La política no es lineal, los sucesos siempre tienen un por qué. Lo que hoy para Veracruz parece un proceso convulso puede llegar a ser un pretexto redentor. Tenemos dos circunstancias interpretativas, por un lado, puede suceder que efectivamente no existan recursos para sustentar la nómina, o la otra es que el no pago sea parte de una estrategia.
Lo anterior a fin de continuar dilatando el espectro social que cobija el desánimo, ya que dicho fenómeno es la decadencia de toda una gestión gubernamental sumamente defectuosa. Como dice Amparo Casar, se ha equiparado el desastre financiero que dejó Duarte con los fenómenos naturales.
La deuda pública de Veracruz (empréstito real) oscila en el orden de los 70-80 mil millones, misma que como porcentaje de las participaciones federales representa entre el 35-40%. Es decir, hasta aquí parece manejable (si se proyecta a mediano y largo plazo).
En el caso veracruzano, más del 92 por ciento del monto total de la deuda corresponde al gobierno del estado, en tanto que las obligaciones financieras de los municipios se ubican en 3 mil 596 millones; es decir, 7.9 por ciento. En Veracruz, el incremento de la deuda pública entre 2015 y 2016 fue de 3 mil 578 millones, lo que equivale a 6.6 por ciento.
Las entidades que tienen el mayor porcentaje de endeudamiento, con relación a su Producto Interno Bruto(PIB), son Chihuahua, 8.18 por ciento; Quintana Roo, 7 por ciento; Coahuila, 6.06; Chiapas, 5.36; Nayarit, 4.71; Nuevo León, 4.37; y Veracruz, con 4.32 por ciento.
Aquí cabe interrogarnos ¿Por qué si otras entidades federativas tienen un mayor porcentaje de endeudamiento en relación con el PIB, Veracruz no puede pagar la nómina?, la respuesta sin contar con toda la información de fondo, la sustento parcialmente en la condición estructural, que cada vez se añejaba como cobijo del fecundo clientelismo político que sucumbe la administración pública estatal.
Dicho suceso temerario, se ejemplifica en que la configuración del gasto es un reflejo de un aumento indiscriminado de puestos burocráticos, el cual ha posicionado a la entidad en un profundo estado de indefensión frente a la contracción de la liquidez, esto como consecuencia de un déficit presupuestal, es decir Veracruz (sumado al desvío de recursos) tiene un gasto operativo deficitario de 12 mil millones de pesos, Veracruz gasta más de lo que le ingresa.
Lo cual se ha ido agravando paulatinamente, solo pensemos que la entidad cuenta con 24 mil maestros estatales, mismo que han aumentado en 8 años un 30-40% de la matrícula, lo cual debemos verificar que no sea para beneficio de oscuros intereses y no precisamente en favor de la educación como todos queremos, o los más de 5 mil elementos de policías que de 2014 a la fecha han sido contratados (sin contar a los administrativos), por sí mismos estos números hablan del aumento galopante de la nómina.
Para ir sorteando ése escenario el gobierno del estado contrataba deuda con la banca comercial, o recurría a préstamos del sistema de pensiones, en específico de la reserva técnica, y se hacía nulo trabajo de reingeniería real en la organización piramidal de intereses, que terminaron por edificar un castillo de área que hoy a término de este ciclo se desborona a pasos agigantados.
Entre el robo y el mal uso de los recursos, hoy la capital de la entidad es un caos, limitando a las familias a producir, transfiriendo costos a terceros y generando hermetismo a quienes no les pagaron.
Lamentable situación, misma que demanda talento para resolverla, y se debe ver reflejada en voluntad política y técnica gerencial para la administración, sobre todo en tiempos de transición y coyuntura.
Recordando:
• Año con año los diputados avalaron la cuenta pública, la deuda y los distintos instrumentos legales.
• Los 12 mil millones de pesos de déficit operativo estarán presentes con el mal uso de Duarte o sin él.
• Este escrito no está acabado, solo analiza parcialmente todo el fenómeno y lo dejo a la discusión