*Una habitación de hotel, cuando lo has recogido todo, y detrás de ti sólo queda el desorden, tu desorden, es una huella bellísima, y es una lástima que quienes la lean y la borren sean camareras aburridas, con el corazón en otra parte. Camelot.
LOS GRANDES HOTELES
Uno puede deambular por las peatonales calles neoyorkinas y descubrir los grandes hoteles, unos históricos, otros de maldades o de la belleza que portan, como el Waldorf Astoria, del 301 de Park Avenue, hotel que no es del Art Nacó, sino del Art Decó, de 49 pisos, un poco más alto que mi casa, que es muy particular y se llueve y se moja como las demás, que al verlo entré de visitante. En este hotel alguna vez me hospedé y Juan Antonio Nemi Dib (Que se defiende de imputaciones inciertas y dolosas, según él mismo relata), me dijo que era un hotel muy caro y que tuviera cuidado con el desayuno, porque me costaría un ojo de la cara. Qué va, me costaron dos ojos, pero es que su mensaje llegó demasiado tarde. Al otro día descubrí un comedero rico donde había trabajando muchísimos paisanos mexicanos, uno de Tierra Blanca y los otros poblanos, de Pueblayork. Le dije a Rico, el amigo que no es rico, que viéramos porque allí hay una gran fotografía del presidente JFK cuando en campaña, afuera de ese hotel y arriba de un auto, pedía el voto. No la encontré, creo que la removieron, pero vi otras. Todos suelen presumir de las y los picudos que allí se hospedaron. Aunque a algunos les fue como en feria.
EL SOFITEL
Como cuando pasé por el Sofitel, allí donde el calenturiento político francés Dominique Strauss-Kahn (DSK), presidente del Fondo Monetario Internacional, fue acusado de haber manoseado e intentado violar a una camarera, el 14 de mayo de 2011 en la suite 2806, donde ella estaba limpiando, golpeándola, intentando violarla y obligarla a practicarle sexo oral. Strauss-Kahn negó haber tenido contacto sexual pero las pruebas de ADN demostraron que había semen suyo en las ropas de la mujer. Los informes médicos probaron lesiones de Diallo, pero cuando se descubrió que había mentido sobre su pasado para justificar su solicitud de asilo en los Estados Unidos, perdió credibilidad y el fiscal se vio obligado a retirar los cargos. Diallo interpuso una demanda civil por daños y perjuicios y el asunto se cerró con un acuerdo monetario entre la camarera y el político, que le pagó una indemnización. Pues este buey calenturiento, iba directito a ser candidato y presidente de Francia, y chupó faros, perdió el trabajo y a la bella y rica mujer, una periodista que su abuelo fue Marchante de Picasso. Me tomé una foto y entonces me di la media vuelta.
ST. REGIS
Sin querer lo descubrí. Mi hermano Enrique me dijo: ‘¿Mira el St. Regis?’, el que está ubicado en el 2 E 55th St, New York. El St. Regis ahora es famoso, bueno siempre lo ha sido, es famoso para nosotros porque, entre las acusaciones a Javier Duarte de Ochoa, gobernador con licencia y desaparecido, está el que presuntamente compró allí tiempo compartido. Suelen ahora los hoteles vender tiempo compartido, eso les reditúa mas lana que los paseantes que allí llegamos, o al menos la invierten a futuros. Venía de Central Park, que entramos a la originalísima tienda Apple, la de Steve Jobs. Hay tres tiendas en Nueva York, pero esta de la Quinta Avenida tiene su encanto, es la tienda número uno del grupo y cuando bajas esa escalinata rodeada toda de cristal, parece eso miércoles de plaza de Chedraui, hay más gente que mercancía. Tiene a 20 mil empleados buscando que venderte. Excelente. El St. Regis tiene a un lado el icónico bar Nat King Cole y enfrente el Polo bar, lo fundó uno de los Astor, allá por 1927, cuando les venía la Gran Depresión.
EL GRAN PLAZA
Y por último, a ese fui porque tenía contemplado ir y encaminé mi GPS al gran hotel Plaza de Nueva York, de la Quinta Avenida, frente a Central Park, allí filmé una manifestación antitrump y cuando los protestantes veían mi gorra de México, gritaban: ¡Viva México!, solo les faltó el ‘cabrones’, por aquello de no te entumas y de la presión del Orange Trump hacia los inmigrantes indocumentados. Un par de fotos a su entrada y unas en los interiores y fuimos hacia los pasillos, donde exhiben grandes fotografías de Sinatra y Mía Farrow, de Truman Capote y de Marilyn, en aquella fiesta que le dedicó el escritor de A sangre fría a la dueña del Washington Post, Katherine Graham. Otra de los Beatles, cuando llegaron al show de Ed Sullivan y ahí se hospedaron (Aquel gran show de febrero de 1964, cuando eran unos desconocidos y la audiencia fue de 60 millones de televidentes, 8 de cada 10 americanos les vieron, algo para Ripley, ya enloquecían por los Beatles) y una caminando hacia el hotel de Jackie Kennedy con sus hijos pequeños, Caroline y John John, y el feo esposo griego, Aristóteles Onassis, al que el billete lo hacía ver guapo, a ratos. El hotel tiene ya dos esquemas de comercialización, alquilan aún cuartos, pero una gran sección la han comprado los magnates petroleros rusos, los hijos de Putin, que con lo que saquearon a Rusia han venido a comprar lo que aquí les pongan. Una entrada especial para los condóminos, y otra para la perrada, o sea, nosotros. Quise decirle a Rico de tomarnos un café dentro, allí con los popofianos Vanderlits, pero no quise perderle el miedo a 500 pesos, que ese café debe costar unos 20 dólares, por estar en el lugar dónde se está. Y me fui con el sol, cuando llega la tarde, diría Luis Miguel. Y un frio del carajo, aseveraría Kamalucas, un filósofo de mi pueblo.
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