*De Havel: La tragedia del hombre moderno no es que sabe cada vez menos sobre el sentido de su propia vida, sino que se preocupa cada vez menos por ello. Camelot.
AL OBAMA QUE VI (DE A LEJITOS)
Fueron tres veces que le vi. Ustedes pensarán que cercano, no, para nada, le vi a la distancia. Siempre le miré arriba de la Bestia, ese armatoste a prueba de todo, con blindaje mejor que el de Peña, un nivel 9 mil, con patrullas atrás, ese auto blindado debe traer hasta misiles, que dispararía si unos locochones de Al Qaeda, paisanos de Nemi, se acercan. Dos veces la vi en Washington y una en CDMX. Voy por la primera, me hospedé en Polanco en el presidente Chapultepec, el día que llegó a México a ver al presidente Calderón. O a una Cumbre. Junto al hotel Presidente está el hotel Niko, uno de picudos, allí hospedaron al poderoso Barack Obama, el hombre que carga un portafolio con el botón nuclear. Salía del hotel mientras el Perro Uribe y quien esto escribe caminábamos hacia la calle Reforma. Desde la habitación nuestra, en el sexto piso, como si fueran películas gringas, apostados pecho a tierra vimos en las azoteas aledañas a un grupo de francotiradores, que debieron ser del Servicio Secreto de los Estados Unidos. Ninguno del Servicio Secreto quiere revivir la trágica historia de Dallas, en Texas, cuando una conspiración les mató a su jefe y terminó unos años de grandeza para la Nueva Frontera de Camelot, la de JFK. No pasó nada, salió y le hicimos el hola y adiós, no sé si nos vio, pero como cuenqueños pueblerinos le aplaudimos. Era el primer negro en la presidencia. La otra fue en una visita a Washington, cuando la vi pasar a lo lejos, no muy lejos, pero a lo lejos. Y la última, el día de la noche triste de Hillary Clinton, bueno la mañana de un día después, desde el gran ventanal de mi hotel Omni Shoreham, en Washington, le dije a Rico, el amigo que no es rico: “Mira, ahí va el convoy del presidente Obama”. Es indiscutible, dos patrullas adelante, las dos bestias iguales y dos patrullas atrás con una ambulancia que lleva su tipo de sangre, un hospital ambulante por lo que pudiera ocurrirse, alcancé a filmar un poquito con mi Iphone. La noche después que cubrí para Crónica de Tierra Blanca y XEJF Radio, los sucesos desde la Casa Blanca, y de allí ir a tomar una copa al hotel ‘Hay Adams’, el mismo desde donde los corresponsales del mundo (se incluye a Televisa, ahora con Denise Maerker, antes iba López Dóriga), alquilan un pedazo de esa azotea que tiene la mejor vista de la Casa Blanca. Anderson Cooper de CNN, todos. Poco después en esa noche, cuando intenté trepar y el ujier que cuidaba el elevador se hizo rosca, y no permitió la entrada porque habíamos olvidado las acreditaciones de Prensa. Pero nos fue bien, al ratito llegó el afamado abogado penalista, Jorge Reyes Peralta, presidente de la Barra de Abogados de México y con intereses en Estados Unidos, los laborales, y junto con su señora esposa invitó cena en el restaurante ‘Taberna del Alabardero’, de la 18th Street, midway, uno que es como los mejores de Madrid, mejor que Casa Lucio y Landó. Buena cena con un buen vino y lo mejor, Reyes Peralta disparó la cena.
LAS DIFERENCIAS
Dos diferencias han brotado en la política. Una es de un par de economistas. Cuentan los chismes de los palaciegos, que Agustín Carstens y José Antonio Meade riñeron hace poco. Meade es el nene consentido del presidente, ahora que jubiló a Videgaray. Y Carstens es hombre serio que, en cuanto se meten en su escritorio del Banco de México, y sus números, pues se enoja y se va. Como lo hizo al renunciar y derrumbar las bolsas, porque es una garantía para nuestro país. En julio Carstens agarra nueva chamba en Basilea, Suiza, como director del Banco de Pagos Internacionales. Un baja sensible para México. Apenas se vieron las caras en un foro y dijeron que no pelearon, pero sí lo hicieron. Tomó sus maletas y se marchó. Como la otra disputa entre el tío y sobrino (sólo de decires), Miguel Angel Yunes, gobernador, y Pepe Yunes, senador de la República. Ambos riñen por Jose Antonio Meade (Mid), pues mientras el secretario de Hacienda no quiere aflojar el cuerpo ni los dineros para Veracruz, Pepe lo arropa. Ya le descubrió el gobernador su compadrazgo y esto es un lio, como el de los españoles cuando arman la tremolina.
CORREO DE SAN FRANCISCO (CALIFORNIA)
Con Perry se jodió la cosa y si no lo paran el fracking de Texas le dará en la madre a los ríos y ecosistemas que podrá afectar a México… además el actual gobernador de Texas cuyo nombre no recuerdo (y mejor) ya pidió a Trump de ser los primeros en tener el Muro, según la prensa de aquí, en fin, un abrazo. Saludos / Regards, Carlos Lartigue.
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