*“Cada vez que te sientas inclinado a criticar a alguien -me dijo- ten presente que no todo el mundo ha tenido tus ventajas”. Francis Scott Fitzgerald. Camelot.

LA EXPULSACION (sic) DE DUARTE

Desde hace días se esperaba el resultado de que el PRI del Clavillazo Ochoa Reza (pura vida, nomaaaaas), sacaría tarjeta roja contra el gobernador Duarte y amigos que le acompañan. No fue roja, fue amarilla, como gritaban los fanáticos en el campo de fútbol: ‘Expulsación” (sic). Algunos priistas dicen que eso y nada es lo mismo. Que Javier Duarte, después de la embestida brutal que tuvo, entre fuego amigo y enemigo, ya no aspiraba a nada político, ni siquiera a Jefe de Manzana. Los señalamientos eran tan duros que, me imagino, el gobernante solo espera que den las 12 de la noche del 30 de noviembre, para que comience su partida y se inicie la Noche de los Cuchillos Largos. La tarde que salió humo negro del Vaticano de Insurgentes (sede del PRI), los nombres de algunos de ellos que le acompañan en su exilio y éxodo, como los judíos, brotaban, dos son notarios, quien, uno de ellos, ni siquiera es priísta. Es un revoltijo, me dijo un priísta de la vieja guardia. Los áulicos (de la corte o el entorno humano de palacio, o relacionado con ellos) de Palacio han callado. Los amigos de Javier se difuminan. Muchos de ellos olvidaron la conseja de Maquiavelo al Príncipe, de cómo precaverse del ataque del poderoso: “al enemigo que no puedas destruir, no lo hieras”. Decía un viejo sabio de mi pueblo, que no es Kamalucas: “los amigos suelen abandonarnos a la hora de la desgracia; los enemigos nos siguen hasta la muerte”. El PRI quita a Duarte sus derechos, se lee en todos los medios impresos y nacionales, o de Internet. Las redes sociales ayer anduvieron atareadas, entre el Debate del mamón Trump contra Hillary, el aniversario dos de Ayotzinapa, y la expulsación (sic), llenaron de espinas el camino, y la noticia recorrió fronteras. Solo me imagino que el gobernador tiene que subir una empinada e interminable cuesta ya solo, sin domésticos ni asesores, muchos se preguntan dónde andan Jackson, Rubén Aguilar, Pepe Murat, Brito y demás que, a la hora de la cobrada estaban puestos, y a la hora de los cocolazos, huían. Buscará el gobernador su defensa legal, cuando llegue el momento. Acatará el fallo Javier, como lo escribió en su twiter: “Yo no pretendo ser un factor de división en el partido”. Va, y que la fuerza le acompañe, en estas horas difíciles.

LA ANÉCDOTA NAPOLEONICA

Sin embargo, alguien me dijo que la suspensión sería similar a aquella anécdota entre Napoleón y El Papa Pio VI: El Papa excomulgó a Napoleón. Guerreaban. En aquel tiempo los papas tenían ejércitos. Un mensajero llegó al campamento de Napoleón y le dijo, todo asustado: ‘General, el Papa lo ha excomulgado’. Napoleón pidió a sus artilleros dirigieran un cañón hacia el Vaticano. El Vaticano quedaba a mil millas. Los chalanes pensaron que enloquecía el Emperador. Dio la orden. “¡Disparen! ¡Fuego!”. A los pinchurrientos 200 metros llegó la bola de cañón. Hizo un hoyo en la tierra. Napoleón les dijo: “Hasta allí llegó esa expulsión del Papa”.

Fin del recuerdo. Le hizo lo que el viento a Juárez.

O como dijera aquel cuenqueño de mi pueblo: “Tienes que ver más bax”.

SOBRE LA AMISTAD

Hace unos días, en una fiesta social, bautizo de una de sus nietas, Rosella, saludé y encontré a un buen hombre, don José Luis Castelán Crivelli. Dueño de parte del transporte público en la región de Orizaba y un hombre que siempre habla de su padre. “Mi padre me decía esto…”, cuenta sin reparos. Pertenecen a familia italiana, venidos de Belluno, una bella provincia italiana, como son casi todas, voy a Wikipedia: ‘Belluno es una provincia en la región del Véneto, Italia. Limita al norte con Austria’. En mis correrías viajeras, me concentro con Roma, donde habita Su Santidad, ahí me siento protegido por él, más cuando sale a la Plaza y da la bendición, que algo me toca. Castelán privilegia a la familia, como los Borsalino y los Corleones, pero ellos gente buena. Y cada que hace su reunión es un gusto acompañarles. Toco tema porque, a media fiesta me regaló un libro. Soy de lecturas rápidas. Este es chico. Casi de bolsillo, 90 páginas, se lee en una sentada. Se llama ‘Sobre la Amistad’ y es del gran Aristóteles. Aún le voy a entrar, pero de la amistad me gusta la frase de Woody Allen: “La amistad es como la mayonesa: cuesta un huevo y hay que tratar de que no se corte”. ‘La amistad perfecta, dice Aristóteles, es la de los hombres buenos y semejantes en virtud; porque estos desean el bien el uno del otro por ser ellos buenos, y son buenos en sí mismos’. Shakespeare habló de ellos: “Los amigos que tienes y cuya amistad ya has puesto a prueba / engánchalos a tu alma con ganchos de acero”. Aristóteles escribió cerca de 200 tratados. Fue discípulo de Platón y de otros pensadores (como Eudoxo) durante los veinte años que estuvo en la Academia de Atenas, maestro de Alejandro Magno en el Reino de Macedonia. En la última etapa de su vida fundó el Liceo en Atenas, donde enseñó hasta un año antes de su muerte, a los 62 años.

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