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“Sé lo que quieras ser” era el lema publicitario que más escuché en mi infancia, y crecí con en esa frase, con el ideal de que todo era posible, mis muñecas podían tener la boda de ensueño un día, otros podían salvar al mundo, construir casas o decorarlas, ser grandes profesionistas como doctoras, maestras, escritoras, veterinarias. No había límites para mi imaginación, ¿Por qué tendrían que existir en la vida al crecer?
Tristemente los límites existían, me topé con que no sólo las mujeres tienen barreras en la búsqueda de su felicidad, también los hombres, los niños, los mayores. Nos empeñamos en crear moldes en los que todo debe encajar a la perfección, porque lo diferente es señalado como erróneo y las personas tienen miedo de ser ellas mismas y cuando no lo tienen hay otros que buscan moldearlos a su antojo.
Me indigna escuchar comentarios que buscan limitar las libertades de otros, aquellos que tachan a un hombre de marica por expresar sus emociones, a los que juzgan a una mujer por vivir su sexualidad, los que discriminan a personas por sus rasgos físicos o preferencias sexuales, los que se creen muy abiertos y demócratas pero juzgan a quienes viven felices en lo tradicional y viceversa, los que cierran puertas de escuelas a niños con gran potencial pero los rechazan por ser “diferentes”.
Esos comentarios son el origen de problemas mayores, de la falta de tolerancia ante los derechos que todos merecen, de personas que temen aceptar sus preferencias sexuales, sus gustos, emociones y peor aún, el origen de la falsa creencia de supremacía, de ignorar realidades alternas y considerar la nuestra como única, por esos moldes que algunos desean romper hay hombres y mujeres en una lucha constante por alzar la voz, pero también hay otros que se aferran a sistemas desiguales y patrones absurdos que impiden alcanzar un bien común.
Quisiera creer en un país en el que todo funciona como en mi infancia dónde no había imposibles ni roles equivocados, simplemente buscaba que cada historia tuviese un final feliz, pero sino trabajamos desde los pilares el cambio sigue sonando utópico, nos creemos que México es 100% corrupción y que nadie está libre para lanzar la primera piedra, nos repetimos el cuento de los cangrejos que se tiran unos a otros y hasta consideramos que #LordAudi no estaba tan equivocado al decir ─Es México güey, capta.─ y dejamos de lado las historias que deberían estar presentes por lo que representan mas no sólo porque un artista como Roger Waters nos lo recuerde.
A ti que estás leyendo esto, no tengas miedo de ser tú mismo, salte del molde, pero también deja de señalar lo que otros quieran ser, ten el valor de perseguir tus sueños, de defender tus ideas pero no limites las de otros, aprendamos de esos personajes que no se quedaron sentados esperando lo que añoraban, de los periodistas que buscaron la verdad aunque les costase la vida, de los jóvenes que sólo deseaban una mejor educación, de las mujeres como Tania Luna que buscaban trabajar en la igualdad de género. Muestras de que vivimos mejor sin etiquetas que lastimen y limiten a otros hay muchas, tengámoslas presentes para lograr que todos seamos capaces de dejar apariencias, miedos y trabajar por lo que realmente anhelamos.