*La primera igualdad es la equidad. Camelot

 

EL RECUENTO DE LOS DAÑOS

 

El día miércoles fue un día funesto y nefasto para Peña Nieto y su política exterior. Llegó el pelos de elote, Donald Trump, a Los Pinos y soltó metralla. En la rueda de prensa, después de la reunión privada, tenía sintonizado Univisión y Jorge Ramos, el comentarista estrella traducía las groserías de este candidato republicano. Peña Nieto cabeceaba como Jared Borguetti en sus buenos tiempos. Cabizbajo, con el rostro descompuesto, muy serio, jamás asintió algo de lo que dijo el representante del Tea Party, Trump se apoderó de la escena. Se quejaba Jorge Ramos del porqué la entrevista fue toda en inglés y solo el pato Donald pudo responder. Cuando Peña sintió el rejón del Muro, apenas y dijo algo, pero el daño estaba hecho. Trump vino a chamaquearlo, como bien dijo Fox, a burlarse de los mexicanos en nuestra propia casa. Hagan ustedes de cuenta que invitas a alguien a tu casa y ese tipo llega y te escupe la alfombra o comienza a comportarse como un barbaján o a orinarse en el patio de tu casa. Eso hizo Trump. La culpa es de dos, solamente, el presidente Peña Nieto, que en la noche en el noticiero de las 10 con Denisse Maerker se le notaba lo enojado que estaba, pero el rejón se lo había dejado clavado ese hombre que perderá elecciones con Hillary Clinton. Denisse le cuestionó, le preguntó si había sido un error haberlo invitado. Peña se ponía entre las cuerdas y no aceptaba, se enconchaba, que le costaba decir que sí, que haberlo invitado fue un error porque es un tipo grosero, majadero, que no entiende la diplomacia. Eso hubiera sido mejor. Al término de la entrevista, el mundo se le vino encima al presidente, los tuiteros, gente de mucho prestigio como Enrique Krauze y periodistas y políticos desaprobaron esa reunión y su contenido. Me gustó el tuiter de Margarita Zavala. Decía: “Señor Donald Trump, aunque lo hayan invitado sepa que no es bienvenido. Los mexicanos tenemos dignidad y repudiamos su discurso de odio”. No olvidemos que, quizá, si los electores lo deciden, Margarita y Hillary Clinton serán presidentas, cada una de sus países. En el peor momento de su gobierno, el presidente echó por el caño de la basura los pocos puntos que tiene de aceptación. Pagarán en las urnas estos errores. Por la noche, con Adela Micha, la otra culpable de la debacle, Claudia Ruiz Massieu, no sabía qué responder, con evasivas tampoco reconoció que había sido un error haber traído a ese hombre a que nos tirara mierda en la cara. Para que no hubiera dudas, en su convención donde propondría temas migratorios, en Arizona, ante los suyos que parecen del Ku Klux Klan, pues cuando su jefe habla del Muro estos berrean enajenados, dijo Trump: “México will pay for the Wall”, o sea, que nosotros se lo pagaremos. Si el presidente fue sorprendido y la secretaria de Relaciones Exteriores no supo cómo reaccionar, lo mínimo que le hubiera dicho Peña a Trump era: ‘Mira, deja ese Muro por la paz, mejor bailemos el Noa Noa’, por aquello de que la llegada del republicano solo vino a interrumpir el duelo que tiene el pueblo con su ídolo. Ay Peña Nieto, tan lejos de Dios y tan cerca de Trump.

 

EL PASAJERO DEL VUELO 2555

 

Era la tarde de antier, de hace unos días. El aeropuerto de la Ciudad de México luce retacado. En los mostradores de la línea aérea de Miguel Alemán Velasco, quien fue gobernador de las estrellas (1988-2004), se ubica la línea Interjet. En la parte vieja, la terminal Uno. Dos pasajeros irrumpieron en el vuelo México-Veracruz, bueno se treparon más pero los dos que conozco eran, el gobernador electo de todos los santos, Miguel Angel Yunes Linares y atrás de él, a dos asientos, el gran Jesús Corichi, el Messi de las relaciones publicas jalapeñas y estatales. Si uno requiere algo, Corichi lo arregla en menos que canta un gallo. Yunes trepó con rapidez, ahora vive a mil por hora porque las horas de ese reloj no se apuran y aún le quedan 90 días para que proteste como gobernador de Veracruz y de los azules y de quiénes se le quieran sumar. A las 7.30 de la tarde el avión despegó. Llegaría Yunes a reuniones veracruzanas, peripla por el DF porque allá es donde todo se da. Allá vive el presidente apaleado por Trump; allá está Hacienda, para los fondos federales; allá está el de Sedesol, para los apoyos a los estados, y allá está Osorio Chong, de quien cuentan todos es ahora muy amigo de Miguel Angel. Corichi me dice que el góber ocupó uno de los asientos de pasillo, y que no dio guerra. Llegó y bajó rapidísimo, en espera de que el reloj ya no marque las horas, porque muchos enloquecen, como tema de Roberto Cantoral, y pueda protestar y hacer cumplir la Constitución veracruzana.  En el avión suelen suceder muchas cosas, y un viajero constante una vez me dio un consejo: ‘Cuidado con lo que hablas en los aviones, siempre hay alguien que te escucha y te ubica’. Me ha ocurrido varias veces, una vez volaba a Mc Allen y un amigo malosón, al bajar del avión en Reynosa, me llamó y dijo: ¿Qué haces por Reynosa?. Sorprendido quedé. Otro pasajero le chismeó que allí iba. Una más, cuando Obama ganó la presidencia, en noviembre de hace 8 años, volábamos un grupo a Washington a cubrir esa contienda electoral. Compartí asiento con el afamado comentarista Leo Zuckerman, de los picudos, y con él platicamos de Veracruz y, cuando bajamos, entre los pasajeros alguien dijo que allí íbamos panistas a cubrir la elección, cuando Bush dejaba el poder al primer negro de la Nación. Desde ese entonces, solo platico en clave Morse,  a señas, como los sordomudos, o quedito, porque luego malinterpretan, no éramos panistas, éramos escritores y periodistas que íbamos en busca de la noticia. O sea, cuidado, cuando usted hable en un avión, hable quedito. No sea que atrás vaya un familiar de alguien que usted comente y se aparezcan los fantasmas. Bueno, los dos pasajeros y los otros llegaron sanos y salvos, a lo suyo, el primero a preparar planes de desarrollo y  el segundo, a seguir haciendo lo que mejor sabe, las relaciones publicas, donde se mueve como Messi.

 

OBITUARIO

 

Falleció hace unos días en Orizaba, aquejado de una enfermedad, el doctor César Valdés Salas (Cheche Valdés), le recuerdo con gran afecto porque él fue el encargado de dirigir la obra de la barda perimetral y los arcos que se hicieron en la Alameda de Orizaba, a nombre de Expori, la que quien esto escribe presidía (1989). Sucede que el alcalde Isaías Álvaro Rodriguez Vivas, el orgullo del Barrio de la Brisa Jarocha, pidió al Comité hiciéramos esa obra necesaria para la Alameda, no tenía los tres arcos y estaba pelona. Se hizo y Cheche Valdés vigiló toda esa obra a nombre de Expori, donde pertenecía al patronato. Murió y descansa en paz. A Celia, María, Melania Mónica y Valeria, el más sentido pésame.  

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