El descrédito de los políticos, la política, los partidos, los diputados, los Senadores, los funcionarios, los ediles, etc. trae consecuencias preocupantes y potencialmente peligrosas. Es tanta la distancia respecto de los ciudadanos, tan lejanos e inefectivos, que se puede pensar en salidas mágicas. Hay quienes consideran la posibilidad de evitar las mediaciones institucionales y hacerlo todo más rápido vía un salvador. Las soluciones fáciles son sospechosas, en todo el mundo se ha visto el fracaso de las respuestas rápidas.

A pesar de lo evidente que resulta que no es tan simple salir de la crisis hay muchas muestras de inercias y refugio en una base fácil de creencias, verdaderos actos de buena fe. Las soluciones reales surgen de procesos lentos y colectivos, suponer o hacer lo contrario es una apuesta fallida. Lo vemos en el mundo y en nuestro país, sobre todo en los municipios donde constantemente aparece algún salvador que muy pronto pierde la cabeza. Tenemos en Donald Trump una muestra mayor y reciente del desprecio por las ideas.

Las generalizaciones presentadas como agendas y plataformas son una muestra de limitaciones, evasivas y simulación; se apunta a todo y a nada a la ves, se señalan objetivos grandes cuidando no hablar de los medios para lograrlos. No se deben obviar los programas serios surgidos de la participación ciudadana, los expertos y la exposición pública sujeta a críticas y deliberaciones colectivas. Es parte del debate constante, permanente y con resultados. Una exigencia social, sobre todo en épocas electorales, debe ser la de exponer ideas, diagnósticos y propuestas pasando a los contrastes con otros actores políticos hasta llegar a un nivel alto de debates.

La crítica a los políticos debe ser muy racional y justa, identificando sus responsabilidades sin caer en la demonizacion excluyente. Evidentemente los partidos deben renovarse, salir del auto consumo y abrirse a la gente con todos sus efectos. En tanto, hay la alternativa independiente a nivel municipal, siendo una opción sana pero con candados absurdos y deformaciones más que prematuras. Los independientes son un respiro en los oxidados circuitos partidistas, tienen el reto de hacer todo diferente y bien. Ser independiente supone un deslinde con las burocracias partidistas y, sobre todo, de los membretes que solo administran los registros electorales.

Aun así, hay que ser muy escrupulosos con los partidos, respetando su existencia y el rol que juegan en la pluralidad. A pesar de las deficiencias del sistema de partidos ahí están, como referente de pocos o muchos, como canal de expresión y como articuladores de intereses y demandas sociales. No van a desaparecer los partidos porque cuentan con alguna base, clientelar o no, y porque se reinventan para jugar un papel en el sistema; si puede haber casos de crisis existenciales pero al final, como vimos en España y Grecia, entre otros, se mantienen las principales formaciones partidistas. Al «Que se vayan todos» por repudio y presión ciudadana, deben agregarse las auditorías revisiones profundas y deslindes de responsabilidades; es imposible empezar de cero y de la tierra arrasada; hay de soporte un incipiente servicio civil de carrera para sostener el aparato público, no son menos los verdaderos servidores públicos, también hay líderes con visión de estado y una ciudadanía más informada, crítica y participativa.

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Recadito: El nuevo gobierno es exigible y apoyable también.