Si se trata de trabajar por el municipio en el que nací, hasta de ‘grapas’ lo haría, esa es mi forma de ver la cosa pública, y creo que ese debería ser un principio básico para todo aquel que aspirara a servir a sus conciudadanos desde una posición edilicia o comunal. Ya lo decía en otro contexto John F. Kennedy en su discurso de toma de posesión como presidente de los Estados Unidos, en el ya lejano 20 de enero de 1961: “No preguntes lo que tu país puede hacer por ti, pregunta lo que tú puedes hacer por tu país”.

Ese pensamiento, en lo personal, ha marcado mi concepción de lo que es el servicio público toda la vida, no ha variado. Me queda claro por supuesto de que nadie en estos tiempos trabaja de gratis, más cuando de por medio hay responsabilidades familiares de por medio, pero en compensación me deja conforme quien tiene la oportunidad de servir a la comunidad en la que nació poniendo por delante entrega, tiempo completo, pasión, conocimiento de los terrenos que pisa y honestidad, y esos atributos advierto precisamente en la concepción personal que del servicio público tiene el alcalde de Xalapa.

Xalapa es una ciudad con una problemática muy particular. Quien o quienes se encargaron de diseñar su retícula urbana originaria a partir de los primeros trazos de su estructura urbanística, no sé en qué estaban pensando, no los culpo, seguramente se vieron condicionados por la complicada orografía del terreno, la cosa es que hoy en día la capital es una urbe de tamaño medio a la que se le han venido acumulando rezagos históricos y problemas nuevos, problemática que tiene muy bien aquilatada en su justa dimensión el alcalde Américo Zúñiga Martínez.

Asentamientos humanos irregulares, colonias que han sido creadas al margen de la ley producto de invasiones, agua –la capital tiene dos fuentes abastecimiento limitadas: Pixquiac y Huitzilapa-, un número que se ha hecho inmanejable de vehículos que circulan por kilómetro lineal, pavimentos con deterioro histórico, incremento exponencial de la población, expansión hasta cierto punto descontrolada de la mancha urbana y con ella la demanda de nuevos y más servicios públicos y, en fin, todos los problemas con los que lidiamos los ciudadanos todos los días y que, insisto, Américo no ignora y es sensible a la demanda de la población que exige su resolución inmediata.

Desafortunadamente la bolsa de recursos para atenderlos con que cuenta Xalapa son finitos, y el municipio me parece que con poco ha hecho mucho, pero lo más importante es que el trabajo en la capital no se ha detenido como ocurre ostensiblemente en otros ámbitos del gobierno. La capital es una ciudad viva, que late a un ritmo acelerado y los resultados ahí están a la vista, en muy diversas zonas de la ciudad y que no viene al caso mencionar aquí. Sin embargo si quisiera referirme a una obra en particular que sin duda va a cambiar la cara de un perímetro de la ciudad, y me refiero a la céntrica calle de Ignacio Zaragoza. La reposición de su pavimento por concreto hidráulico cuadriculado va a sentar un antes y un después en la forma en la que la que se recupera para los ciudadanos de a pie una importante arteria vial del centro histórico.

De Zaragoza se van a brincar a la calle de Primo Verdad, acción que en el caso de ambas vialidades también implicará la reposición integral de una renovada señalización urbana, vegetación de ornato y otro tipo de equipo urbano que la capital se merece sin duda. Platiqué brevemente con el arquitecto Robledo, asesor del alcalde y especialista en el tema del desarrollo urbano y me decía que entre estos cambios que se analizan para la ciudad, se valora la conveniencia de invertir el sentido de la vialidad de la calle Leandro Valle como una alternativa para desahogar Enríquez y la calle de Rafael Lucio, lo que es una medida que desde hace tiempo, en lo personal he venido demandando.

Yo sé que nada es suficiente para una ciudadanía cansada y fastidiada de falta de resultados, pero ese no es el caso de Xalapa. La ciudad está viva, trabajando y eso sin duda hay que agradecérselo a Américo, que gobierna con pasión y entrega a la ciudad que lo vio nacer.

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