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*“Tras la conducta de cada uno depende el destino de todos”. Alejandro Magno. Camelot.
UN PUEBLO LLAMADO CHILAPA
Hace no mucho, corto tiempo, Alfredo Sada, un hombre bueno que abraza las causas de Dios, había invitado a comida familiar en el llamado Centro Misionero Rafael Guizar y Valencia, que en Chilapa, municipio de la Perla, se encuentra instalado para dar servicios de retiros, convivencias y a algunas empresas que celebran sus reuniones de trabajo, a 2600 metros sobre el ni8vel del mar. Es el lugar ideal para encontrase con Nuestro Señor, rezan algunos lemas en su página de Facebook. Pues allí nos tenéis el martes reuniéndonos en el orizabeño restaurante de Federico Montellano, para partir a la alta montaña. En mi todoterreno viajamos la familia, nos congregamos con los Castelán y su patriarca José Luis (Vito Corleone), el tiempo presagiaba frío y lluvia de chipi chipi, la muy clásica de esta región. Trepamos a La Perla y nos desviamos hacia Chilapa, en esa selva verde donde hay más plantas que habitantes, la gente campesina e indígena viven de la flor, se ven los camiones ir y venir llenos de follaje, que van para la capital, con los que forran la flor. Al ir trepando montaña, recordé el Pedro Paramo de Juan Rulfo, en aquel Comala, y no por los muertos, por aquel: “el camino subía y bajaba; sube y baja. Para el que va, sube, para el que viene, baja”. Era la una de la tarde, nos habían hablado lindezas de ese sitio. Muy arriba en la montaña, la neblina entraba y por momentos desaparecía, los infinitos hacia abajo se veían y se ocultaban. El verde como selva no dejaba de aparecer, las lianas a lo lejos, vamos, había momentos que pensé bajaba Tarzán descendiendo colgado de una de ellas. Llegamos una hora después, a paso temprano, tienen un camino más o menos, para ser zona pobre y marginada. Está peor la de Capufe, autopista de paga. Cruzamos senderos y veredas y riachuelos, piso de cemento y a ratos de terracería, un puente llamado Metlac, como el grande de Fortín. La gente cargando las flores, al lomo. Algunas mulas llevando leña, se ve que comercializan poco la leña, andan más por la flor, pues suelen darse los maquiques, que se ven al paso, ese helecho rural; el arrayan, las patas de elefante, en los viveros que allí pululan hay figuras que crean ellos mismos, con su ingenio. Cabras que comen el pasto. Hay pobreza, vi niños descalzos, gente pobre que, el día que nuestros gobernantes dejen de robar, desde el mas de arriba hasta el alcalde mas pueblerino, es muy seguro que el dinero nos alcance para llevar ayuda a estos pueblos con niños desnutridos, de ropa humilde, con carencias y fríos, con techos una mayoría de lámina, por los programas sociales, y paredes de madera vieja y los desayunos escolares, que se necesitan.
ALFREDO SADA
Alfredo Sada contó la historia, cuando llegamos sorprendidos por la belleza de ese sitio, que tiene una construcción de primera, cabañas y, lo más importante, encontrar a Dios junto a la Naturaleza viva, conocí cuarto por cuarto, baños individuales, agua caliente, no vi televisiones, quizá porque hay que ir a meditar y aislarse del mundanal ruido, poca señal de Internet, escasamente en algunos sitios, una Cruz gigante lidera la construcción. José Luis Medina Mora, que de León es, español que le va al Real Madrid, prepararía una rica paella, mejor que la que una vez comí en Valencia. Sada dijo que llegaron hace 13 años. No había nada. Con el patrocinio de los Legionarios de Cristo y aportaciones muchas de particulares, llegaron y se instalaron en casas improvisadas de campaña, luego con la ayuda de la gente, a la que fueron coordinando, construyeron una humilde y muy modesta casa de madera, con su techo de lámina, en lo que veían la construcción que comenzaba y demoró dos años. Es como llegar al paraíso, un gran comedor, una sala con chimenea, cuartos individuales y una hermosa Capilla para rezar, y el infinito de la barranca, donde, me decía Alfredo, aquí si no hubiera neblina el pico de Orizaba lo verías de frente, como si lo tocaras. Recorrí todo, subí muchas fotos al Facebook. La comida deliciosa y una mejor plática. Suelen ser amigables ambos, Alfredo y José Luis, cuentan con un par de jardineros como los de Versalles, que tienen ese jardín floreciente. Allí todo es bendecido por Dios, desde la vista hasta el ambiente. Contó Sada, y asegura en la charla, que los que llegan son bienvenidos, pero más bienvenidos son los que regresan, porque uno va y mira la pobreza que lastima, que indigna, y quiere volver a llevar algo, láminas o despensas, o ropa o zapatos o huaraches para los niños. Una vez llegó el actor de La pasión de Cristo, aquella cinta que dirigió Mel Gibson, y llevó ayuda a la comunidad, aunque no quería que se supiera, Sada mostró las fotos. También Soriana habilitó a una gente en el pueblo, para dar ayuda. Todo el que allí va queda impactado de las necesidades de la comunidad. La pobreza camina al lado de uno. Los niños sonríen y saludan al paso, acostumbrados están a que llegue gente al Centro Misionero. Las camionetas irrumpen su monotonía. Espío en su Facebook y veo un teléfono, por si alguien se interesa en contratar el sitio: 2281084922, y un correo: jlmedina@nullcaesc.org. Por la tarde, después de publicar en twiter y Face las fotos, algunos lectores y amigas, como Gela Frutis y Marcela Vilaboa, escribieron que conocían el lugar, que era bellísimo.
EL REGRESO
Uno puede pasar horas y días allí. Viendo al infinito, la neblina no nos dejó ver la profundidad desde una terraza, pegada al comedor. En la Capilla rezamos, el frio calaba, pegaba un viento tan duro como el del Guadarrama, el que pega a Madrid. La paella exquisita, el paellero, de primera. Optamos al regreso para tomar todavía buen tiempo, a las 6 de la tarde oscurecía. Descendimos, la tubería como venas en el camino, dejan saber que hay agua y que la llevan a los sitios necesarios. Faltan allí muchas cosas. Con la solidaridad ayudas a los demás y además te ayudas a ti mismo. El desarrollo personal no es solo conseguir tus objetivos o mejorar algo tuyo, sino hacer que los demás mejoren. Por tanto, se trata de que también adquieras el valor de preocuparte por el crecimiento personal y bienestar de los demás. Con este tema de la Solidaridad, llegué a casa para ver a los Cachorros, que mordieron el polvo en el primer juego de la Serie Mundial, pero, como decía el Mago Septién: esto no se acaba hasta que se acaba.
Dios seguro bendice a Alfredo y a José Luis, por la ayuda que han prestado a esa comunidad.
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