Siendo sinceros tenemos que asumir con seriedad y realismo que nos encontramos en una severa crisis económica con origen en el déficit financiero y las deudas heredadas por la «docena trágica», es decir, los dos sexenios de la autollamada fidelidad. Por difícil que esté la situación alguien tiene que enfrentarla y dirigir los esfuerzos para salir bien librados y lo más pronto posible. Sería más sencillo avanzar con rapidez si se contara con la solidaridad básica de las oposiciones políticas, los líderes de opinión y los grupos organizados de la sociedad civil; hasta ahora se perciben actitudes sectarias, de exigencias desproporcionadas que, al parecer, le apuestan al fracaso del gobierno de la alternancia sin importarles la suerte de los veracruzanos. La agenda local, urgida de recursos y recuperación institucional, no entra en los planes de algunos grupos políticos más interesados en sobrevivir o en trabajar para el futurismo nacional.
El fenomenal esfuerzo que hace el nuevo gobierno para solventar los compromisos salariales de fin de año merece la atención y el respaldo de todos; es una auténtica emergencia financiera que hagan falta diez mil millones de pesos y que la administración saliente no haya previsto esos compromisos dejando prácticamente en ceros las arcas públicas. A esas urgentes necesidades hay que agregar el indispensable funcionamiento del aparato público, en especial las áreas de seguridad y salud, que no se pueden detener ni un minuto por su incidencia en la convivencia social y en la vida de la gente.
Con toda la pesadumbre que provoca la difícil situación económica de la mayoría de los veracruzanos, especialmente en Xalapa, donde se depende en gran medida del empleo burocrático y el gasto público, vamos a proponernos pasar una Navidad grata, con los encuentros indispensables para reforzar lazos y tener momentos felices. Siempre he creído que es muy fácil convivir y estar bien en estas fechas si tenemos la actitud adecuada, positiva y cordial; no es el consumo y el brillo lo que definen el momento, más bien es la calidad humana de cada quien y la buena voluntad para disfrutar las fiestas, si las hay, o acaso un encuentro de amigos y un rato con la familia.
Con muy poco en lo material pero mucho en la actitud podemos tener una Navidad satisfactoria y reconfortante, desde luego austera como marcan los tiempos, pensando en los días por venir, en lo que nos espera sin caer en el fatalismo; sin retórica hay que decir que somos mucho pueblo, de gran historia e identidad como para dejarnos vencer por la adversidad; que con nuestra alegría, cultura y unidad esencial superaremos este momento gris y solo voltearemos para comprobar que el terrible pasado se quedó atrás y no es más que un accidente, mortal, en nuestra historia. A un nuevo gobierno le viene bien la Navidad, la Navidad que es nacimiento, circunstancia común de ambos.
La alternancia da resultados y tiene rumbo, asume sus obligaciones con absoluta responsabilidad y muy pronto dejará constancia de cambios sustanciales en materia de salud, educación y seguridad. Si desde arriba no se fomenta la corrupción en lo inmediato el problema se reduce a la mitad; si hay seguridad hay trabajo y reactivación económica; la atención en salud mejorará, con hospitales que cuenten con equipamiento y medicinas, para tener una población más sana y plena; en la política educativa se ejerce la rectoría gubernamental y se hará un saneamiento para que sea mucho mejor el servicio que presten las autoridades del ramo.
Este nuevo gobierno tiene que ser amable y cálido con la ciudadanía, iniciando con sus trabajadores, estar muy atento a la práctica de sus funcionarios para evitar errores, continuismo y abusos. No hay más vacuna antiautoritaria que la comunicación directa y expedita con los ciudadanos, los contrapesos, la aceptación y fomento de la crítica y los controles constitucionales. En esa línea debe haber un compromiso escrupuloso de los nuevos servidores públicos, cuidando la esencia del cambio para que la alternancia sea exitosa y cumpla con las expectativas y esperanzas de la gente.
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Recadito: Les deseo una feliz Navidad en compañía de sus seres queridos.