Ningún problema económico tiene una solución puramente económica.
John Stuart Mill
Quizás no exista ciencia social, más lúgubre que la economía, pero tampoco alguna otra que explique mejor los acontecimientos más sensibles del comportamiento humano en su conjunto. Diversa, amplia y de interés general. En economías de mercado, el mejor esclarecimiento de la toma de decisiones, se encuentra en función de lo que esta ciencia exprese como consecuencia de toda la Teoría Económica acumulada.
En ese sentido, cabe cuestionarnos ¿Qué es un economista? Me permito, esbozar una definición que me encanta, que hizo en su momento Sir Maynard Keynes (1924): «… el economista debe poseer una rara combinación de virtudes. El economista debe alcanzar un estándar elevado en diferentes direcciones y debe combinar talentos que con frecuencia no se encuentran reunidos en la misma persona. Debe ser matemático, historiador, estadista, filósofo -en algún grado-. Él tiene que entender símbolos y hablar con palabras. Debe contemplar lo particular en términos de lo general y tocar lo abstracto y lo concreto en el mismo vuelo de pensamiento. Debe estudiar el presente a la luz del pasado para los propósitos del futuro. Ningún aspecto de la naturaleza humana o de sus instituciones, debe quedar enteramente al margen de su interés. Debe ser persistente y desinteresado de manera simultánea: soñador e incorruptible como un artista, y sin embargo a veces tan terrenal como un político».
Dicha estructura cada vez se encuentra más escasa que cuando Keynes lo aseveró, ya que la búsqueda de la verdad absoluta a través de un método científico, sin considerar el relieve histórico y empírico, precisamente solo enfocado al procesamiento de datos, desde la simpleza de los manuales, ha coartado la integridad del economista moderno (no todos) que en términos aristotélicos se encuentran más cerca de la Crematística, que de la propia economía.
En ése pórtico explicativo deambulan las sombras de todo aquello que parece pecado (para algunos) hablar, pero que es una realidad insoslayable, como son los indicadores de pobreza, mismos que hasta 2015 muestran que en México hay 53.3 millones de pobres, que equivalen a 45.5 por ciento de la población; llámenle como quieran, pero la estructura económica no está planeada para resolver dicho “evento”.
En esa tesitura, en términos prácticos dicho escenario, no solo es antiético, sino también antiestético. A lo cual evoco que un economista nunca debe dejar de lado la consideración moral y ética. Pocos saben que el primer libro de Adam Smith (Padre de la economía) se llamó La teoría de los sentimientos morales.
Hasta que la sociedad empezó a convencerse que la actividad del comerciante, el fabricante, el especulador era no solo moral (actividad económica, no benevolente) sino también fuente de virtudes esenciales para una sociedad civilizada, y como consecuencia se puso en marcha el extraordinario crecimiento económico que tantos bienes ha traído a la humanidad.
Ahí el economista destaca ya que pone atención a la oportunidad comercial, la búsqueda del beneficio, la acumulación de formas, no por el saqueo y el monopolio, sino por el servicio a los demás, difunden en la sociedad virtudes que han hecho grande y amable nuestra civilización (aun con sus imperfectos)
Sin capitalismo no hay democracia liberal. Sin el pensamiento económico no hay posibilidades de respuesta a la mejora de las estructuras de mercado, ni mucho menos los esquemas de desarrollo.
Celebro este día, y exhorto a colegas y alumnos, a nunca perder la pasión por esta hermosa ciencia que cada vez más las sociedades requieren de su marco de pensamiento para resolver todos aquellos desafíos como son la exclusión, la desigualdad y el deterioro de nuestras finanzas públicas. A ella nos debemos.
Solo cierro que con otro aforismo de Keynes: Los hombres prácticos, que se creen exentos de cualquier influencia intelectual, son usualmente esclavos de algún economista difunto.
Recordando:
La política de la incertidumbre de los regímenes autoritarios se resuelve con racionalidad económica, y con mucha acción social.
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