Van unos pocos días del nuevo Gobierno en Veracruz, el de la alternancia, y se notan algunos cambios sin entrar en aspectos mayores como, de buena fe, espera la mayoría de la sociedad y, con cierta celeridad, algunos grupos ultra críticos. El cambio es real y será profundo, en algunos casos en lo inmediato, mientras que, en otros, llevará más tiempo. Hay aspectos y asuntos complejos que llevarán un proceso, sobre todo lo que quede en esferas autónomas del ejecutivo. Sin embargo, en la competencia del ejecutivo ya se notan algunos cambios, simbólicos si se quiere pero efectivos, en el sentido del deber y el rumbo que deben tomar los asuntos públicos en Veracruz.
El discurso de toma de posesión del Gobernador Yunes, fue tan claro como desacostumbrado, sin eufemismos y concesiones. Es la ruta a seguir en las políticas de toda la administración y en la caracterización del Gobierno que encabeza: austero, incluyente, honesto y cercano a la gente. La ausencia de los Gobernadores emanados del PRI en el acto referido da cuenta de la verdadera actitud del gobierno federal respecto a Veracruz; finalmente, con Nuño u otro, solo cumplieron el protocolo pero reiteran su distancia y desinterés con los graves problemas de Veracruz.
De lo que se ha podido registrar en las acciones del nuevo Gobierno destacan algunas medidas demandadas por la ciudadanía y que dependían de la voluntad de las autoridades. Es así que desaparecen los estorbosos retenes policiales que tantos contratiempos le significaron a los viajeros; dejan de circular las grúas cuya labor estaba pensada para recaudar; se realizó la evaluación magisterial sin tener que disponer de quinientos policías que parecían ser parte de un campo de concentración donde se obligaría a los profesores a presentar exámenes; se puso en marcha un despliegue de diálogo para evitar los bloqueos a las calles; se retomó la rectoría plena de la Educación, etc..
Hay enormes expectativas en el nuevo Gobierno, incluso un sentido de urgencia en la opinión pública para la aplicación rápida de la justicia; me parece que, incluso, hay negativos afanes de venganza. Los críticos de hoy, en su mayoría, fueron aplaudidores de Duarte, o, mínimo, omisos; nada o muy poco dijeron cuando asesinaban periodistas, cuando golpeaban a jubilados y maestros, cuando masacraban estudiantes, cuando ajustaban la Constitución a su antojo, cuando mandaban iniciativas regresivas y pretendían vender los bienes públicos. La critica debe ser vista como una postura normal, aceptada y estimulada; como parte de la normalidad democrática, integrada a un círculo virtuoso donde se cuestiona, se corrige y se reciben críticas también.
En asuntos de gobierno no hay hilo negro por descubrir, tampoco se refunda en lo general; hay urgencia de cambios, implica funcionarios de cambio, como parte de un proyecto democratizador. Si es necesario que haya muchos cambios, pequeños y grandes, inmediatos y de mediano plazo, que se perciban y ejerzan; en la medida que la gente lo note aprenderá a valorarlo, a cuidarlo y a defenderlo de las reacciones sectarias e interesadas. A una nueva política, sería y con visión, corresponde una fuerte sociedad civil que exija y acompañe, dado el caso. Si, hay que acercarse a los actos del nuevo Gobierno, hacerle sentir que es vigilado y que, en corto plazo, también tendrá que rendir cuentas.
Recadito: Con la poda de «aviadores» la SEV tendrá recursos para apoyar a las escuelas.
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