Durante su campaña, el republicano Donald Trump prometió que sacudiría Washington. Ahora como presidente, el magnate estará en condiciones de cambiar drásticamente la forma en que Estados Unidos maneja la migración, el comercio y otras políticas.
Una buena parte de las propuestas del próximo presidente requerirán de la cooperación del Congreso estadounidense.
Aunque es probable que disfrute de una ‘luna de miel’ con los republicanos tras su triunfo de ayer, no tiene garantizado un ‘romance’ duradero con su partido, debido a la turbulenta relación que ha tenido como los líderes parlamentarios, así como diferencias ideológicas.
Aquí los principales planes de la política del magnate Donald Trump:
En su campaña, Trump argumentó que los acuerdos comerciales internacionales han afectado a los trabajadores estadounidenses y a la competitividad del país.
Prometió ‘mano dura’ con China, retirarse del Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP), que todavía no está finalizado, y renegociar o desechar el Tratado de Libre Comercio para América del Norte que Estados Unidos tiene desde 1994 con México y Canadá.
Como presidente, Trump tiene cierto poder para aumentar los aranceles a países como China. Podría también retrasar el TPP, incluso si el Congreso lo aprueba.
Los economistas han advertido que tales movimientos dañarán la economía al forzar a los consumidores a pagar precios dramáticamente más altos por todo, desde refrigeradores a camisetas.
Las exportaciones estadounidenses, como aviones y soya, probablemente también sufrirían el impacto.
Como estrategia para llegar a la Casa Blanca, Donald Trump prometió construir un muro a lo largo de la frontera mexicana, deportar a millones de inmigrantes indocumentados y prohibir la inmigración desde países que han estado «comprometidos con el terrorismo».
Esas políticas no serían baratas. Trump ha estimado que el muro costaría entre 8 mil y 12 mil millones de dólares. Otras estimaciones han sido mucho más altas.
Trump ha dicho que obligará a México pagar por el muro, incluso incautando resemesas, pero no tiene poder para forzar a otro país a gastar dinero en algo que no quiere.
Trump ha prometido derogar la Ley de Protección al Paciente y Cuidado de Salud Asequible del Presidente Barack Obama, popularmente conocida como «Obamacare», y reemplazarla por un sistema que daría a los estados más control sobre el plan de salud para los pobres conocido como Medicaid.
Para esto necesitaría la acción del Congreso y los republicanos podrían tener dificultades para obtener los 60 votos necesarios para avanzar en el Senado, compuesto por 100 escaños, para derogar la ley.
Los republicanos podrían enfrentar una reacción pública si derogan una ley que ha proporcionado atención médica a millones de estadounidenses.
Trump ha prometido hacer profundos recortes de impuestos, aunque ha anunciado que protegerá los populares programas de salud y jubilación, que representan más de un tercio del gasto del Gobierno de Estados Unidos.
Esa combinación de políticas aumentaría masivamente la deuda nacional, según el Centro para un Presupuesto Responsable, un organismo no partidario.
En impuestos, obtendría mucha ayuda de los republicanos en el Congreso, donde han estado sentando las bases para una reforma al código tributario que reduciría las tasas y cerraría las lagunas impositivas.
No obstante, enfrentará la feroz resistencia de los propietarios de viviendas, empresas y otros grupos de interés que se benefician de las actuales exenciones fiscales.
Trump ha prometido un ‘desmantelamiento’ de la ley de reforma financiera de 2010 Dodd-Frank, promulgada tras la crisis económica global, pero ha dado pocos detalles sobre cómo hacerlo.
La plataforma del Partido Republicano pide el restablecimiento de la ley Glass-Steagall, una iniciativa que en la década de 1930 obligó la separación de los bancos de inversión de las instituciones de captación de depósitos.
El exjefe de campaña de Trump, Paul Manafort, dijo en julio que apoyaba ese cambio.
Por otra parte, los legisladores republicanos han sido hasta ahora incapaces de deshacer muchas de las más criticadas partes de la ley Dodd-Frank y muchos se oponen a un regreso a la Glass-Steagall.
Trump ha ofrecido pocos detalles sobre sus planes para luchar contra ISIS, pero ha dicho que «golpeará el infierno» del grupo militante. Ha asegurado que mantiene en secreto los detalles de su estrategia para no divulgarlos al enemigo.
El presidente electo dijo que oponerse a aceptar a los refugiados que huyen de la violencia en Siria y aseguró que creará «zonas seguras» que a su juicio serán financiadas por los estados del Golfo Pérsico.
El presidente Barack Obama dijo que una zona segura en Siria requeriría un gran compromiso militar estadounidense, algo que podría resultar impopular si se considera que los estadounidenses están cansados de las largas guerras en Irak y Afganistán.
El hoy presidente electo ha dicho que construirá una “muy buena” relación con Rusia y que podría trabajar con Moscú para combatir a ISIS.
También sostuvo que intentará reconocer a Crimea, anexada desde Ucrania en 2014, como territorio ruso y que levantará las sanciones impuestas a Rusia por las naciones occidentales por lo que calificaron como una apropiación ilegal de territorio.
Trump criticó a la Organización del Tratado del Atlántico Norte, diciendo que algunos aliados de Estados Unidos no han cumplido sus compromisos de defensa.
Con una vacante en la Corte Suprema y probablemente varias más en los próximos cuatro años, Trump tendrá la oportunidad de poner un sello conservador en los tribunales nacionales durante las próximas décadas.
Su lista de potenciales nominados ha sido elogiada por activistas conservadores y republicanos en el Senado, que seguramente estarán ansiosos de ayudarlo en esa área.