“La postmodernidad es pues una filosofía antihumanista y en consecuencia, individualista que en el plano de la educación se dirime en la hegemonía de la tecnología, en la importancia del saber y del conocimiento en la sociedad del futuro y en la necesidad de la innovación permanente”. Antonio J. Colom Cañellas La entidad veracruzana está inmersa en la vorágine que conlleva la convocatoria a participar en el Plan Veracruzano de Desarrollo, que se está efectuando en las instalaciones de nuestra Universidad Veracruzana (U.V.) en Xalapa. El llamado del Lic. Miguel Ángel Yunes Linares gobernador electo para el período 2017-2018, es un fuerte atractivo para los universitarios de todas las disciplinas del saber que ofrece la U.V., pero principalmente para las féminas que desean coadyuvar en este gobierno. Como egresado de una de las casa de estudios de nuestra U.V. considero dicha convocatoria pobre y excluyente, ya que la entidad veracruzana es una entidad cosmopolita donde no sólo están las mejores normales públicas del país, sino convergen profesionales de diversas universidades privadas y públicas. Pero allá él, sus fobias y filias. El propósito de esta reflexión es compartir con los interesados en la problemática educativa de Veracruz y en la búsqueda de propuestas que, con el apoyo gubernamental se logren. Lo que la mayoría de los involucrados en este hermoso quehacer sabemos es que la educación es un encuentro que se busca intencionalmente con la finalidad de satisfacer las necesidades ontológicas y las necesidades históricos culturales del ser humano genéricamente hablando. Así como las necesidades culturales específicas de un contexto histórico social. Por ello todo encuentro educativo es un encuentro intergeneracional entre grupos humanos y es por esencia un encuentro comunicativo, con la finalidad de trasmitir y recrear la cultura. Estos a pesar de que sabemos que características deben tener para se trasmita y se recree la cultura. Como el de proponer elementos culturales que se suponen válidos o verdaderos en cuanto al mundo científico o tecnológico y a cuestiones de consenso si nos referimos a los valores y a otras formas de convivencia normativamente dirigidas, inclusive se puede tratar de la enseñanza aprendizaje de procesos relativos a la vida cotidiana. De igual manera las verdades de la ciencia y los procesos tecnológicos se demuestran lógicamente y empíricamente. Lo procedente de los procesos tecnológicos se demuestra con los beneficios. En estos procesos no hay lugar para la imposición ni para el dogma, de igual manera la cultura es un producto histórico que es patrimonio de las generaciones y cada una de ellas tiene la necesidad y el derecho de adquirirla críticamente y de recrearla. Docentes, directicos, autoridades y todo aquel interesado en la trasformación y mejoramiento de la sociedad por medio de la educación debe conocer estos postulados, que aunados a los principios elementales de los aprendizajes significativos, reforzados por la fuerza lógica de los argumentos y el convencimiento ejemplar de las vivencias axiológicas. Lo anterior a través de acciones didácticas sistematizadas, versátiles y creativas que humanizan al hombre y a la mujer. En sus tres vertientes o modalidades, las que se engloban estos procesos educativos, los cuales son:
Encuentros críticos y creativos. Encuentros conflictivos y encuentros intrascendentes.
En la primera acción el docente no es un simple facilitador o trasmisor de la cultura, es también un recreador de la cultura y en especial es un recreador de la cultura pedagógica cuando rescata su práctica y la estructura en propuestas sistematizadas que comparte con sus compañeros profesores y directivos. La acción o práctica social estudiantil es también complemento fundamental del hecho educativo, ya que el estudiante (desde los niveles maternal y preescolar hasta las etapas superiores como la universidad) es en cierto sentido, aprendiz sin connotaciones peyorativas, es la persona que necesita adquirir conocimientos, habilidades en si la cultura, que el docente debe dominar, teniendo en cuenta que esta se visualiza como parte esencial de la educación y no como una simple actitud receptiva y subordinada a las políticas educativas o a directrices de los docentes, donde el, aporta una actitud participativa, responsable, consciente y crítica frente a los productos que se le ofrecen, y no deben aceptarlos pasivamente, permitiendo ambos llegar a consensos éticos y racionales. Los segundos, definitivamente no son recomendables y deben evitarse, primeramente el docente tratará de evadir que la relación que se da entre él y los estudiantes sean impulsadas por paradigmas inadecuados: Defendiendo intereses de grupo o clase social, considerar que los adelantos científicos, técnicos y filosóficos son inmutables, detener el proceso de cambio dinámico o dialéctico, desconocimiento del hecho educativo, predominio de procesos informativos sobre comunicativos, desconocimiento de los intereses de los estudiantes, del quehacer educativo, vivencias axiológicas, así como considerar al estudiante como un receptor pasivo, dando prioridad a procesos de acreditación de tipo burocrático, y eliminar a las instituciones educativas la pertinencia social, filosófica, teórica y metodológicas necesarias. Estas u otras actitudes y paradigmas han hecho que la mayoría de los procesos educativos contemporáneos, en casi todos los niveles y modalidades sean conflictivos. Y el último encuentro es, desgraciadamente abundante, no solo en las universidades, sino que muchos docentes sin reparar sus clases ni materiales indicados en sus programas, improvisan con anécdotas personales y cuestiones pueriles lo que debería ser un ambiente de aprendizaje. Lo anterior nos debe de servir como una pauta de conducta, de la que obtendremos singular enseñanza, pues lo que sucede en la enseñanza se multiplica en cualquier ámbito, no por nada la educación está inmersa en todos los momentos y etapas de nuestra existencia. ¡Estamos! alodi_13@nullhotmail.com
*Maestro Emérito de México