mínimo de medidas de protección y seguridad, por ejemplo, frenos ABS, cinturones de seguridad de tres puntos tanto para pasajeros delanteros como traseros, bolsas de aire, asistente de frenado, control de estabilidad y algunas otras ayudas electrónicas. Lamentablemente en México se comercializan vehículos que en otros países están prohibidos, por su falta de medidas de seguridad. Uno de ellos es el Tsuru, que ya va a desaparecer del mercado, pero que se utiliza como taxi en todo el país, exponiendo la vida de conductores y pasajeros, tan sólo porque las armadoras han logrado acuerdos con el gobierno de México para no encarecer sus vehículos con medidas de seguridad, sin importar si los mexicanos que adquieran y usen esos autos corran graves riesgos.

Si a estas alturas no esta usted convencido de que un mexicano no le importa a nadie, salvo amigos y familia, siga leyendo y seguirá el mal sabor de boca.

Usted piensa que los alimentos que come, tienen un mínimo de supervisión por parte de la secretaría de salud. La realidad es muy diferente, la SSA no tiene capacidad humana, ni laboratorios y en última instancia, ni el interés en vigilar la calidad sanitaria de los alimentos de consumo humano o animal. Así que recordando a un buen amigo ya fallecido, le diré que cuando usted mira su queso de hebra, no sabe que cosa lo está mirando desde el queso de hebra. Así, los mexicanos sobrevivimos a alimentos de mala calidad, contaminados e incluso en mal estado, sin ninguna posibilidad de saber si algo nos hará daño en el corto o largo plazo.

Hace poco se midió la concentración de plomo en la ciudad de Xalapa, y estaba por encima de los niveles permitidos y considerados sin riesgos para la población, pero tampoco eran niveles demasiado riesgosos… Pero… nadie hace nada por combatir la contaminación de ese metal pesado, no sólo en Xalapa sino en todas las ciudades grandes, en particular la cdmx. Es sabido que no todos los humanos resistimos la acumulación a largo plazo de plomo y otros metales venenosos, así que muchas de las enfermedades crónicas y mortales se deben a la contaminación, no sólo del medio ambiente, sino también del agua que diariamente bebemos. Y seguro ya adivinó, a nadie le importa ni ninguna autoridad hace nada por remediarlo.

No sólo no importamos a nadie los mexicanos actuales sino que los mexicanos del futuro son todavía despreciados con mayor énfasis. La total falta de cuidado del medio ambiente, y el tremendo nivel de ignorancia a nivel nacional provocan que a las siguientes generaciones les heredemos un medio ambiente cada vez más degradado. Las consecuencias serán graves, muy graves, y para muestra un botón: El Pico de Orizaba ha perdido la mayoría de sus glaciares y el Jamapa está a un 50% de su nivel normal. Es decir, todas las cuencas que se alimentan del Pico de Orizaba van a sufrir por faltante de agua en el futuro, y eso, ….. ¡ Sí ¡ ¡ Adivinó ¡ A nadie le importa. Ni la pérdida de bosques, ni la biodiversidad perdida, ni la terrible contaminación de aguas y ríos por parte de la mayoría de los municipios del país. Y no importa porque en nuestra ignorancia, a los pobladores (no me atrevo a llamarlos ciudadanos) no nos interesa y por ende, no genera votos una acción a favor del medio ambiente.

Si el mexicano importara, tendría educación pública de calidad. Tendría servicios médicos de calidad, y no tanto faltante de medicinas y equipo, que a su vez provoca muertes innecesarias, pero muy reales. Tendríamos en general un nivel de vida de calidad, con policías que nos cuiden. Tendríamos una procuración y administración de la justicia pronta y expedita. Tendríamos incluso un mejor nivel económico, pues la corrupción e impunidad nos cuesta a todos, no sólo en lo que pagamos, sino en las oportunidades que México pierde como país para generar empleo gracias a una inversión extranjera y nacional que no llega a nuestro país, porque no hay confianza en su futuro, ni en las autoridades, ni certeza jurídica. Por todo esto, y por mucho más que ya no alcanza el espacio para mencionar, reitero mi afirmación de que el mexicano no le importa a las autoridades mexicanas, pero tampoco le importa al mexicano, pues permitimos todos, que esto pase.

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