*Cuando la adversidad llama a tu puerta, todos los amigos están dormidos. Camelot.
UN DIA DESPUES (DE LA LICENCIA)
Cuando Loret de Mola tuvo en pantalla al gobernador de Veracruz, Javier Duarte, enfilado a partir a Xalapa y enviar carta de solicitud al Congreso, quien esto escribe partía a Tierra Blanca, que también es pueblo y tiene un parque feo, que los panistas descompusieron en la época de Tito Delfín, un alcalde balín. Ese parque tenía un hemiciclo antiguo y tenía árboles y había sombra y a ratos un ojo de agua, parecido a una alberca, hoy parece una plancha de cemento, y cuando pegan esas calores de 50 grados, hay que apretar aquellito. Allí tomé café con algunos de mis cuates, en un Italian Coffe, antes de ir a una comida en la Trump Avenue del pueblo. Antes, en el camino de la Y Griega donde está el primer Puente Atirantado del país, el verdor es sublime, ha llovido tanto que los verdes riñen con la desastrosa carretera estatal, al que ningún de esos secretarios del Gabinete del que se fue, pudieron ir a echarle una manita de gato, se incluye al ínclito Buganza, que en la SIOP vivió la vida loca, y también al dantista, José Guillermo. Pensé que no había más mal camino que los de Capufe, que son como caminos rurales y empedrados, pero veo que estos por ahí van. Soy un crítico de las carreteras porque las ocupo tres veces por semana, y la verdad no nos merecemos estas indecencias del secretario de Peña Nieto, Gerardo Ruiz Esparza, un tipo cínico y sangrón que defiende a los dueños de los transportes de doble caja, mediante seguro una payola o embute. Duarte se fue y sus detractores echaban las campanas al vuelo. Hubo pueblos donde hasta el cura tañó las campanas y echaban los cuetes. Los memes a la orden del día, algunos muy chistosos, pocos ofensivos. En el camino llegaba la información. Llegaba foto del gobernador con Flavino en el aeropuerto jalapeño, donde quien es hoy secretario de Gobierno miraba con sus ojitos oblicuos. Un rumor se esparció, que llegaba un viejito a hacer el interinato, un tal Mayagoitia, un dinosaurio del pasado, era rumor aunque las bancadas soltaron su nombre. Todos se apuntaban, a qué se apuntan por solo 48 días, me decía un amigo de la infancia. No lo sé. Quizá a darle un coscorrón al cajón, que aunque vacío siempre es alentador y ayuda a mitigar las penas. En el transcurso del día el electo gobernador, Miguel Angel Yunes Linares, tiraba sus tesis y sus decires. Lo mismo con Adela Micha que con quien se pudiera, hasta rematar por la noche con la Denisse Maerker. Denisse intentó acorralarlo, es chucha cuerera y navegante de 7 mares Miguel para que eso le suceda, se salió como entró, casi sin dejar hablar a la entrevistadora, que a veces eso es bueno y saludable, porque hay algunos entrevistadores muy jodedores.
LA PAGINA NEGRA
Es una página negra que se cierra y otra se abre. Como en aquel tiempo de los Papas del Vaticano, Veracruz tendrá tres gobernadores en mes y pico, aquí ninguno por muerte. El que se fue (por la licencia), el interino (por que llegó como el chinito, nomás milando) y el constitucional de dos años (por los votos). Sin sotana y sin humo negro del Vaticano en la Capilla Sixtina, por la tarde el Congreso apretaba porque había caballos parejeros que querían colarse a esa carrera que no era suya. Como los de vara alzada de mi pueblo, a 300 varas castellanas. Cuentan que cuando Osorio Chong sentó a Duarte y le dijo que era tiempo de partir, Javier soltó el nombre del interino, el que iba a suplirle los menos de cincuenta días que demora aquella odisea de cierre, mientras llegan las huestes azules del yunismo que, como los Kennedy bostonianos, vienen para quedarse. Por aquello del padre gobernador, hijo alcalde y el otro hijo, Senador de la República, todo por el mismo precio, como en botica. Ya tarde, el panismo y su dirigencia estatal protestaron la llegada de Flavino, pero esa fiesta no era de ellos, tienen que entender que si se va un priísta llega otro priísta, así ha sido en la historia de los interinatos, o sea, para qué tantos brincos estando el suelo tan parejo. Ya les dieron la cabeza, ni modo que les den el poder de esa silla. En Tierra Blanca, con Lila, Genaro, Churro Mora, Manolín, Tomás, Rico, Lavalle, Pavón, mi hermano Enrique de anfitrión en su bunker terrablanquense, comimos los frijoles más ricos del mundo, con un caldo de pescado y una barbacoa de primera, mejor comida que la que come el rey en Casa Lucio de Madrid. Luego, después de unos pegues con moderación, comprar los quesos de hebra y jarochos de la calle Agrarista y traer unos 50 tamales de elote de La Candelaria, los mejores del mundo, y unas chancletas, las de masa, delicias que solo allí se pueden comprar y comer. No hay manos más afamadas y mágicas que las de las mujeres cuenqueñas. Estoy seguro que Harry Potter y su magia las enseñaron a elaborarlos, con su carnita dentro o los bollitos, que son sin carne, excelentes y supremos. Al llegar, bajé y tomé foto a las caritas sonrientes, que a la entrada del pueblo están fijas (muy cerca de donde ocurrió la tragedia de aquellos levantados jóvenes inocentes, que un grupo policial de allí los llevó a la muerte, haciendo al pueblo famoso mundialmente, en la maldad, y cayendo uno a uno todos los bestias criminales, a los que protegía el gobierno), una obra del escultor Pepe Grandvallet y de mi señor padre, Enrique Haaz Pavón, que se dieron a la tarea de fijar allí esa cara sonriente, como también en el patio de los Ferrocarriles está una vieja máquina de vapor, para que se recuerde que fue zona ferrocarrilera importante, una de las más picudas del país, que tenía Casa Redonda y Talleres y tenía, en aquel tiempo, a verdaderos dirigentes sindicales honestos, como Valentín Campa y Demetrio Vallejo, encarcelados por el presidente Adolfo Lopez Mateos. Algo muy diferente al maraquero de hoy, un tipo corrupto. Eran otros tiempos. Those were the days my friends, como cantara Mary Hopkins, pero esa es historia ferrocarrilera que un día menos pensado cuento, aunque, como dijo el Nobel Saramago, a veces: Somos cuentos de cuentos contando cuentos, nada.
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