EMPIEZO POR CREER lo que un funcionario de alto rango me expresó hace algunas semanas.

Preocupado por las condiciones políticas, económicas y también sociales que se viven en estos momentos, pregunté a este importante personaje, cuál era su perspectiva acerca de todos estos acontecimientos.

Fue claro y preciso.

No pasará nada, me dijo, no hay porqué preocuparse, las cosas estará bien y es cosa, solamente, de esperar los tiempos.

Ahondé en el asunto y le dije que las condiciones no eran como antes, que todo se estaba complicando conforme pasaban los días y que podría darse algo, de verdad, inédito en estos últimos meses de la administración estatal, pero sobre todo, en el inicio del próximo periodo gubernamental que ya se acerca.

Sí, me dijo, hay cosas que son graves, que se están poniendo graves, pero no hay de qué preocuparse.

Así, que mejor vete tranquilo.

Salí de su oficina, de verdad tranquilo, pero al salir a la calle me encontré como nuevas manifestaciones y una serie de opiniones que venían precisamente de quienes observan los acontecimientos, pero también de aquellos que han estado en espera de soluciones claras, principalmente en materia económica, donde los veracruzanos, de verdad están sufriendo.

La tranquilidad aparente que me dio el funcionario, se desvaneció apenas había caminado unos cuantos pasos por la calle y donde me encontré con amigos, gente de la calle y algunos políticos de menor rango que también, aunque nadie lo crea, están de la misma manera, pensando en lo que puede suceder en breve.

Los acontecimientos se han mantenido permanentemente y se dan otros hechos que forman parte de lo mismo, aunque aparentemente, tengan otro origen. Todos, de alguna manera, se entrelazan y llegan, finalmente, al mismo lugar.

Cada día me entero de nuevos casos, de diversos asuntos que le ponen a cualquiera con los pelos de punta. Y conforme pasa el tiempo y la verdadera sucesión gubernamental, se acerca, también arrecian los temores, las dudas, la incertidumbre de cómo se podrán desarrollar los acontecimientos, esos mismos que ya conocen los veracruzanos y que no dejan dormir tranquilamente a nadie, sobre todo, porque está de por medio el futuro de cada uno de los que habitan este estado con grandes problemas económicos y retos importantes que vencer.

Pero yo, como la mayoría de ciudadanos de esta entidad, no está tranquilo, aunque el experimentado político, funcionario de alto rango, me haya dicho que no pasará nada, que todo se acomodará en el momento preciso y que las cosas seguirán siendo como antes.

Y en medio de la intranquilidad y la preocupación de mucha gente, he comenzado con unirme a la constante reflexión sobre lo que, en verdad, puede pasar.

Ya se ha dicho mucho, se ha escrito suficiente y se han dado miles de explicaciones oficiales, los medios de comunicación se han dado vuelo con noticias que animan y al mismo tiempo, desaniman, pero empiezo por creer que en verdad, no pasará nada.

El funcionario de alto rango me lo dijo y salí de su oficina con la creencia de que así pudiera ser.

Luego, en la calle dudé. Pero ahora, ya comienzo por creer que todo esto es pura faramalla que se da en el interior de un sistema político, donde nadie puede traicionarse fácilmente, porque entonces, ¿Quién protegerá a los demás?.

Nadie, por lo tanto, debe preocuparse, incluyendo, desde luego, a quienes han saqueado nuestras arcas estatales. Sencillamente, no pasará nada.

Que Dios, nos siga manteniendo confesados.

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SEGURAMENTE, LA COMISION del Agua del Estado de Veracruz, ha de tener la respuesta a la pregunta siguiente:

¿Quién y a quién se concesionó el reparto de agua a la ciudad en pipas de gran tonelaje que ha venido destruyendo las principales calles de la ciudad, explotando, al mismo tiempo los manantiales que se encuentran en lugares estratégicos de Xalapa?

El ayuntamiento local no se da abasto reparando calles y avenidas, donde es claro que los responsables son aquellos concesionarios que viven de este negocio, pero que no aportan una parte de sus utilidades para componer las calles que han destruido hasta este momento.

En principio hay que hacer responsables a las mismas autoridades de la comisión del agua del Estado de Veracruz, que al parecer, son los que emiten estas concesiones, aunque también pudiera ser que la propia comisión nacional del agua, estuviera metiendo en este caso, su propias manos. A quien nadie apoya es al Ayuntamiento de la ciudad, a cuyo personal se ve trabajando en muchas partes, como la avenida Murillo Vidal, la Avenida del Tejar, donde cruzan, por lo menos diez pipas por hora diariamente, destruyendo pavimento, adoquines y hasta el concreto de la propia avenida Murillo Vidal y la misma avenida Lázaro Cárdenas, obra, que independientemente de su mala calidad, ya se encuentra fracturada en varios tramos.

Que hablen, pues, los responsables o cuando menos que se pongan de acuerdo con el Ayuntamiento de la ciudad, para la debida reparación de calles y avenidas, sobre todo, en las que son directamente responsables.

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Y HABLANDO DE LA AVENIDA Lázaro Cárdenas, esta vía no duro en buenas condiciones.

A menos de seis años, efectivamente, esta importante avenida, ya se encuentra fracturada, porque no se aplicó el grosor de concreto que necesitaba para soportar el paso del transporte pesado, de gran tonelaje, tanto del que pasa hacia Veracruz, como del mismo que circula en la ciudad.

Se redujo, ahora se ve, la cantidad de concreto que se requería para esta obra, teniendo como antecedente el servicio que venía prestando, el cual sigue siendo el mismo, porque el famoso libramiento de Xalapa, es tan caro que no es utilizado por el transporte público, más la anuencia de la Dirección de Tránsito del Estado, que sigue permitiendo el acceso general, sin considerar el peso y el peligro de la carga que se transporta.

Este es, sin duda, otro gran pendiente.

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Y MAÑANA, aquí nos encontraremos, si otra cosa no sucede.

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