*“Aquel que quiere viajar feliz, debe viajar ligero”. Antoine de Saint-Exupery. Camelot

RUMBO A WASHINGTON (2016)

Noviembre de 2016. Otoño no del patriarca. Otoño que presagia, como todos los otoños, las caídas de las hojas. Como escribiera Benedetti: “Aprovechemos el otoño, antes de que el invierno nos escombre, entremos a codazos en la franja del sol y admiremos a los pájaros que emigran”. Voy rumbo a Washington, no porque la Hillary Clinton me haya mandado a llamar (a servir al patrón, que me mandó a llamar, anteayer), sino porque así lo hice hace ocho años, en otro otoño alegre cuando el primer negro del mundo, Barack Obama, tomó los votos de los delegados, 270 de los 538 que se requieren, y ganó la Casa Blanca y el derecho a sentarse por cuatro años en el Salón Oval y trepar al Air Force One (ese no lo tiene ni Obama, diría el Peje), luego ir a la reelección que ganó para sumar los 8 años que permite esa Constitución.

OH LOS RECUERDOS

Aún recuerdo aquel viaje, cuando a las seis de la tarde monitoreábamos los noticieros de CNN, ABC News y los españoles de Univisión y buscar al mejor de todos, bueno a los dos, Jorge Ramos y Raúl Peimbert, paisano veracruzano y gran comentarista, en esos dichosos momentos los Nextel comenzaron a pitar fuerte y feo, como pitaban esos viejos Nextel, y la noticia funesta llegó. Juan Camilo Mouriño se estrellaba en avión de gobierno y moría junto a otras personas. Nos impactó a la distancia. No dejaban de repiquetear los teléfonos, dándonos la mala nueva. Leí poco después que el presidente Calderón, que en gira andaba, cuando le informaron del accidente ocurrido en los linderos en la avenida Reforma de Ciudad de México, pidió a una auxiliar que le comunicaran con Mouriño: “Señor presidente, Mouriño iba en ese vuelo”. El presidente se pandeó. Moría su mejor amigo y mejor colaborador, moría el que quizá, si la muerte no se hubiera atravesado en ese camino, sería el contrincante fuerte de Enrique Peña Nieto a la presidencia, porque era muchacho joven, preparado, con esperanzas de gobernar en una nueva generación que muchos esperamos, para ver el Cambio que llegue, de una vez por todas.

EN EL HOTEL WESTIN WASHINGTON

Acuartelado en el hotel Westin Washington, del 1400 M St NW, salí a tomar un poco de aire. El bullicio comenzaba. Cuando las noticias de los delegados y los votos aparecían, la gente que odiaba a Bushito (George Bush), salieron como en romería y carnaval rumbo a la Casa Blanca. Mi hotel estaba a escasas cuadras. Allí me lancé buscando el momento que se convertía en histórico. Jóvenes y más jóvenes gritaban y bailaban rumbo al mayor imperio del poder, La Casa Blanca. Vacía estaba, Bush tiraba la hueva en su rancho texano, el Crawford, después de haber votado. La gente le mentaba su madre, eso sí en inglés, los ‘Fuck’ y esas lindezas salían de los labios para cobrar los agravios de las guerras, adonde llevó a miles de soldados americanos con el solo deseo de vengarse de Osama Bin Laden, que una vez insultó a su padre, dijo un día quejoncito. Voy y vengo, escasa una semana que, si no pierdo vuelo o no pasa nada, pretendo husmear el día del llamado Supermartes, cuando eligen por cuatro años a quien esperamos todos los mexicanos sea la mujer ganadora, Hillary Clinton, sino ahí mismo me quedó de inmigrante para que me expulse ese güero pelos de elote. Tomo un vuelo de Veracruz al DF, pernocto y muy temprano por United despegamos rumbo a Washington, para luego husmear Filadelfia y ver el sitio de los Padres Fundadores de la patria, y quizá Nueva York, a oír aquella rola de Sinatra, New York, New York, o buscar a Woody Allen donde toca el clarinete, en el Café del Hotel Carlyle, uno de los hoteles más lujosos de Nueva York, eso si le pierdo el amor a 165 dólares que vale la entrada, aparte los pegues. Represento a varios medios: El Washington Post de Tierra Blanca, entre otros, y la XEJF Radio, El Sol, Córdoba y Orizaba, Newsver, Crónica del Poder de Hakim, Gráfico, las páginas electrónicas de Noreste, Demócrata, Crónica de Tierra Blanca, Contacto Noticias, El Informante, Noticentro Orizaba y en mi Facebook y Twiter o mí mismo blog, desde donde informaremos el día de la elección y los otros días. Aquella vez de hace 8 años, en el 2008, Obama durmió candidato y amaneció presidente. Eso esperemos con Hillary. Dice la vieja leyenda que todos los presidentes, cuando llegan a la Casa Blanca, quieren dormir la primera noche en la alcoba que fue de Lincoln, o mínimo la de Kennedy, para que se les pegue algo. Ninguno quiere la de Nixon. Uno, Republicano, el otro Demócrata, pero ambos buenos presidentes, amados por su pueblo y por el mundo. Lincoln se portó bien con México. En la época del gran mexicano, Benito Juárez, le apoyó con todo. Kennedy a México lo quiso, aún se recuerda aquella vez cuando paseó con la Jackie en tiempos de Adolfo Lopez Mateos. Amados, respetados y queridos. Ahí les cuento que veo, pues como dice Leila Guerreiro: “la tarea de un periodista consiste en ir, ver, volver y contar”.

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