Hay tantos frentes abiertos en el conjunto de la administración pública estatal, que es difícil establecer una o dos prioridades del nuevo gobierno. En donde se le rasque tantito es evidente que va a brotar un fuerte olor pestilente y lo más seguro es que los nuevos responsables de cada área se van a encontrar con un tejido descompuesto, necrosado, muy dañado.
Es que el daño infringido es de tal magnitud que quién sabe cuánto tiempo habrá de pasar para que Veracruz se recupere del expolio obsceno al que fue sometido sin el menor pudor, no lo sé, a lo mejor la próxima generación pueda testificar una recuperación apenas suficiente para alcanzar los niveles de inversión pública que nos sirvan para paliar el enorme retroceso que el estado sufrió durante estos doce últimos años.
Mientras tanto habrá que seguir trabajando en un doloroso proceso de restauración de daños y de reconstrucción de las instituciones públicas que quedaron desechas, saldando cuentas, pagando los enormes pasivos que irresponsablemente le endosaron al pueblo de Veracruz. Pero al margen de que lo mínimo que estamos esperando es que se haga justicia, de que no haya impunidad y de que se castigue a los culpables del saqueo, el nuevo gobierno se tiene que plantear prioridades porque todo es importante y todo es urgente.
Por supuesto que el principal problema al que se está enfrentando este gobierno bianual es el financiero. La falta de liquidez amenaza con asfixiar la administración y la gestión del gobierno. Tal como lo dijo la secretaria de Finanzas y Planeación, hay presupuesto para el año que entra pero eso no significa necesariamente que haya liquidez, por lo que es necesario que los especialistas en el tema financiero propongan medidas para hacer viable al gobierno y así evitar la parálisis que a nadie conviene, no sé, quizá sea necesario buscar un equilibrio en el flujo de caja de la administración de la administración del dinero, renegociar con bancos, restructurar deuda, un programa de austeridad, entre otras medidas urgentes, sin olvidar el necesario recorte del personal que no cumpla con una función específica dentro de la estructura de personal de las dependencias y entidades de la administración pública. Medidas dolorosas sin duda, pero necesarias.
Pero el problema que en lo personal veo de mayor relevancia y que deberá acometer el gobierno entrante –ya tuvo su primera reunión con el mando único en Orizaba-, será el de la seguridad pública, recuperar la tranquilidad de los ciudadanos y de las familias veracruzanas creo que está por encima de todas las cosas. El crimen está desafiando al estado como nunca antes se había visto. Apenas antier fue asaltada la sucursal de un banco que se ubica en el primer cuadro de la ciudad de Córdoba, a plena luz del día y eso no puede seguir ocurriendo en Veracruz, sobre todo porque no son hechos extraordinarios o aislados, por desgracia se han convertido en algo normal que ocurre todos los días en cualquier parte.
Creo que habrá que replantearse necesariamente o una policía estatal única que atienda a los 212 municipios o un sistema mixto, con policías municipales y regionales o intermunicipales –ya planteó el gobernador esta posibilidad-; y lo mismo habría que pensar para el servicio público de tránsito y vialidad. En ambos ramos hay un vacío que habrá que corregir de inmediato, pero insisto, la restauración y la recuperación de la seguridad de los veracruzanos es algo que el gobierno que encabeza Miguel Ángel Yunes Linares es la prioridad de prioridades que habrá que atender desde ayer.

El país se le está escurriendo entre las manos al presidente.- Los niveles de inseguridad no bajan en el país, en los Estados Unidos gana Trump y el presidente ve en esa desafortunada elección una oportunidad que el resto de los mexicanos no vemos, por el contrario la gran mayoría lo vemos como una amenaza a la estabilidad del país y que podría desvielar al único de los pistones que le están funcionando al motor de la economía nacional, más la emergencia financiera que se vive, la devaluación que alcanza ya niveles escandalosos, un crecimiento del PIB para el año que entra realmente exiguo y con una deuda pública que ha crecido desproporcionadamente, el panorama es realmente preocupante, y lo peor es que el presidente no parece percatarse de la situación. Realmente estamos en una situación en donde el gobierno federal nos ha quedado a deber. Exaspera la falta de liderazgo de EPN, su falta de claridad en la conducción del país y me queda la percepción de que México le vino grande a sus capacidades. Ojalá en estos dos años que le quedan de gobierno retome el impulso inicial con el que comenzó su gobierno hace cuatro años.

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