Parece ser que nadie se esperaba lo que aconteciera en las elecciones de los Estados Unidos. Todo mundo esperaba que el magnate Donald Trump perdiera las elecciones, sobre todo porque semanas antes se le descubrieron una serie de datos que lo mostraban como un sujeto misógino, fascista y desequilibrado. Después del segundo debate ya lo daban por muerto, es más, Hillary Clinton, su oponente del partido Demócrata se sentía tan segura que no quiso darle el golpe de muerte en ese segundo debate.
Sin embargo las encuestas serias mostraban un fenómeno extraño. Trump, a pesar de todas sus torpezas de campaña, de todos sus berrinches y de sus discursos xenófobos no tenía una caída considerable en la aceptación de los americanos. La mayor ventaja de Clinton en las encuestas era de 5 puntos porcentuales y el margen de error siempre fue de +3 o -3. Realmente Donald Trump y Hillary Clinton siempre fueron a la par.
Así llegaron a las elecciones, en donde una parte de la sociedad estadounidense, esa que de tan olvidada ni siquiera se creyó que saldría a votar, fue la que marcó la diferencia en los estados clave, esos que le otorgan más votos electorales a los candidatos.
Trump ganó por el voto electoral, no por el voto de mayoría; eso no es nuevo en los Estados Unidos, así gano George Bush hijo la presidencia años atrás.
Trump prometió un muro y la gente se espanta porque en su locura lo puede mandar construir. Sin embargo eso no es lo más peligroso, lo verdaderamente peligroso es el muro ideológico que, una vez que se supo del triunfo del candidato Republicano en las elecciones, inmediatamente sus seguidores empezaron a erigir.
Ya están en las redes sociales esos pequeños fascistas de colegio que empezaron con el bullying a los americanos de descendencia hispana, poniéndose ellos mismo como barrera, hinchando el pecho le dicen a sus condiscípulos de origen hispano: “Aquí está tu muro, y este no lo vas a cruzar”.
Por supuesto las protestas no se hicieron esperar. Ciudadanos de las ciudades más importantes de los estados Unidos salieron a las calles para mostrar su repudio por la ola de discriminación que se avecina, o que de hecho iniciara con la llegada de Trump como candidato.
En México el dólar rebasó la barrera de los 21 pesos. Se espera que siga bajando el peso y subiendo el dólar. En nuestro país afecta y de manera importante el triunfo de Trump porque nuestra economía depende mucho de la economía norteamericana. Muchas familias en México están atenidas al envío de remesas que sus parientes ilegales les mandan. Si Donald Trump, como prometió en campaña, crea algún impuesto o un mecanismo para evitar que ese dinero llegue a México, la segunda fuente más importante de divisas en nuestro país sería cancelada.
No podemos mantenernos ajenos a lo que pasa y decir que las consecuencias sólo las padecerán aquellos que dependen de las remesas. Si las locuras de Trump se llevan a cabo muchos mexicanos ilegales, incluso ilegales de otros países regresarían a México, creando una crisis de desempleo mayor a la que ya padecemos. Muchas de esas personas no lograrán conseguir empleo, por lo que no tendrían otra alternativa que dedicarse al crimen o reclutarse en una banda del crimen organizado.
¿Qué podemos hacer? Sólo mantenernos unidos, solidarios con nuestros connacionales y dejar de enriquecer a los grandes consorcios norteamericanos. Cuando ellos vean que las consecuencias de los actos de Trump les afecta el bolsillo, entonces ellos también respingarán.
Armando Ortiz aortiz52@nullhotmail.com