Me aficioné tardíamente al béisbol como deporte de entretenimiento. Cursaba el último año de la instrucción primaria, y recuerdo que en Córdoba había una verdadera expectación entre la afición por el esperado retorno del equipo de casa al máximo circuito del béisbol profesional de verano en el país, la Liga Mexicana de Béisbol Triple A de verano. Chara Mansur Julián, Salvador ‘el Negro’ Abella y Raúl Colina Barragán habían logrado la hazaña casi imposible de hacer que el béisbol profesional regresara a mi ciudad.
Los campos de entrenamiento de los Cafeteros de Córdoba se habían abierto recién, ha de ver sido allá por los meses de febrero o marzo de 1972, como en el estadio Beisborama se trabajaba a marchas forzadas para dejarlo listo para la temporada venidera, el equipo realizaba sus campos de entrenamiento en las viejas instalaciones de lo que fueron los terrenos de la vieja pista de aterrizaje para avionetas, mejor conocidos como los campos de la aviación, en la parte sur oriental de la ciudad.
Asistí con mi papá y con mis hermanos a presenciar alguno de esos primeros entrenamientos, y la verdad era todo un espectáculo ver entrenar a aquel equipo de ‘deshechos’ que lograron conformar Chara y sus socios: el parador en corto puertorriqueño Ossie Chavarría, los pitchers como el veterano derecho nativo de San Pedro de Macoris, República Dominicana, Silvano Quezada, el boricua Jesús Arnáiz, el de Cosamaloapan Ramón Arano, el famoso ‘Trespatines’, los catchers Jaime Corella y la ‘Jungla’ Salinas, el infielder Roberto Castellón y los outfielders Pancho García y Willfredo el ‘Willie’ Arano, entre otros jugadores que recuerdo conformaban el roster de peloteros de los Cafeteros de ese 1972.
Y ahí estaban comandando los entrenamientos del equipo el cordobés Mario el ‘Toche’ Peláez y la leyenda de antaño del béisbol mexicano Luis ‘Molinero’ Montes de Oca, y por ahí no podían faltar el propio Chara que participaba del entrenamiento como un jugador más enfundado en una especie de pants de nylon, de esos que se usan para sudar la gota gorda y para bajar de peso. Lo que vino después ya lo sabemos, aquella temporada los Cafeteros terminaron como coronándose campeones en aquella cardiaca final que protagonizaron ante los poderosísimos Saraperos de Saltillo, que eran los favoritos, pero el equipo cordobés se alzó con el campeonato en siete juegos que resultaron inolvidables por lo emotivo que fueron.
De ahí mi afición saltó al de las Grandes Ligas. En ese mismo año de 1972 en Estados Unidos se coronó campeón de la Serie Mundial el equipo Atléticos de Oakland, que era un equipo que vestía un uniforme a la usanza antigua, las gorras tenían forma como gorra de ferrocarrilero y los peloteros se dejaban los bigotes como antaño, tipo mostacho. En aquel año el equipo de la bahía de Oakland, California, traía un gran equipo, muy balanceado entre el pitcheo y el bateo. Nada más vea usted –si pasa del tostón de años, por supuesto-: Jim (Catfish) Hunter, Ken Holtzman, Vida Blue, Reggie Jackson, Rollie Fingers, Sal Bando, Gene Tenace, Joe Rudi, Dagoberto «Bert» Campaneris, Horacio el ‘Ejote’ Piña y Blue Moon Odom, ¡equipazo!
Pues a partir de ese 1972 se me metió la pelota caliente en el torrente sanguíneo. Después seguí el béisbol con inusitado interés, tanto de la Liga Mexicana como de los Estados Unidos. Y en todos estos años he reflexionado acerca del por qué me sigue gustando este deporte que tiene en la duración de los partidos a su principal enemigo, y la respuesta que he encontrado a mis cuestionamientos es porque el béisbol es un deporte que me remite a lo viejo, al antaño. La pelota ha cambiado poco en los 170 años que tiene de existencia. Básicamente sigue siendo el mismo, las reglas han cambiado poco y juegan nueve contra nueve. Si acaso se incorporó la regla del bateador designado en la Liga Nacional y uno de los últimos cambios que ha tenido es que las jugadas apretadas ya se revisan vía tape.
Esta serie final entre los Cachorros de Chicago y los Indios de Cleveland, precisamente tiene ese sabor que observo en el béisbol de un deporte como de antaño, antiguo. Los dos son de los equipos más veteranos de las mayores y los Cubs juegan en uno de los parques de pelota más viejos de los USA. No sé cuál equipo vaya a resultar ganador de la Serie Mundial, la verdad es que me tiene sin cuidado, pero con todo y eso los juegos han sido unos partidazos.
Me gusta el béisbol porque es un juego cerebral, de inteligencia, de estrategia. Los intercambios de señales son únicos y los bates siguen siendo iguales a como se fabricaban desde el principio: de manera artesanal, madera de maple, marcas Louisville o Rawlings, y las pelotas son igualmente fabricadas como antaño. Las mejores son Spalding y Rawlings, lo mismo que los guantes, las estrellas lo prefieren de esta última marca.

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