Hace cuarenta y tantos años en Xalapa estaba la Casa de Artesanías, en la que podían comprarse productos regionales y cuyo objetivo primario era apoyar a quienes los confeccionaban. Quizá era parte de una política pública impulsada por el entonces presidente Luis Echeverría, a quien le gustaba presumir –en su viajes internacionales- los trabajos artesanales del país.
Más recientemente impulsaron el programa Manos Veracruzanas,con objetivos similares. Aún mantiene los espacios físicos donde podemos encontrar los trabajos manuales que son elaborados en diversos puntos del estado.
Recientemente, supimos de un trabajo de investigación que logró obtener premios estatales y nacionales. Fue el trabajo del joven antropólogo Miguel Ángel Sosme, sobre las tejedoras de la Sierra de Zongolica.
En la sede del Congreso del Estado se han realizado diversas expo-ventas de artesanías. En la última feria del Libro Universitario, vimos un stand con tejidos y bordados. Siempre el trabajo de nuestras y nuestros artesanos no han estado a discusión. Son de calidad inmejorable. Pero algo pasa donde aún los demiurgos de estas bellezas siguen viviendo en condiciones desfavorables.
La actual LXIII Legislatura veracruzana dio un paso importante al modificar el Artículo 30 de la Ley Orgánica del Poder Legislativo para crear la Comisión Permanente de Desarrollo Artesanal, con la que este Poder suma esfuerzos para coadyuvar en el mejoramiento económico de nuestros artistas veracruzanos.
El diputado Juan Manuel Velázquez Yunes, dijo: “Son muchas familias las que viven de este importante trabajo que requiere ser valorado. Hay confianza en que esta comisión beneficiará a todos los artesanos que hay en la entidad, que sostienen a sus familias con los trabajos manuales que realizan y representan su única fuente de ingresos”.
El legislador comentó que de norte a sur Veracruz tiene municipios con una importante riqueza cultural y pueblos originarios que conservan las artesanías como esencia de su identidad, tradiciones, costumbres y están a la espera de que los distintos órdenes de gobierno les apoyen para vivir dignamente del trabajo artístico que realizan.
En algunos municipios es trabajado el barro, en otros la madera, palma, piel, bordados, tejido, lirio acuático, pintura, “es mucho lo que hacen y lamentablemente los más beneficiados son los acaparadores”.
Y volvemos al origen de muchos de los problemas de la población rural e indígena: las personas que acuden a las comunidades a comprar a bajo costo los productos para después comercializarlos con ganancias incalculables. Todo porque las instituciones del Estado no han propiciado las condiciones ni la capacitación para que los mismos productores puedan comercializar su trabajo.
Es cierto que existen algunas experiencias exitosas en algunas otras entidades que incluso llegan a exportar sus productos. Oaxaca es ejemplo de lo dicho. El diputado coincide: “Con una adecuada capacitación los mismos artesanos podrán coadyuvar a que las nuevas generaciones continúen con su labor, porque no es fácil, para hacer artesanías hay que ser creativo, sensible, incluso tener cultura, son muchos los factores que intervienen”.
Tenemos una deuda social con quienes mediante su trabajo nos aportan identidad, cultura y orgullo. Ya es tiempo de saldar ese adeudo. Podemos empezar con la compra directa de sus productos. Sirve que hagamos un poco de “turismo regional” y conocer o reconocer nuestro propio estado.
Por hoy es todo, les deseo un excelente fin de semana y nos leemos en la próxima entrega.