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Ha pasado la navidad, y nos encontramos en la época de meditar nuestras acciones, de reflexionar sobre el balance del año, sopesar lo bueno, lo malo y sobre todo recordar aquellos momentos que tanto han marcado nuestra existencia. No puedo evitar pensar en las 36 familias que en lugar de pasar unas festividades tranquilas deben estar llorando a sus muertos en Tultepec, en los causantes de la tragedia, en los que ni celebrar pueden porque no han recibido ni salarios ni aguinaldo y en los que se pasan de fiestas y viajes a costa del erario.
México es el reflejo de su gente en todos los aspectos, por un lado tenemos a quienes solidariamente se suman a causas, inspiran día con día a otros con su visión y emprendimiento, personajes que en su ámbito han logrado dejar huella y por el otro tenemos a una clase política desgastada, son contados los gobernantes que pueden gozar de una consciencia tranquila, la mayoría ha dejado estados endeudados, manchado la reputación de sus partidos y ni hablar de las condiciones de sus pueblos. Sin embargo la esperanza siempre prevalece, es esa misma esperanza la que los ciudadanos hemos depositado en nuevos partidos deseando que realmente se muestre un cambio.
El cambio denota transición, pero los ciudadanos no sólo esperamos una modificación de los gobernantes, sino también en sus formas, de nada bastan los discursos diciendo que todo será diferente, requerimos acciones que corroboren esas buenas intenciones con las que se ganaron votos. Ese mismo cambio esperamos se vea reflejado en cada uno de nosotros, que las listas de deseos no se queden en metas que nunca se alcanzan a cumplir, tracemos propósitos que impacten en nuestra vida y de paso de forma positiva en la de los demás.
Mi mayor deseo es ver a México crecer, trabajar por un verdadero impacto en las personas de mi entorno, aprender de grandes personajes y ser alguien que inspire a otros a aprender de mí, después de todo ¿qué son los buenos tiempos si no se comparten?, El 2016 me ha dejado gratos momentos, algunos sinsabores en torno a lo político, pero sin duda pesan más las grandes experiencias y las personas que como Carmen Aristegui, Mónica Lavín y muchos miembros de mi familia han sido el pilar y ejemplo en cada una de mis metas. Añoro un País seguro, un país que se impulsa y trasciende positivamente las fronteras, tanto como seguramente detrás de cada frontera muchos añoran estar al lado de sus familias y poder abrazar al menos un instante a sus seres queridos.
Si algún político está leyendo esto los invito a ser partícipes de una nueva generación que sea coherente con su actuar y los discursos, a apoyar a esas minorías que tanto les necesitan y sobre todo a tratar de hacer un poco más equilibrada la balanza, al resto de lectores los invito a participar desde su trinchera, todos podemos hacer algo por alguien, hay ocasiones en que una simple sonrisa puede aportar mucho a los demás. Los invito a que el 2017 sea un nuevo comienzo, a trabajar por cada una de las metas y superarnos día con día, dejemos atrás los señalamientos que todos conocemos, no olvidemos, sólo hagamos a un lado lo malo y enfoquemos nuestras energías en reconstruir lo que otros dañaron.
El panorama para el próximo año puede ser muy crítico en el ámbito económico, pero debe prevalecer la energía, la creatividad y la imaginación que de peores crisis nos ha sacado adelante, por ahora sería ideal comenzar por valorar más los abrazos y los instantes con quienes amamos que gastar el aguinaldo en regalos que muchas veces ni podemos pagar, cambiemos la mentalidad desde lo básico, este es el momento de compartir y celebrar, brinda cariño y felicidad.