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En toda guerra hay buenos y malos dependiendo del punto de vista de cada persona, claramente siempre hay dos grupos, un opresor y un oprimido, pero el paso de la historia siempre permite dictaminar que al final no hay bandos impolutos, sí alguien más fuerte y alguien que ataca y vence, pero los únicos inocentes terminan siendo los civiles.
Alepo debería estar en la mira mundial, pero dejó de ocupar las portadas, quizás por los años de lucha, o porque hemos preferido voltear el rostro y hacernos los sordos para olvidarlo pronto. Sin embargo un hecho así no se olvida, no hace falta cruzar el mundo para entender que miles de personas han muerto, que más de un millón están heridos mientras más de 12 millones de sirios han huido no por buscar un mejor empleo o cambiar de aires, sino simplemente con la ilusión de tener una vida.
El 13 de diciembre se había pactado un cese al fuego en el este de Alepo, la segunda ciudad Siria más importante y que antaño fue considerada patrimonio de la humanidad. La idea era permitir que los civiles salieran para poder evitar más bajas, algunos lograron huir, otros aún siguen en el medio. En la red circulan múltiples videos que documentan el éxodo de los habitantes, los últimos momentos de quienes se han quedado entre los escombros, el trauma que han sufrido infinidad de infantes y las atrocidades que provengan de un bando u otro no dejan de ser atentados contra la humanidad.
Hablo de Alepo porque todos tenemos que saberlo, porque el nombre no puede sonarnos distante cuando se trata de crímenes hacia los derechos humanos, porque la situación en Siria es el conflicto bélico más grande de nuestra época y no podemos seguir ignorándolo solo porque a nosotros no nos afecta. En la actualidad el mundo está tan conectado que aunque no lo parezca lo que hoy pasa al otro lado del planeta, mañana podría tener un gran impacto sobre nosotros, y considero que por el simple hecho de tratarse de la vida de seres humanos deberíamos estar consternados y pensar en una forma de ayudarlos.
En la segunda guerra mundial hubo quien pudo decir que no lo sabía, hoy no hay pretextos, estamos siendo espectadores de la barbarie, quizás partícipes indirectos y seguimos tan tranquilos con nuestras vidas porque aquí no pasa nada y cuando pasa con la misma facilidad que ignoramos otros eventos en el mundo, también olvidamos los de nuestras tierras.
No hablaré de quién está bien o mal en esta guerra, porque no puedo señalar a un bando u otro como los héroes, no considero a ninguno poseedor de causas justas, después de más de 5 años de lucha sólo puedo considerar a ambos responsables de que el cielo que antes sirviera de cúpula del patrimonio de la humanidad hoy esté gris por los ataques incesantes. Son responsables de los escombros que antes eran edificios esplendorosos y ahora ahogan a niños que han quedado atrapados entre ellos. La población tiene miedo, aun habiendo escapado de las bombas se tiene que enfrentar al terror de sobrevivir, han dejado atrás los ataques aéreos pero se tienen que enfrentar al ataque del hambre, la miseria y la lucha por nuevas oportunidades que para muchos refugiados son inexistentes.
Salir del este de Alepo o incluso de Siria no es garantía de un mejor futuro, pero al menos es la ilusión de sobrevivir, de encontrar refugio y superar el dolor de todas las pérdidas, hay múltiples niños que han quedado huérfanos, familias separadas, o que perdieron a quienes más querían. Creo que difícilmente podremos entender su dolor, su angustia o los traumas. Lo que sí podemos hacer es ayudar, aún en la distancia podemos brindar donativos a las organizaciones que proveen de ropa, medicinas, comida y refugio a todos los afectados. Desde médicos sin fronteras hasta Save the children, pueden marcar la diferencia en la vida de una persona.