La cultura, en términos generales, son las formas, costumbres y vida compartidas por comunidades o colectivos sociales que cohabitan en determinado tiempo y espacio. Es un sustantivo que podemos adjetivar prácticamente con todo nuestro quehacer social. Incluso, con aquellas prácticas negativas para el bien común: cultura del narco, de la muerte, etcétera.
Sin profundizar en el término, porque para eso hay especialistas de las distintas ramas del conocimiento, pensemos en los hábitos que se propagan hasta influir en el resto de la sociedad y llegar a ser una costumbre. No sé, por ejemplo en la limpieza de nuestros espacios públicos, en respetar las leyes y ordenamientos viales, en respetar las diferencias, en evitar el abuso del fuertes hacia los débiles.
Lo anterior viene porque la diputada presidenta de la Comisión de Justicia del Congreso del Estado, Marcela Aguilera Landeta, nos convoca a fortalecer la cultura de la denuncia para inhibir y, en su caso, erradicar la corrupción en el poder público.
Sostiene que el problema de la corrupción es responsabilidad de toda la sociedad y para ello es necesario fortalecer la cultura de la denuncia. Y sí, para que haya un corrupto debe existir un corruptor que se preste a los juegos del mal servidor público.
La diputada afirmó que: ““Todos debemos contribuir como sociedad para que no exista la corrupción; tanto los fiscales, como los juzgados, magistrados y el grueso de la población, porque para que haya corrupción mínimo se necesitan dos”.
Lamentablemente la única cultura que hemos fortalecido masivamente es aquella que se cobija bajo el lema de que “el que no transa no avanza”. Así testificamos y somos víctimas de abusos de prestadores de servicio: taxistas, restauranteros, hoteleros y otros; porque están seguros que vivimos en un estado de impunidad. Que la ley se respeta pero no se cumple, que no habrá sanción que no pueda solventarse mediante un soborno (mordida) al funcionario público.
Y es de lamentarse porque la mayoría de estas personas son iguales a nosotras. Es decir, son asalariados o viven al día de propinas y trabajo a destajo. Xalapa vive en “la cultura del crédito”, del pedir fiado, porque de otra forma no se entiende el padrón de vehículos de lujo, camionetas que difícilmente se pagan al contado o las afluencias a las ventas nocturnas de las diversas tiendas departamentales. Estamos amolados y más nos amuelan.
Vuelvo con la legisladora que hizo un llamado a funcionarios de los distintos órdenes de gobierno a trabajar apegados a la legalidad, porque aunque el Sistema Estatal Anticorrupción no esté vigente en Veracruz, eso no implica que existan lagunas legales. Además de comprobarse la incidencia de un delito debe aplicarse la Ley Federal en materia de combate a la Corrupción. Recordemos que en Veracruz también existe la Fiscalía para Delitos Cometidos por Servidores Públicos.
Y una puede soñar en la desaparición de todas esas instancias y leyes, porque mi sueño es de un país de justicia, de una sociedad ética y responsable, respetuosa con su entorno social y ambiental. Pero mientras se trabaja por este sueño, hay que hacer de la denuncia un hábito. Si nos dejamos una vez nunca nos quitarán la bota de encima.
Por hoy es todo, les deseo un excelente día y nos leemos en la próxima entrega.