Por Ramón Durón Ruíz (†)
De las múltiples historias que circulan por la Internet, la siguiente me pareció formidable: “Resulta que en los Estados Unidos de Norteamérica, es normal que la mayoría de las grandes residencias tengan un bello prado, para su cuidado existen diversos jardineros independientes que les dan mantenimiento.
Cierto día el gerente de una gran empresa, contrató por teléfono a uno de esos jardineros. Cuando llegó a su casa, el ejecutivo vio que había empleado a un jovencito de escasos 16 años de edad, lo cual lo dejó sorprendido. Cuando el muchacho terminó el mantenimiento, le solicitó al patrón permiso para usar el teléfono; éste, encantado con la educación del joven, accedió al pedido y movido por la curiosidad, no pudo dejar de escuchar la conversación.
El muchacho había llamado a una señora a quien le preguntaba:
– ¿Necesita de un jardinero señora?
– No, ¡ya tengo uno! -respondió esta.
– Pero además de podar, también tiro la basura.
– Eso también eficientemente lo hace mi jardinero.
– Abono esmeradamente las plantas después del servicio -dijo el muchacho.
– Eso también lo hace mi jardinero.
– Programo el mantenimiento lo más rápido posible
– Mi jardinero también me atiende con rapidez.
– Mire señora, el precio de mi trabajo es inigualable.
– ¡No, gracias! el precio de mi jardinero es el justo.
Cuando el joven colgó el teléfono, el ejecutivo le preguntó: – ¿Perdiste un cliente muchacho?
– ¡No, -respondió seguro de sí mismo el joven- yo soy el jardinero de esa señora. Estaba solamente checando que la clienta esté satisfecha con mis servicios.”
Cuántas veces hemos escuchado de paisanos que se van a los Estados Unidos en busca del sueño americano, lo que ignoran es que ese sueño está precisamente en donde trabajen cumpliendo su tarea con honestidad y compromiso, con alto sentido de responsabilidad y eficiencia.
El grave problema que tenemos los mexicanos es que encontramos pintores, mecánicos, hojalateros, albañiles, plomeros, jardineros, soldadores y obviamente políticos de medio pelo, irresponsables, que acuerdan entregar el trabajo o ir a realizar una tarea en una fecha y por su incompetencia no honran ni mucho menos respetan su palabra.
Cuando en nuestro país observamos a un trabajador con solvencia económica, es que cumple exitosamente “el sueño americano”, la lógica que es que tiene decenas de clientes que lo buscan y lo recomiendan por ser altamente responsable, eficiente, cumplido, honesto, puntual.
Nuestros trabajadores, como los políticos, deben entender que el éxito no compagina con la irresponsabilidad, este no acepta que se encubran en el conformismo que da la mediocridad, el éxito se encuentra en su interior, es una actitud que se aprende en casa, que se desarrolla con el paso del tiempo y el ejercicio diario de ser eficiente, se alimenta permanentemente con el compromiso de ser cada día mejor, crece sobre sí mismo y al último se transmuta en una forma de vida.
A propósito, de sueños, el Pomponio pregunta al Filósofo:
— ¿Agüelito, que es tocar y hacer el amor?
El viejo campesino de allá mesmo le mira a los ojos y le dice:
— Mira mijito, es: MMS a los 20; MMS a los 40; MMS a los 60 y MMS a los 80.
— ¿Y qué es MMS agüelito?
— A los 20, es: Mañana, Mediodía y Siempre; a los 40, Martes, Miércoles y Sábado; a los 60, Marzo, Mayo y Septiembre; ya a los 80, ¡MIS MEJORES SUEÑOS!
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