Cuando se instituyó el salario mínimo se hizo con base en las necesidades de las familias y que, con dicha cantidad, se podría solventar los gastos del hogar. Los desaseos financieros de los dos gobiernos federales de la década del 70 del siglo pasado, llevaron a una espiral inflacionaria al país de la cual aún sufrimos las consecuencias.

Fue en 1987 cuando el presidente Miguel de la Madrid firmó con los sectores productivos el primero de muchos “pactos” para detener la inflación y darle estabilidad financiera al país. Por supuesto que quienes hemos cargado esos acuerdos, yerros y desaciertos hemos sido la mayoría de la población. La entonces clase media –producto del llamado ‘Milagro mexicano’- se diluyó paulatinamente. Hoy sólo somos ricos o pobres.

El presidente de la Comisión Legislativa de Desarrollo Económico del Congreso local, Ricardo Ahued Bardahuil, consideró que el poder adquisitivo de la población cayó drásticamente en los últimos años, por lo que es momento de que la Comisión Nacional de Salarios Mínimos (CONASAMI) analice cómo compensar el proceso inflacionario y garantizar un incremento justo en los ingresos de quienes menos ganan.

“El salario mínimo ya no puede mantenerse estancado bajo el pretexto de que es la medida para aplicar multas o establecer cuestiones tributarias. En noviembre de 2015, el pleno de la Cámara de Diputados aprobó la minuta de reforma constitucional para la desindexación del salario mínimo y desvincularlo de cuotas, pago de créditos y sanciones, entre otras cuestiones, para que después de 37 años el salario mínimo ya no fuera sujeto a aumentos ínfimos, que evitaban incrementos inflacionarios y de créditos o sanciones”.

Ahora sabemos que la alternancia política no bastó para salir de los problemas. Hace falta más que un cambio de partido o de colores políticos. Es preocupante que publicaciones recientes del  Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) y el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL), advierten que cada vez es mayor el número de familias en pobreza, por ello urge adecuar la economía y lograr que el salario mínimo  recupere la capacidad de adquisición.

Recordemos que en nuestro estado, la desindexación fue avalada por el Pleno de la LXIII Legislatura el 17 de diciembre de 2015. Con este antecedente el diputado Ricardo Ahued Bardahuil confió en que a partir de 2017 el salario mínimo mejore,  pues: “La canasta básica y productos en general han subido por encima de lo que normalmente suben los índices inflacionarios, y la situación está más complicada con los últimos incrementos al precio de la gasolina, que en automático genera el alza de los precios”.

Sin duda el futuro financiero no es halagüeño por lo que hay que redoblar esfuerzos, sobre todo en lo concerniente a nuestra economía familiar. Debemos aprender a gastar lo necesario y reforzar nuestra cultura del ahorro. Quienes tenemos empleo fijo sentimos los vaivenes de nuestra moneda y las medidas oficiales, pero ¿qué pasa con aquellas familias que ‘viven al día’?

Por hoy es todo, les deseo un excelente inicio de semana y nos leemos en la próxima entrega.