Quién sabe, pero no lo creo. Es el mejor ubicado de los priistas en los estudios de opinión que se han hecho a la fecha con miras al 2018, pero por debajo de Margarita Zavala y de Andrés Manuel López Obrador. En lo personal no lo veo para esas fechas como el ungido por Peña Nieto para sucederlo, y es que si se hace un balance del trabajo desempeñado por la secretaría a su cargo en estos casi cuatro años de administración ‘peñanietista’, me parece que los resultados no le son necesariamente favorables al hidalguense, hasta ahorita le ha quedado a deber al país.
No se puede ignorar, sin embargo, el hecho de que buena parte de la opinión publicada coincide en que a raíz de la salida de Luis Videgaray del gabinete, Osorio Chong se ha convertido de facto en el hombre fuerte del gobierno, cosa a la que yo digo, a lo lejos y como diría López Obrador abusando del oxímoron: ¡Mmm, sí, pero no! El de Hidalgo ya de por sí era uno de los dos hombres fuertes de la administración actual. Ayer decía que el gobierno, tal como lo planteó desde su inicio el presidente, su estrategia de operación se basó en tres pilares fundamentales, una especie de banquillo, con una pata delantera dirigiendo, él, y dos traseras, los escuderos digamos, Videgaray y Osorio Chong, instrumentando uno lo económico y financiero, y el otro lo político.
Reconociendo que ese fue el sostén de todo el armazón político del gobierno actual al inicio, las cosas funcionaban porque había un equilibrio natural entre las tres patas, nada más que había una diferencia de peso sustancial entre Videgaray y Osorio, el primero es amigo del presidente, una especie de confidente, su hombre de mayor confianza y lo ha venido acompañando de manera incondicional a lo largo de los últimos diez u once años, y Osorio Chong no, además de que el nivel de cercanía y confianza no es el mismo. De Videgaray con respecto al presidente se ha dicho que es como su alma gemela, una especie de alter ego, no es cercano, es ¡cercanísimo!
Hace algún tiempo tuve una larga conversación con una persona, un político priista muy analítico, conocedor al extremo del escenario político del país y con bastante experiencia en el ramo de la gobernación, y le preguntaba que qué opinaba acerca del desempeño de Miguel Ángel Osorio Chong al frente de la secretaría de Gobernación, y me decía este amigo –con un gesto desdeñoso dibujado en el rostro-: “Mira, no se le pueden pedir peras al olmo. Miguel Ángel es un tipo que prácticamente brincó de la grilla universitaria a la grilla partidista, trabajó con Manuel Ángel Núñez Soto en el gobierno de Hidalgo como secretario general de Gobierno, luego fue diputado federal y de ahí a gobernador, y de ahí a donde está, le faltó maduración y roce fuera del ambiente político del estado de Hidalgo”.
Y coincido, no tengo nada en contra del localismo, al contrario, me parece que puede ser muy enriquecedor, pero todo depende del estado del que estemos hablando. No es lo mismo hacer política en el estado de México, Veracruz, Jalisco, la Ciudad de México o Nuevo León, que hacer grilla en Hidalgo, Zacatecas o Tlaxcala, con la disculpa de estos estados, hay una gran diferencia por tamaño de población, municipios y problemática, el roce es fundamental para sus políticos y hacer política en el altiplano es fundamental, es un paso formativo que constituye una condición necesaria.
De todos modos no hay que descartar a Osorio Chong, sobre todo después del desgaste que ha tenido otro muy cercano al presidente que es Aurelio Nuño, pero primero tiene que empezar por apaciguar a los maestros y bajarle a la inseguridad. De José Antonio Meade Kuribreña me parece que en todo caso sería el más indicado para el 2018, pero el paquete de conducir en el momento actual a la secretaría de Hacienda y Crédito Público no sé si sea como para felicitarlo o de plano como para darle el pésame. En las condiciones actuales es una posición nada envidiable, pero trabajando y haciendo bien las cosas a lo mejor eso le permite avanzar al siguiente nivel.
Meade es de esos casos, pocos, a los que podríamos equiparar con lo que se conoce como una ‘rara avis’ en la política. Es un hombre austero de presencia y, al parecer, sencillo en el trato, que ha volado por encima de muchos pantanos tanto con panistas como con priistas, y a pesar de todo su plumaje no se ha manchado. Tiene poco tiempo para enderezar un barco que a veces parece que naufraga, lo único que necesita hacer es llevarlo a buen puerto. A ver, la empresa se presenta harto difícil.
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