Buen día apreciado lector:

Fue como si se lo dijeran a Juan para que lo entendieran Pedros.

Ayer, allá en el puerto jarocho, a 16 años de su muerte se recordó la historia de ese gran gobernador de Veracruz de solo dos años, a don Fernando Gutiérrez Barrios.

Los dos oradores, el oficial, el gobernador Flavino Ríos Alvarado y el de la familia, Renato Alarcón Guevara, de quien Juan Herrera y yo y seguramente otros, nos preguntábamos, ¿y eso, por qué él orador?, don Renato lo explicaría en su intervención desde la tribuna.

Claro, con la reciente experiencia de todos conocida que nos legó el joven innombrable, hechura de quien ya sabe, hubo reproches sin destinatario textual, pero evidente.

Por eso a lo mejor hasta el mar estaba un tanto encrespado y se quería salir de su cauce.

En su turno, el gobernador interino, que es sin duda un político maduro, inteligente y sensible, parecía que necesitaba decir lo que tenía que decir y no había podido decirlo:

“Don Fernando jamás, jamás (nótese la reiteración) recurrió al abuso del poder ni a la estridencia como mecanismo de legitimación ante la sociedad”.

Advirtió que recordar a Don Fernando Gutiérrez Barrios “es hablar de un hombre de virtudes, educado en la disciplina, el honor y el servicio a los demás”.

“Hablar de Don Fernando Gutiérrez Barrios es remitirse a un hombre institucional que hizo del diálogo, la urbanidad política y el respeto a la Ley, sus mejores virtudes”.

Enfatizó la forma de servir del político veracruzano, “al que se recuerda como un Gobernador ecuánime, que antepuso siempre el interés supremo de la sociedad, por encima de intereses personales o de grupo”.

Precisó: “fue un demócrata que supo establecer canales de comunicación con todas las fuerzas políticas del país; lo hizo reconociendo que las instituciones son más fuertes que los hombres porque son pilar fundamental para un México moderno, seguro y en paz”.

Puntualizó que Fernando Gutiérrez Barrios fue un ejemplo “de honradez, cortesía política, sensibilidad y trato amable con la población; con él la corrupción jamás echó raíces, porque para él Veracruz debía ser en todo momento primero y siempre”.

…Y AL TONTO (?) LO ENLOQUECE

Recuerdo que alguna ocasión por hacerle una crítica, un columnista defeño le publicó con cierto sarcasmo que don Fernando creía que cada vez que hablaba “iluminaba a la República”.

Sin embargo, nadie que haya conversado con él podrá negar que era un hombre con mucha sabiduría.

Este reportero pudo abrevar de ese conocimiento no solo en Xalapa siendo gobernador, sino en la Secretaría de Gobernación y en la calle Río Tiber 12 donde estaba su oficina privada.

Todo eso me vino a la mente la soleada mañana de ayer en el puerto jarocho, allí junto a su monumento a la orilla del mar, donde en presencia de los titulares de los tres poderes Flavino Ríos Alvarado, el magistrado Alberto Sosa Hernández, la diputada Octavia Ortega Arteaga, así como doña Divina Morales supérstite de FGB, la señora Dulce María Guerrero de Ríos esposa del gobernador, familiares, ex colaboradores como don Gustavo Nachón, Raúl Ojeda Mestre, Marcos López Mora, Guillermo González y el periodista Edgar Hernández, lo recordamos con respeto y muchos, hasta con cariño.

Ahí en la ceremonia mañanera con motivo del 16 aniversario luctuoso, escuché de labios de don Renato Alarcón Guevara lo que una vez le contó Don Fernando sobre “Las Enseñanzas de Don Juan”, un chaman de las tribus yaquis de Sonora, al que entrevistó y plasmó en un libro el escritor peruano Carlos César Salvador Arana Castañeda, del que en su tiempo hubo quienes lo veían un poco adicto a la yerba buena o algo así.

“Mira: (me dijo en un tono cariñoso y reconfortante, explicó don Renato) es un libro de Carlos Castaneda; léelo, pero antes de que te vayas, te lo voy a comentar de manera sucinta, no en el sentido literal de las palabras que llevan a un mundo místico, sino en la praxis de realidad para un político cuando lo lee”.

“Don Juan era el chamán de un pueblo indígena, al que un arqueólogo, se supone el propio Castaneda, llega a realizar un estudio.

“Me dijo Don Fernando: entenderás tú, que el peso social y político de un personaje bajo esas características, lo hacen ser un guía social y espiritual de todos.

“Don Juan siempre se refería a los hombres de conocimiento; a los que pensaban, hablaban o decían a los demás; a sus actos, que eran de tal o cual manera.

“En la parte central del libro; el arqueólogo antes de regresar a concluir su estudio, pregunta a Don Juan: ¿Qué se necesita para ser un hombre de conocimiento?, a lo que el chamán contesta: se necesita vencer a cuatro enemigos, y el cuarto se vence parcialmente.

“El primero, estimado joven amigo, es vencer el miedo y las inhibiciones internas; ganarle al enemigo que ronda nuestra conciencia y que muchas veces nos hace callar cuando debemos de hablar.

“El segundo, es encontrar el justo medio de todas las cosas; para vivir en el equilibrio del discernimiento de lo bueno y lo malo, de lo aceptable y lo inaceptable. El tercero, es aprender a controlar el poder y no ser víctima de él; porque el poder al listo lo marea y al tonto lo enloquece”.

“Y el cuarto, mi querido Renato, es mantenerte lúcido en los últimos años de tu vida, para en la vejez, esperar la muerte. Entonces serás un hombre de conocimiento”.

“La última enseñanza de Don Fernando, al menos para mí, fue una traducción sencilla del comportamiento más correcto en la política”, explicó don Renato Alarcón, el delegado del Issste.

Y sí, “hoy, más que nunca, vale la pena recordarlo”, revalidarlo, remasterizarlo; “porque seguramente Don Fernando tendría las palabras y los consejos precisos para discernir el camino correcto”…, de los gobernadores de Veracruz.

Tenga el lector una semana de paz y armonía.

gustavocadenamathey@nullhotmail.com