El 24 de agosto del 2016 el gobierno y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) firmaron el alto al fuego bilateral y definitivo que pone fin a 52 años de guerra civil. Ahora se está a la espera del plebiscito ciudadano, que se celebra el 2 de octubre, para ratificar el acuerdo. En el tiempo que participé en la guerrilla salvadoreña (1977-1984), las FARC, con las que teníamos relación, eran un referente a considerar.
Las FARC surgen en mayo de 1964, a partir de un reclamo campesino y la respuesta del Ejército que los agrede. Su fundador y líder indiscutible fue Pedro Antonio Marín, Tirofijo (1930-2008), un pequeño productor de la región de Medellín. Llegaron a contar con 22,000 efectivos en armas que en la profundidad del territorio se hicieron fuertes y llegaron a controlar grandes extensiones de la geografía colombiana.
El complejo proceso de paz inició oficialmente el 18 de octubre del 2012 en La Habana. Tuvo cinco etapas y cada una de ellas terminó con acuerdos que contemplan temas como: tierra para los campesinos, la participación política y la seguridad de los integrantes de las FARC, el narcotráfico, las víctimas y reparación del daño, el esclarecimiento de la verdad, la justicia y reconocimiento de la responsabilidad de los implicados.
Los artífices de la paz han sido por el lado del gobierno Juan Manuel Santos, el presidente de Colombia, y Humberto de la Calle, el jefe negociador del gobierno. Por el lado de la guerrilla Rodrigo Londoño, Timochenko, máximo dirigente tras la muerte de Tirofijo y Alfonso Cano en el 2011, y Luciano Marín Arango, Marcos, el segundo al mando. El mayor enemigo del proceso de paz ha sido Álvaro Uribe, que fuera presidente del país.
El saldo de estos 52 años de guerra es terrible: 220,000 muertos, de ellos 177,307 civiles y el resto combatientes y soldados; 25,000 desaparecidos; 21,000 secuestrados; entre seis y siete millones de desplazados en el territorio por la violencia. Hay también 75,000 personas afectadas en sus propiedades y bienes; 55,000 que sufrieron actos terroristas y 11,000 afectadas por las minas personales.
Por ahora y mientras se resuelven todos los detalles y se construye el andamiaje jurídico y crean las condiciones, para que los guerrilleros se reintegren a la vida civil se han reubicado en 23 zonas de concentración temporales que tienen acceso por tierra o ríos. En su momento los integrantes de las FARC harán entrega de sus armas a un Comité Internacional designado por la ONU.
Colombia con la firma de la paz entra a otra etapa de su historia. Queda pendiente la negociación con el Ejército de Liberación Nacional (ELN), guerrilla de dimensión mucho menor que las FARC. El compromiso del gobierno que encabeza Santos y de la guerrilla que lidera Londoño merecen el reconocimiento de los colombianos y la comunidad internacional. Es incomprensible que después de tanto sufrimiento y dolor haya quien se oponga a la paz.