*Aprueba a los buenos, tolera a los malos y ámalos a todos. Eso lo dijo San Agustín, no yo. Camelot.

PRIMER DIA DE ELECCION

Antiguamente, todos los caminos conducían a Roma, hoy conducen a Washington. Arriba del avión de United, que se bambolea y junto, en el asiento de la fila 25, pasillo C, un padre lleva a un niño que grita y chilla a todo pulmón, más fuerte que cuando a Flavino le tomaron los yunistas el Palacio de Gobierno de Xalapa, estado de Veracruz, y a pocos días la Casa Veracruz y lo pusieron a gobernar vía teléfono, según presumió él mismo, cuando Chikiyunes le gritó. Voy a Washington, debemos aterrizar, primero Dios, en cuatro horas en el aeropuerto Dulles, ese mismo que bajé un día de otro tiempo y de otro año, cuando vine a un juego del Mundial de fútbol y en Baltimore, que también es pueblo, aeropuerto alterno, aterrizamos y un día después un avión privado ejecutivo, de esos que fletaba Taesa, se estrelló en el Dulles y eso puso a los de la AFFA enojadísimos, porque tenía años que no había habido accidentes en ese aeropuerto de la capital del mundo, y tenía que haber llegado un piloto mexicano inexperto. Viajaba, según leí en el Washington Post, un día después, la familia del dirigente cetemista, Rodríguez Alcaine, murió su hija y sus nietos y el yerno, doloroso asunto. Vamos a la elección de Hillary y Trump, en ese Martes de los de ni te cases ni te embarques, donde sacarán presidente de la nación. No he visto aún picudos, escasamente en el vuelo un rostro conocido, el Pepe Córdoba Montoya de Miguel Alemán Velasco, el exgobernador de las estrellas, Lorenzo Lazo Margáin, jefe de la Oficina del Programa de Gobierno, ahora no voló por la aerolínea de su jefe, Interjet, va por esta y no va en primera, va como nosotros los mortales del pueblo, lejos de los 18 asientos de primera. Nos saludamos, al descender. Hace ocho años aquí veníamos volando con Othón González Ruiz y Leo Zuckerman, que a la elección de Obama veníamos un buen grupo. A escribir los acontecimientos. A relatar las cosas.

LA NOCHE DEFEÑA

Pernocté en el hotel NH, de Ciudad de México, el que está en la terminal 2 del aeropuerto, uno de españoles, después de venir en un totolotero avión de Aeromar, viejo y chiquito, de dos hélices, que cuando despega lo ayuda a empujar con el trasero en el asiento, para que se eleve rápido, pero avión seguro. Allí llegamos tres tristes tigres, mi hermano Enrique, que no le gusta salir en las fotos de Facebook, José Luis Rico, el amigo que no es rico, es viajante, y quien esto escribe. Iremos a husmear por las calles cómo se ve la elección. Ayer noche recibí mensaje Inbox del gran Raúl Peimbert, el gran comunicador veracruzano, está en Nueva York, porque él cubre los dos war rooms, el de Hillary y Trump, republicano y demócrata, que ambos salieron neoyorkinos, como Obama lo fue en Chicago aquella vez. Un amigo me sugería ir a Nueva York, porque de allá son estos dos, pero la estampa de la Casa Blanca, cuando todos los comentaristas se trepan al hotel Adams, y alquilan sus espacios porque es la mejor vista de ese poder, entre ellos Televisa y TV Azteca y Univisión, allí vendrá la Denisse Maerker a transmitir a las Diez, en esa azotea que cada cuatro años se vuelve la azotea del mundo de las comunicaciones, igual llega Anderson Cooper, el famosísimo comentarista de CNN. Debajo de ese sitio hay un bar, como los periodistas agarran por su cuenta las parrandas, y se empedan cada que vienen, le llamaron ‘Off the record’, en honor a ellos.

LA PEATONAL CIUDAD

Iré y caminaré donde pueda, no me he tomado la foto en la estatua de Lincoln, ahora lo haré, ese sitio donde una vez llegó, sorpresivamente, en la noche, todo loco, el presidente Nixon, en aquellos años tortuosos de Watergate, a dialogar con estudiantes, según el relato de Oliver Stone en un documental al presidente derrocado; quizá también vaya a Arlington a acompañar a Rico que no conoce la tumba de JFK, quien allí sepultado está en ese Cementerio de sus héroes, yace junto a su hermano Bobby y Jackeline, su esposa, aquel tiempo cuando Camelot reinó sobre la faz de la tierra, y una conjura de la CIA, la mafia, FBI y Pentágono y algunos más, liquidaron a tiros un proyecto de nación y cambiaron al mundo en aquel proditorio crimen en Dallas, un 22 de noviembre. Anda por aquí, también, el abogado Perry Mason, Jorge Reyes Peralta, me envió mensaje e invitó a cenar el lunes, lo invita la Asociación de Abogados de Washington, a que venga como visor, para que no se esté peleando con Yunes. Aquí opera el mal, Trump y Hillary se dan con todo, el mismo director del FBI le pegó tremendo susto cuando amenazó con enseñar mas correos, de su pasado, de cuando era poderosa secretaria de Estado de Obama y la han traído como Yunes a los que se fueron, a tiro por viaje. Aunque anoche ya vino la exculpación. Es una Casa Dividida, uno no pude imaginarse cómo es posible que Trump tenga tantos seguidores, cierto, es una Casa Dividida, como aquel viejo discurso del presidente Abraham Lincoln, el de ‘una casa dividida no puede sostenerse en pie’, y entraron a esa horrible Guerra Civil, aquel tiempo de la Guerra de Secesión, cuando querían, como ahora, partirse en dos. Veré lo que no conozco de Washington y me meteré a algunas casillas el día de la votación, Aquí las elecciones las hacen ellos, no necesitan de INE ni nada, no hay ratones locos ni urnas embarazadas, ni carruseles, nada, aunque alguna vez se sospechó que el hermanito Bush, Jeff, le robó la elección a Al Gore, esa vez que ganó con más votos pero no tuvo más Distritos Electorales, porque aquí votan diferente. Asunto que llegó a la Suprema Corte de Justicia de la Nación, quien dio el fallo a favor de Bushito, en su reelección. Los Padres Fundadores de la Patria así lo eligieron, para que las ciudades más grandes no dominaran siempre y algunas pequeñas fueran determinantes en la votación. Hace 8 años aquí anduve y luego regresé otra vez, pero aquel era tiempo de elección, como el que hoy viene y se vive y, como dijera el cuentista, hay que contar las cosas porque ‘somos cuentos de cuentos contando cuentos, nada’, es de Saramago, el Nobel.

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