De Harry Potter: “¡Ah, la música! -Dijo, enjugándose los ojos- ¡Una magia más allá de todo lo que hacemos aquí!”. Camelot

HISTORIA DE CARUSO

Suele la música y el amor parir historias. Algunas, por lo regular, de amores y desencantos. Es muy corto el amor y muy largo el olvido, escribió Neruda. Hay una que fue excelsa, el amor de un viejo por una joven. La canción se llama Caruso, y la han cantado Pavarotti, Bocelli y todos los grandes tenores. Pero fue Lucio Dalla, quien la creó, sintió y contó la historia.

La primera y original versión de esta canción fue escrita y cantada por Lucio Dalla, que dedicó esta canción a Caruso después de haber estado en Sorrento y haber quedado impresionado por la belleza de esta ciudad. A Lucio Dalla se le estropeó el barco y en Sorrento solo había disponible el lujoso apartamento en el Grand Hotel Excélsior Vittoria, donde Caruso vivió los dos últimos meses de su vida y donde se conservaban intactos sus libros, sus fotografías y su piano. Angelo, que tenía un bar en el puerto le contó esta historia… y él nos la regala con música. Caruso estaba enfermo de cáncer en la garganta y sabía que tenía los días contados, pero eso no le impedía dar lecciones de canto a una joven de la cual estaba enamorado. Una noche de mucho calor no quiso renunciar a cantar para ella que lo miraba con admiración, así que, aun encontrándose mal, hizo llevar el piano a la terraza que daba al puerto y empezó a cantar una apasionada declaración de amor y sufrimiento. Su voz era potente y los pescadores, oyéndole, regresaron al puerto y se quedaron anclados bajo la terraza. Las luces de las barcas eran tantas que parecían estrellas o quizás las luces de los rascacielos de Nueva York. Caruso no perdió las fuerzas y siguió cantando sumergiéndose en los ojos de la muchacha apoyada al piano. Esa noche su estado empeoró. Dos días más tarde, el 2 de agosto de 1921, moría en Nápoles. Esta canción narra el drama de esa noche, con luces y sombras del pasado, con muerte y vida, un testamento de amor. Este fue su último concierto, y este fue su excepcional público: el mar, las estrellas, los pescadores, las luces de las barcas y su amada.

LA LETRA INOLVIDABLE

Es una letra hermosa, y la canción eleva a las alturas. La pueden encontrar en Youtube. Letra: Aquí, donde el mar brilla, y los aullidos del viento, en la edad de la terraza, frente al golfo de Sorrento, un hombre abraza a una niña. Después de las lágrimas, se aclara la garganta, y sigue el canto: Te quiero mucho, mucho pero, ¿sabes? Es una cadena que ahora calienta mis venas teñidas de sangre, lo sabes…

EL OTRO CONCIERTO

Otro concierto sublime, fue aquel de los Beatles en una azotea londinense, la última vez que cantaron juntos (1969). Fue llamado Concierto en la Azotea. Ya reñían por todo, ya Yoko Ono había envenenado el alma a John Lennon, quien disputaba territorio con Paul McCartney y eso originó aquel desencuentro. Cuando la música dejó de tocar. Arriba de la azotea de los estudios de grabación de la Apple, su compañía, los Beatles rendían la música. Ese concierto, donde nació Let it be, se canceló cuando los vecinos quejosos llamaron a la policía para quejarse por unos escandalosos que tocaban en la azotea. El Get back y el Don’t let mi down renacían para legarlo a la humanidad musical. Aún se puede ver casi completo, picando en Youtube, concierto en la azotea. Un film de 22 minutos donde la música se trepó a la azotea y legó al mundo aquella unión que terminó por desanudarse, ese nudo gordiano que rompieron para desgracia de quienes amamos su música. Eran dos genios para seguir juntos. Hagan de cuenta a Messi y Cristiano Ronaldo jugando en el mismo equipo. Alguno tiene que emigrar. Así ocurrió allí, la historia de The Beatles es historia pura. Desde azoteas aledañas, los mirones disfrutaban al grupo. Abajo, con los Bobby, policías londinenses, rondando la esquina. El viento soplaba fuerte, abrigados, la melena de John Lennon se mecía al ritmo de la música. Era y fue el concierto histórico que reunió a los cuatro más grandes de la música. Jamás volverían a reunirse, ni con las muertes, pues al morir Lennon Paul no asistió a ese funeral. En un enero londinense, los paseantes debajo de ese edificio elevaban las miradas y lo que veían no podían creerlo, las apenas figuras de los músicos de Liverpool se veían desde abajo.

Fueron dos historias, una de amor, la de Caruso; otra la de desencuentros; una en la playa de Sorrento, la otra, en una fría mañana de enero en Londres. Pero historias, al fin, como lo dijo Enrique Jardiel Porcela: “Historia es, desde luego, exactamente lo que se escribió, pero ignoramos si es exactamente lo que sucedió”. Pero así fue.

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