Si no conoce usted Dolores Hidalgo, Guanajuato no sabe usted de la ‘experiencia religiosa’ que se está perdiendo. Esa población, ubicada relativamente al noreste de la ciudad de Guanajuato, la capital del estado que lleva el mismo nombre, a poco más de 50 kilómetros de distancia, como todos los mexicanos sabemos, es la Cuna de la Independencia Nacional.
En esa población de añejos antecedentes prehispánicos se sitúa la Parroquia de Dolores y una especie como de atrio o plazoleta –hoy un tanto desvirtuado arquitectónicamente- que fue la escena central en donde la madrugada del 16 de septiembre de 1810, alrededor de las cinco de la mañana según cuenta la historia, el Cura de Dolores, Miguel Hidalgo y Costilla (Miguel Gregorio Antonio Ignacio Hidalgo y Costilla Gallaga Mandarte y Villaseñor, su nombre original según la fe de bautismo), llamó al pueblo a levantarse en armas en contra del imperio español, en aquel entonces la población de Dolores la conformaban unos dos mil habitantes, hoy todo el municipio anda alrededor de los 150 mil habitantes.
Cuando uno llega a Dolores, la primera impresión que uno tiene de la ciudad es de que se trata de una población típica del estado de Guanajuato. Es una ciudad con un sello indiscutible que evidencia su pasado colonial, su arquitectura lo denota fielmente, las calles empedradas de su centro histórico y muchas otras cosas como el ambiente y la forma de comportarse de su gente, muy característico de los habitantes del Bajío. Pero una de las cosas que más me llamaron la atención desde la primera vez que visité Dolores, fue percatarme que por sus calles circulaban incesantemente muchos vehículos que portaban matrícula vehicular de los Estados Unidos de Norteamérica.
Oregon, Texas, California, Georgia, Arkansas, Nuevo México, Arizona, Washington, New Jersey, etc., eran algunas de las placas que según recuerdo alcance a divisar en muchos vehículos y pensé que seguramente se trataba de mexicanos que volvían en periodo vacacional a sus lugares de origen, principalmente en Guanajuato, lo que es cierto, pero lo que pude averiguar después es de que se trataba efectivamente de paisanos que venían expresamente de la Unión Americana a visitar a la Cuna de la Independencia de todos los mexicanos, y que traían a sus hijos, seguramente ya nacidos allá, para que conocieran el lugar en el cual el Cura Hidalgo había dado aquella madrugada del 16 de septiembre el grito de independencia.
Notable y emocionante, y por eso digo que es toda una ‘experiencia religiosa’ la visita (obligada) a Dolores Hidalgo, todos los mexicanos deberíamos conocer ese lugar tan emblemático y simbólico para nuestra Historia Nacional, porque es el lugar en donde se fraguó nuestra libertad como nación independiente y, créanmelo, hay algo muy especial en ese lugar que solo estando ahí se puede sentir, se puede casi palpar y yo diría que hasta respirar.
Por supuesto que, henchido de orgullo y con la emoción a flor de piel, llevamos en la primera oportunidad que tuvimos mi mujer y yo a mis hijos menores a conocer tan histórico lugar, a situarnos al pie de la Parroquia en donde están ubicadas algunas placas de bronce que recogen ese hecho histórico. Recuerdo que había que hacer cola para poder leer lo que aquellos bronces consignan y es que invariablemente siempre lo anteceden a uno otras familias en donde los mayores les recuerdan a los menores lo sucedido aquella histórica madrugada. Hay que decir que muchas de esas familias son de mexicanos que residen en los Estados Unidos, con hijos nacidos de aquel lado, pero que a leguas se nota que quieren que los hijos tengan muy presente tan significativo pasaje de nuestra historia.
Emocionante de veras, vale la pena vivir esa experiencia. Todo el estado de Guanajuato hay que recorrerlo o al menos los lugares que fueron parte central de la gesta independentista, a saber, San Miguel Allende, Guanajuato, Salvatierra, Salamanca más, por supuesto, Querétaro. Imprescindible visitar lugares como la casa de don Ignacio Allende en San Miguel, la casa que habitó el cura Hidalgo en Dolores; ahí mismo el Museo de la Independencia y en Guanajuato la Alhóndiga, que también es un lugar mágico, tan simbólico para todos los mexicanos.
Finalmente, no hay que perder de vista que en Dolores Hidalgo también nació el gran José Alfredo Jiménez (‘Caminos de Guanajuato’) y en Guanajuato Diego Rivera, además del museo dedicado al muralista y otros atractivos como el Museo del Quijote, que vale mucho la pena, así como la Universidad de Guanajuato, que es un lugar que se cuece aparte y en San Miguel de Allende, que es un lugar bello en verdad, hay que ir a cenar a la churrería que tiene en ese lugar la actriz argentina Margarita Gralia, en donde con un poco de suerte le toca a usted ser atendido por tan bella mujer.
¡Celebremos entonces con mucho fervor patrio el 206 aniversario del inicio de nuestra Independencia Nacional!